La Seño María

La ‘tóxica’ deja a Pancholón

Pancholón estuvo en Barranco Bar con ‘la tóxica’ y le dedicó la salsa ‘Lobo domésticado’, en la voz de Jeinson Manuel.
TROME | La tóxica dejó a Pancholóm

El Chato Matta llegó al restaurante por una deliciosa jalea de pescado y mariscos con bastante juguito de limón y, para tomar, una limonada frozen. “María, me timbró mi hermano Pancholón. ‘Chatito, vente volando a la Caleta de Chucuito. Vamos a comer un cebichazo porque me llueven los clientes y estoy ganadazo. Ahí te cuento lo que me ocurrió con la abogada tóxica. Cuidado con los ‘zapatos rotos’ y los malaleche, que me andan maleteando’.

Cuando llegué, el gordito estaba con sus colegas, el goleador Nicolás Sánchez y Koky Morante, de la Asociación de Abogados del Callao. ‘Estuve en Barranco Bar con la ‘tóxica’, la mujer más celosa de este planeta, donde se presentaba Jeinson Manuel y le dije que le iba a dedicar una canción de Tommy Olivencia, ‘Lobo domesticado’, y que escuche bien la letra y no haga caso a quienes hablan mal de mí, que lo hacen por envidia.

‘Te han dicho de mí/ que soy como el río/ que llega que besa/ que besa y se va/ Pancholóooooon/ te han dicho que soy/ frívolo y vacío/ que soy como el lobo/ que caza y se vaaaa/ Cántala cántalaaa/ Uuuuuuuuun lobo domesticado/ tu loco enamorado/ siempre quiero ser/ Uuuuuuuuun lobo domesticado/ tu loco enamorado/ tu mascota fieeeeel/ Te han dicho de míiiiiiii/ Una y tantas cosas/ Que tengas cuidado/ para no caer/ que es trampa mi amor/ y anzuelo mis rosas/ pero es tan sencillo/ lo que quiero ser/ Otra vez otra vez/ Un lobo domesticado/ tu loco enamorado/ Siempre quiero ser’.

En eso que estamos bailando, apretaditos y susurrándole la canción en su orejita, aparece una clienta con un vestido apretadito, un bombón. Se me acerca y me dice: ‘Doctor, lo he estado buscando por todos lados, necesito hablar urgente de un caso delicado’.

A la abogada tóxica le dije: ‘Amorcito, monedas son monedas, pido un aplicativo y te vas a la casa, me voy a la comisaría por un detenido’. Me miró desconfiada, pero aceptó. No se fue sin antes marcar su territorio y se despidió dándome un beso en la boca.

La clienta me invitó una cerveza y me dijo: ‘Todo era mentira, Panchito, solamente quería estar contigo, el abogado famoso por su salto del chanchito’. No lo pensé dos veces y la llevé a La Posada. Hice mi faenón y dejé bien a los varones. Corté rabo y oreja como en la Plaza de Acho. Me quedé dormido en el hotel de los infieles.

Al día siguiente la tóxica me escribe como cincuenta mensajes de wasap: ‘¿Dónde estás?, ¿tanto se demora tu consulta con esa clienta?’. Le dije que estaba en la sede de la Fiscalía viendo otro caso. Me respondió: ‘Oiga, usted nunca va a cambiar. Siempre va a ser un zorro viejo, cochino y marica. Olvídese de mí que me regreso a Barinita (en Venezuela) para estar con mi familia. ¿Oyó? Olvídese de mí para siempre’.

Solo sonreí y le dije a mi clienta ‘la tranquilidad no tiene precio, sigamos disfrutando porque la vida es una sola, abre que voy’”. Qué terrible es ese señor Pancholón. Va a acabar viejo y solo por cochino y sinvergüenza. Me voy, cuídense.

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