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El Búho y Miki González

El Búho compartió sus anécdotas con el gran Miki González.

Este Búho, como bien saben mis lectores, es hincha del gran . El maestro libra una incansable batalla contra el cáncer. El año pasado lo operaron por segunda vez del colon. Su amor por Fátima Foronda le ha inyectado fuerza a su inquebrantable voluntad de recuperación. Tan es así que asegura que ya está en condiciones de tocar una hora en vivo y acaba de recibir un merecido homenaje de las rockeras en el festival ‘Girls of Rock’, y amenaza con volver a ofrecer conciertos para jolgorio de su legión de admiradores.

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Este columnista sigue su trayectoria desde que una vez lo escuché en el aula 1-A de letras en San Marcos, a inicios de los ochenta, tocando con una banda de afro jazz llamada ‘Los Chonducos’, con Carlos Espinoza en el saxo y Eduardo Freyre en el bajo. Luego haría una legendaria carrera como solista con discos emblemáticos: ‘Puede ser tú’ (1986), ‘Tantas veces’ (1987), ‘Nunca les creí’ (1989) y culminaba ese ciclo con el memorable ‘Akundun’ (1993), donde González se disfraza de ‘Yellowman’ en el hit que da nombre al disco, con un ‘dance hall afro’ que hizo bailar a todo el Perú y catapultó su internacionalización.

Lo seguía como público desde que tocaba en los conciertos benéficos de la Municipalidad de Lima del ‘Tío Frejolito’, Alfonso Barrantes, cantando sus hits radiales: ‘Dímelo, dímelo’, ‘Chicles, cigarrillos, caramelos’ y de contrabando nos metía la telúrica ‘Puedes ser tú’, un tema que denunciaba el terrorismo de Estado y las desapariciones en Ayacucho.

Su música no solo hacía bailar sino pensar

Por la censura, su LP que debió salir en 1985 salió en 1986. Con mi mancha de ‘lagartazos’ de San Marcos no nos perdíamos ninguno de sus conciertos cuando llegaba a la explanada de Derecho. Había crisis económica con el pésimo primer gobierno de Alan García y el maldito terrorismo del MRTA, pero sacábamos monedas para la ‘chancha’ para sendas botellas de ‘calentito’ (emoliente con cañazo) y bailábamos al ritmo de ‘Lola’, ‘Tantas veces’, ‘Vamos a Tocache’. O nos poníamos melancólicos con la tierna ‘Ponte tu vestido’. Por esa época entré a trabajar al suplemento de fin de semana de un diario y el editor me mandó a entrevistar a Miki. La nota salió en contraportada a colores y nunca Miki se olvidó de mí.

Lo seguía viendo en los conciertos sanmarquinos y me pasaba la voz desde el escenario. Esos conciertos con las canciones de su flamante disco ‘Akundun’ fueron de lejos los mejores y los más festivos que se recuerden en la decana. Los músicos de vanguardia en el país habían fusionado el rock con la música andina, pero González por primera vez fusionaba el festejo, panalivio, zapateo y cajoneo, con guitarras eléctricas, reggae caribeño, soca y dance hall.

Bailábamos ‘La pequeña’, ‘A gozar saboroso’, ‘La tutuma de don Toto’, ‘Akundun’. Acompañaban al guitarrista los hermanos Ballumbrosio y el patriarca Amador. Y cuando entonaba el coro: “Óyelo bien, óyelo bien, liberaron a Mandela”, los ‘lagartazos’ a los que se les había subido el ‘calientito’ cantaban señalando a sus músicos: ‘¡Óyelo bien, óyelo bien, libera a los de Chincha!’, arrancando las sonrisas de Miki que tenía buena correa.

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Miki González, seguidor de Él Búho

Una vez me llamó un colega de espectáculos. ‘Búho, Miki González quiere hablar contigo. Este es su fono, llámalo’. Lo llamé. Resultaba que el maestro seguía mis columnas. ‘El sábado presento un espectáculo con los hermanos Ballumbrosio. Algo diferente. Quiero que lo veas y escuches, sé que te gusta lo que hago’. Claro que le prometí ir.

Era en una discoteca ‘ficha’ en un Mall del Cono Norte. Pero ese sábado me fui con la ‘Pichicha’ sanmamarquina, Cecilia, a la playa El Silencio, y entre el cebiche y las ‘chelas’ llegué a mi casa a las siete de frente a dormir, pensando en descansar dos horitas para ir al concierto. A las once y media estaba seco y me despierta una llamada: ‘Búho, ¿ya estás cerca?’.

Era Miki. Maestro, me acabas de levantar. ‘No importa, vente al toque, no toco hasta que llegues’. ¡Pero estoy en Miraflores!... ‘No importa, en la puerta estará el ‘gordo’ (su asistente ) para llevarte a la mejor zona’. C

uando llegué, pasada la medianoche, efectivamente el ‘gordo’ me hizo pasar y al toque salieron Miki y los hermanos Ballumbrosio, y presentaron lo que sería el espectáculo por los 25 años de ‘Akundun’. Luego pasamos a un buen surtido ‘backstage’, con bellas anfitrionas y groupies, pero el guitarrista conversaba con este columnista bebiendo agua. Terminamos la conversa en su depa cerca al parque Reducto en Miraflores.

Fue un placer charlar con un tipazo como músico y persona. La última vez que lo vi fue en el célebre concierto del Gran Teatro Nacional. Inolvidable espectáculo. De ahí vino la maldita pandemia y sus problemas de salud. Pero el músico resurge como el Ave Fénix. ¡Grande, Miki! Apago el televisor.

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