Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un estofadito de gallina con arroz, ensalada de verduras y una jarrita de cebadita tibia. “María, el Poder Judicial impuso el lunes una ejemplar sentencia de cadena perpetua contra Jorge Luis Puquio Gómez, de 37 años, por el asesinato del estudiante de Psicología Manuel Adrián Vilela Utrilla (18), en Los Olivos. El tribunal fijó además una reparación civil de 151 mil soles que el condenado deberá pagar a los herederos legales de la víctima como compensación por el irreparable daño causado.
El homicidio se registró el 6 de diciembre de 2021, en plena pandemia, cuando la víctima caminaba con una amiga por la urbanización Villa Sol. El hampón se les acercó para robarles sus celulares, pero como Manuel Vilela se interpuso, recibió un disparo mortal. El asesino cumplirá su sentencia en el penal Castro Castro, de donde no debe salir jamás para no atentar nuevamente contra la vida de personas inocentes. Que este tipo de sanciones se repitan para limpiar a nuestra sociedad de la escoria. Seres así, jamás se redimen.
Esa idea romántica de que los criminales pueden ser devueltos a la sociedad es un cuentazo. Al menos en nuestras cárceles, se vuelven más avezados y aprenden, cual universidad del mal, nuevos delitos. En lugar de jueces y fiscales benignos, necesitamos mano dura. No esperemos llegar a lo que está pasando en estos momentos en Estados Unidos, donde las autoridades de California determinaron que no es delito robar menos de 400 dólares y hordas de muchachos entran a tiendas y se llevan como si nada ropa y otros objetos sin que nadie los detenga. La sociedad está en guerra contra el hampa que nos mata, extorsiona, roba, estafa y viola. Expectoremos también a los blandos que abogan por los ‘derechos humanos’ de los delincuentes, como si fueran pobrecitas almas descarriadas. Queremos vivir en paz y sin miedos.
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