Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un plato de alverjita verde y pescado frito con sarsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de juguito de papaya heladito.
“María, ya faltan pocos días para el inicio del nuevo año. Todos están haciendo sus preparativos para la cena, el bailetón o las vacaciones solos o en familia. El 2023 ha sido un año muy duro. La recesión nos ha golpeado mucho. No hay trabajo, no suben los sueldos (salvo de los congresistas), hay inseguridad ciudadana y miles de peruanos han decidido dejar el país e intentar un nuevo futuro fuera de aquí. Ante este panorama solo cabe reflexionar mucho y no caer en el pesimismo. Como dice el dicho, Dios aprieta pero no ahorca. En algún momento encontraremos la luz para salir de una situación tan caótica como la actual. Más bien debemos elaborar nuestros propósitos para el 2024, como terminar la carrera, hacer ese emprendimiento que siempre soñamos, viajar mucho, comprar la casita o el carrito para la familia y cambiar de trabajo.
Uno siempre debe ponerse objetivos en la vida. Por supuesto que objetivos concretos y que pueden realizarse. Como por ejemplo unirse más a la familia u olvidar de rencores que no nos dejan avanzar. O ponerse la meta de no dejar de visitar a los padres, muchos de ellos ancianitos que solo desean ver a sus hijos de vez en cuando. A veces se conforman con una llamadita para sentirse contentos. Los padres deberían también salir más con sus hijitos, aunque sea a dar una vuelta al parque. Esos momentos serán imborrables en la mente de los chicos.
Asimismo, esta época de crisis económica es ideal para hacer emprendimientos, siempre pensando en qué es lo que necesita la gente. Y dar un servicio diferenciado que permita tener éxito ante tanta competencia. Otros pueden ser:
Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
Contenido GEC