La Seño María

El cumple del Pancholón

El Chato Matta le cuenta a la Seño María sobre su experiencia en el cumpleaños del querido Pancholón.

El llegó al restaurante por un cebichito de ojo de uva con bastante ají limo, un arroz con mariscos a lo macho y una jarrita de limonada frozen.

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“María, se viene un día histórico para la ‘canallada’. Adivina quién cumple años esta semana. El mujeriego más querido, odiado y envidiado de Lima, Callao y balnearios, el gran Pancholón. El Julio Iglesias peruano. El Luis Miguel de los cerros. El Bad Bunny de San Martín de Porres...

Son décadas de sudor, lágrimas, dame que te doy, colorete bamba, sacada de lenguita, pateada debajo de la mesa y roncito, y noches interminables en La Posada. El gordito me invitó el viernes a su sauna privado, pidió juguito de naranja y empezó a confesarse.

‘Chato, mi celular suena y suena. Contigo puedo abrir mi corazón, porque eres leal y no eres largador ni ‘mala leche’. Tú sabes que a mí me cantaban en mis épocas de oro el gran tema de Roberto Blades, ‘El artista famoso’: ‘Eres joven, atractivo y tienes tremenda voz... Esa es la dicha de ser famoso, mientras tengas dinero y la fama, tienes de todo’.

Mi billetera reventaba con miles de dólares de mis auspiciadores de la radio. Eran tiempos en que cerraba locales y me ‘boleteaba’ dos o tres días seguidos con Los Duros de la salsa, Camagüey, N’Samble y mi causa Jim Maelo. Pero los años pasan la factura.

La caída del gran Pancholón

Hace dos años vi la muerte cuando me internaron en un sórdido hospital. Llegué con la próstata como pelota de béisbol y con la vesícula reventada. En esos solitarios días, tirado en la cama y atrapado en la pensadora, me di cuenta de quién estaba realmente conmigo en las buenas y malas.

He pasado mucho tiempo rodeado de vividores que, con chela y ron en mano, me gritaban: ‘Pancho, tú eres mi hermano, mi maestro’. ‘Salud por eso’, les respondía. Nunca faltaban botellas de ron importado’...

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María, yo soy testigo presente de esas noches interminables llenas de mujeres, dinero y alcohol. Ahora mi compadre, como muchos mujeriegos de la vieja escuela, ha parado la mano. Ya no se regala.

Me cuenta que el día que se desvaneció en La Posada estaba acompañado de una flaca que le juraba amor para toda la vida. Esa misma noche, la trampita, sabiendo que el gordito estaba en la sala de ‘cuidados intensivos’, no perdió el tiempo y enrumbó a Barranco Bar a bailar con el doctor Chotillo, quien es paganini y le ofreció 500 dólares y un viaje a Punta Cana.

Se viene un gran sorpresa por su cumple. Las caminantes se pasan la voz. Pero el gordito se puso a reflexionar en la cámara de vapor sobre la vida, los verdaderos amigos, los partidores... Y agarró su smartphone para lanzar unos tips por ‘wasap’ a la muchachada:

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