El Chato Matta llegó al restaurante por un cebiche de corvina con bastante ají limo y un chupe de cachema con una porción de arrocito blanco. Para la sed pidió una limonada con hierba buena heladita. “María, te cuento que el gran Pancholón me timbró para invitarme a su sauna privado.
‘Chatito, ten cuidado con esa gente envidiosa y mala leche, se hacen pasar por tus amigos, dicen que te admiran y después te clavan el puñal por la espalda. Son fuleros. Vente volando porque la cámara de vapor está buenaza. Le di una propina a Richard para que ponga hierba fresca’.
La cámara hervía a más de 50 grados. Apenas entré el abogado mujeriego me abrazó. ‘Chatito, los tramposos gozamos pero también sufrimos mucho. Ya estoy divorciado, viajo por el mundo, tengo camioneta 4x4, me llueve la chamba, pero a veces la procesión va por dentro. La vida es una sola, papá, y somos los que somos...
La pasé feliz en Medellín, dejé un amorcito que me está pidiendo que regrese, pero acá las celosas no me dejan en paz. Apenas bajé del avión me esperaba la abogada tóxica. ‘Vamos a celebrar tu llegada mi amorcito a Chucuito, invítame un cebichito’, me dijo toda zalamera.
Los tragos subieron y sonó una canción clásica de El gran Combo: Así son las mujeres, así son cuando se quiere/ Tú me dejaste a mí, pero pensando que yo era pobre/ Y te paseas por ahí, pero cambiando oro por cobre/ Ay que era como son (así son las mujeres)/ Pero que mira cómo son (así son cuando se quiere) Alcé mi copa de vino para brindar por tu ausencia/ Sé que nunca me quisiste y ayer amor no hay ausencia (así son las mujeres)/ Mira cómo son, mira cómo son (así son cuando se quiere)…
La saqué a bailar y la apreté fuerte. En eso que le estaba cantando al oído la canción, recibo un cachetadón y me dice: ‘Oye, viejo zorro, ya leí tus mensajes en el wasap, eres un maldito cochino, te fuiste a Medellín para revolcarte con esas mujerzuelas’.
Yo le respondí: ‘Qué te pasa, mi amorcito, ya he cambiado y sería incapaz de engañarte’. De respuesta recibí un manotazo con sus uñas y me dijo: ‘Qué cínico que eres, tú nunca vas a cambiar, perro’. En eso me volteo y ¡fua!, me arañó la cara. La miré y me retiré, y dije nunca más salgo con esta chama tóxica.
Mejor me olvido de esta mujer y alisto mis maletas para volver a Medellín donde mi amor paisa me trata con mucho cariño’”. Pucha, ese señor Pancholón es un cochino y sinvergüenza. Nunca va a cambiar. Me voy, cuídense.
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