Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos tallarines verdes con su planchita de hígado frito. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, el peruano es emprendedor. No le hace ascos al trabajo o a los desafíos de la vida. Un peruano que se queda sin trabajo no se va a vivir bajo un puente, como hacen los gringos en Estados Unidos, sino que pone un negocio como salchipapa, emoliente o papita con huevo.
Planta sus esteras en un cerro o un arenal, y de a pocos construye su casa. Casi todos los grandes empresarios que tenemos empezaron de cero. Como los de Gamarra, que fueron ambulantes primero y ahora tienen galerías y talleres de confección. Lo mismo está pasando con la comida. Los peruanos de abajo empiezan con su carretilla en la calle, luego pasan a un local chiquito y siguen creciendo.
Y les digo esto porque hace poco vi la historia de Marco Barandarián, un inmigrante peruano que llegó a Chile con 25 dólares en el bolsillo y ahora tiene una cadena de restaurantes en ese país, algunos de ellos centro de reunión de la crema y nata de la sociedad mapochina.
El chef señala que luego de 30 años en Santiago, planea exportar su franquicia a Brasil. De otro lado, en la ciudad de Patterson, Estados Unidos, llamada ‘Little Lima’ (pequeña Lima), hay la mayor concentración de peruanos en ese país.
Tanto así que hay un barrio entero dedicado a ellos. Allí, el 85 % de los negocios son de peruanos emprendedores, que poseen restaurantes, tiendas de ropa o de artesanía. Han sabido progresar lejos de nuestro país. Y sin necesidad de robar, estafar, extorsionar o incursionar en sicariato, como pasa acá.
Que esto sirva de ejemplo a los jóvenes del Perú, que es posible progresar en la vida trabajando muy duro. Y que los sueños se vuelven realidad si uno se esfuerza. Por eso, si tú quieres ser emprendedor, sigue estos consejos:
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