El Chato Matta llegó al restaurante por un espectacular arroz con pato, ensaladita fresca y su jarrita con agua de jamaica al tiempo. “María, recibí el llamado del famoso doctor Chotillo, antes de enrumbar a Río de Janeiro para ver la final de la Copa América entre Perú y Brasil. ‘Causita, baja al sauna. El gordito Pancholón se ha tomado un par de rones y está confesando sus secretos más íntimos’.
Entré a la cámara de vapor y Pancholón me abrazó. ‘Chato, tú sí eres barrio y varón. No como esos fuleros que te sonríen de frente y cuando te volteas te clavan el puñal’, dijo, y lo miró al ‘Cirujano de las estrellas’. ‘Estoy movido, la goleada de 3-0 ante Chile me emocionó y terminé en La Posada como los grandes. Al final me sentí como Paolo Guerrero, definiendo en el área chica con gran calidad, elegante. Pero solo duró un ratito, porque después, a solas en el cuarto del hotel, me dio la pensadora.
Recordé aquel día que llegué a mi casa y me habían cambiado las cerraduras, y mis cosas estaban en la calle. Mi señora me botó para siempre. Hubo un traidor que andaba conmigo en juergas y encerronas. ‘Pinochín’ me soboneaba, pero en el fondo me deseaba el mal. ‘Los enemigos están cerca de ti’, me di cuenta. En ese tiempo yo ganaba miles de dólares en la radio y todas las noches liquidaba en diferentes canchas. Cerraba locales y hacía fiestas romanas con los abogados del Callao.
Yo no me daba cuenta, pero el tal ‘Pinochín’ iba calladito a contarle mis andanzas a mi señora, como esos idiotas ‘paños de lágrimas’. Yo sé que fue él quien le llevó el video a mi esposa y dejó un sobre con fotos mías y la psicóloga debajo de la puerta de mi casa. En esos tiempos estaba ganador y la fama y los dólares me marearon. Andaba con un collar de oro de 24 kilates en el cuello. Viajaba a todas las Copa América y en Paraguay, después de dos noches de sexo desenfrenado con un mujerón del Carnaval, me ‘pepearon’ y me dejaron calato.
Era una joya de miles de dólares. Fui a la policía, pero los corruptos me botaron: ‘¡Peruano huevón, ándate rápido a tu país, tú tienes la culpa por meterte con mujerzuelas!’. Me fui en el primer avión. Ahora me siento cansado. Las amanecidas me están pasando la factura. Sufro de la próstata, el médico me ha dicho que termine rápido por el bien de mi salud, y que no tome Viagra porque puede darme un infarto. Pero lo que más me duele es haber perdido a una gran mujer como mi señora, porque en la calle solo conozco loquitas que no son fieles a nadie. Jamás encontraré a una mujer como ella.
No me considero malo, pero tanta tramposería me tiene podrido. Cuando estoy con una chica no quiero ni voltearme, porque pienso que me van a partir, no puedo controlarme y miro a las mujeres de mis amigos...’”. Pucha, ese señor ‘Pancholón’ está mal de la cabeza. Su castigo es que se va a quedar viejo, solo y enfermo. Nadie lo va a cuidar. Me voy, cuídense.Maríala copa de pancholónla seño