Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un espectacular caldo de gallina criolla con su huevito duro, cebollita china picada, limón y harto rocotito molido. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, este domingo 21 de agosto se celebra el Día del Niño en el Perú. Me imagino los restaurantes, centros de recreación y parques llenos de pequeños con sus padres. Y también la venta de regalos, que no será como en Navidad, pero sí muy importante. Pero yo creo que cuando pasen los años, y esos niños se vuelvan adultos y tengan hijos, lo que más recordarán de estos momentos es que lo pasaron con sus padres, se rieron y fueron felices, así no hayan tenido el regalo soñado o les hayan comprado ropa bonita. Muchas veces, un beso, un abrazo y un ‘te quiero’ vale más que mil play station o zapatillas de marca.
Yo siempre he dicho que la mejor inversión es pasar tiempo de calidad con nuestros chicos. Mirar una película un domingo cualquiera, comiendo canchita o contando anécdotas a la hora del almuerzo. La niñez y adolescencia son muy importantes en la formación de los pequeños, pues allí se modela su personalidad. De un hogar bien constituido, donde reinan el amor y la hermandad, difícilmente saldrá un asaltante de bancos o asesino. Un padre y una madre deben estar siempre al lado de los hijos, no solo para engreírlos, sino también para defenderlos y enseñarles valores, esos que en este mundo moderno parecen no ser tomados en cuenta por muchos. Y por eso es precisamente que existen cada vez más políticos corruptos y ladrones en las calles. En todo hogar debe haber ese dúo infaltable: amor y disciplina. A los hijos se les tiene que dar todo lo que necesitan, pero también deberían tener obligaciones, como ayudar a limpiar la casa, cocinar, ordenar su cuarto, sacar al perro, regar el jardín.
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