Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por adobo de pavita con su camotito sancochado, arrocito blanco y, para tomar, una jarrita de chicha morada heladita. “María, sigo conmovido por el caso de la chica de 18 años que , despechado porque ella ya no quería seguir con la relación.

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Fue a plena luz del día cerca de la plaza Dos de Mayo. No me imagino la mente de ese criminal para planear un atentado de ese calibre, y la sangre fría para perpetrarlo. Menos me imagino el horror de esa pobre criatura quemándose viva a manos del hombre que alguna vez dijo amarla. Ella se encuentra muy grave en el hospital Arzobispo Loayza, con más de la mitad del cuerpo chamuscado. Su vida jamás volverá a ser la misma.

Mientras, la Policía inició la búsqueda del criminal, quien trataría de salir del país como sea, rumbo a Venezuela. En este caso surgen varias lecciones. La primera, que las mujeres deben alejarse en una de los tipos pegalones, posesivos o violentos. Esos nunca cambian, por más que les rueguen, lloren o tiren al piso. Como me decía mi abuelita: ‘Hombre que pega una vez, pega siempre’. Es la verdad. Los psicólogos han tipificado hace mucho tiempo este comportamiento. Esa gente no tiene empatía y por eso no les duele dañar a otros.

La segunda lección: Hay que acudir a los organismos de defensa de la mujer. Ahora hay muchos. Demuna, Ministerio de la Mujer, comisarías y fiscalía. Las mujeres ya no están tan indefensas como antes. Es cuestión de decisión, de tomar el toro por las astas. Si te tocó un hombre violento, termina de una vez y voltea la página. La vida es así. Hay momentos malos y momentos buenos.

No te aferres a alguien que te hace daño. Y sigue estos consejos:

  • No te alejes de tu entorno, amigos o familiares. Si ves que esa persona intenta eso, debes detener la relación.
  • No aceptes órdenes de él como si fueras una niña. Y menos si aún no eres casada. Muchos hombres posesivos te exigen no hablar con alguien o no bailar en una fiesta; tampoco tener amigos o salir sin que le pidas permiso.
  • Mira con cuidado sus cambios de ánimo. Si empieza a gritarte o amenazarte, es hora de alejarte. También evita que te manipule. Los pegalones son campeones en eso.
  • Cuéntale a alguien lo que te pasa. A un amigo, familiar, mamá o compañero de trabajo. No te quedes sola con el problema, pide ayuda de otros.
  • Si el tipo ya pasó a mayores, es decir, te ha agredido físicamente, pues inmediatamente haz una denuncia policial. Y pide alejamiento. Si no te hacen caso en la comisaría, tienes la Demuna o la fiscalía.
  • Bloquéalo de todas partes: celular, redes sociales, etc. Aprende algo. Esos no cambian. No les creas nada. Son manipuladores. Seguro que derramará lágrimas o se hará el enfermo. Ya saben”. Asu, qué bueno. Me voy, cuídense.

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