Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un estofadito de pollo con arroz graneado, ensaladita fresca y una jarrita de chicha morada.

“María, no sé cuándo empezó esta costumbre de los peruanos por reventar cohetes cada vez más estruendosos en Navidad y Año Nuevo. Quienes más sufren con estos son las mascotitas, que se vuelven locas, tiemblan y hasta tienen convulsiones con cada explosión de los artefactos pirotécnicos. No solo ellos, también los ancianitos y los autistas, a quienes los ruidos fuertes les afectan mucho más. Todos los años la gente hace campaña para que no revienten cohetones, pero no pasa nada. Es una costumbre difícil de extirpar, encima que es peligrosa, pues la mayoría de los incendios ocurridos antes, durante y después de la Navidad han sido causados por pirotécnicos.

Yo creo que el gobierno debe emprender, esta vez sí, una campaña de concientización y dando alternativas creativas y curiosas, como existen en otros países. Eso de amenazar con multas y sanciones no surte efecto. Se podría encender luces, usar faroles, lanzar globos o burbujas. De esa manera no habría esa aguda contaminación sonora y del aire que respiramos. Y seríamos más empáticos con las personas que sufren con los ruidos extremos.

En Nochebuena tuve que dormir a mi perrito con unas gotas que me vendió el veterinario, pues no dejaba de temblar por los cohetones que mis vecinos reventaban. Mis hijitas tuvieron que abrazarlo hasta que finalmente se durmió y solo así tuvo paz. Me imagino a los padres de los niños autistas a lo que tienen que recurrir para que no pasen una mala experiencia. En realidad no es justo que sufran por culpa nuestra. Encima, estas personas que son fanáticas de los pirotécnicos dicen que así ‘celebran’ la llegada del Niño Dios. Basta de hipocresías. Uno de mis vecinos se puso en medio de la calle, trajo una silla y reventó como 100 cohetones, en especial estos que han salido con los nombres de ‘Lapaboom’ o ‘Lapagol’, que son mismos cartuchos de dinamita porque remecieron todo mi barrio. Con mis amigos tuvimos que desalojarlo casi a patadas por esa falta de respeto. En realidad no es gracioso lo que pasa en estas fechas. No es un juego, menos una tradición cristiana. Jesús llegó para diseminar el amor y la paz por todo el mundo. Para traernos esperanza de una vida mejor. Reventando pirotécnicos a diestra y siniestra no se celebra estas fechas.

Espero que al menos esta columna haga reflexionar a los peruanos en Año Nuevo y se aminore la contaminación. Nada se pierde si no reventamos cohetes. Es mejor dar un abrazo sincero a la gente que queremos y desearle que le vaya bien en el nuevo año, a malograr la vida de seres inocentes”. Muy bien dicho, Gary. Me voy, cuídense.

TE PUEDE INTERESAR

Contenido sugerido

Contenido GEC