Todos los fanáticos de Miki Gonzáles le damos fuerza y rogamos para que se recupere de la delicada operación al colon a la que fue sometido
Todos los fanáticos de Miki Gonzáles le damos fuerza y rogamos para que se recupere de la delicada operación al colon a la que fue sometido

Para mis lectores no es un secreto que este Búho es un gran admirador de un músico legendario del calibre de Miki González. Y como todos sus fanáticos le damos fuerza y rogamos para que se recupere de la delicada operación al colon a la que fue sometido.

El maestro está en el Cusco recuperándose y creo que es una buena oportunidad para repasar su extraordinaria trayectoria con discos emblemáticos como ‘Puedes ser tú’, ‘Tantas veces’ o ‘Akundún’. Ingreso al túnel del tiempo: Año 1981. San Marcos. La primera vez que escuché su música fue una noche de sábado en el histórico salón 1-A de Letras.

Miki fue valiente al llegar esa noche a una universidad estigmatizada como un claustro ultraizquierdista que vetaba música ‘extranjerizante’, y se presentó con una banda de lujo llamada ‘Los Chonducos’. Acompañaban al guitarrista su fiel lugarteniente Eduardo Freyre, en el bajo, y el notable saxofonista Carlos Espinoza. Tocaban jazz fusión de Chick Corea, Stanley Clarke y otros monstruos del jazz.

Luego lo volvería a ver y escuchar en 1986. Aquella vez, en el Parque de la Exposición, en el concierto para presentar su flamante trabajo titulado ‘Puedes ser tú’. Para este columnista, es uno de los mejores discos nacionales de la década de los 80. Había reunido a verdaderos íconos del rock sudamericano en esa placa: Charly García, Andrés Calamaro, Daniel Melingo de ‘Los Twist’ y ‘Los abuelos de la nada’.

Su hit fue ‘Dímelo, dímelo’, una canción contra el consumismo. En ese mismo LP figuraba un tema que hoy es de culto. Justamente el que le da nombre al disco, ‘Puedes ser tú’: ‘... En la selva de asfalto anda el hombre/ entre fieras, hombres como él/ En la plaza San Martín en Lima, el rochabús mojando... ¡cuidado con el rochabús!/ Así es la vida del hombre en la gran ciudad (...) hoy traidor, mañana rey (...)/ elitismo, marginación/ Las torturas, ay, ay, ay... puedes ser tu’.

Un año después, cuando trabajaba en el suplemento de un diario que yace en el ‘cementerio de papel’, lo entrevisté. Y pude conocer al hombre, un tipazo buena onda como su música. Acababa de sacar ‘Tantas veces’ (1987) donde se mostraba muy influenciado por el sonido post punk de bandas inglesas como ‘The cure’ y popularizó ‘Vamos a Tocache’, ‘Lola’, ‘Ponte tu vestido’ o ‘Tantas veces’.

Justamente reclutó a jóvenes músicos originarios del ‘punk’ criollo como ‘Pelo’ Madueño y ‘Wicho’ García. Con ‘Lola’ ya anunciaba la presencia de las raíces, pues el video se filmó en ‘El Guayabo’, donde el patriarca Amador Ballumbrosio tenía una parcela y a donde llegaba Miki para aprender de los antiguos moradores las viejas canciones del folclore negro, los temas de cuando había que trabajar en la gran hacienda.

Tanta fue la influencia, que en su siguiente disco ‘Nunca les creí’ (1989) incluyó el clásico tema de ‘Pancho’ Ballesteros, escrito en 1936: ‘A La Molina no voy más’, en una alucinante versión de Filomeno Ballumbrosio, quien canta con tanto sentimiento como si en verdad lo fueran a llevar a la antigua La Molina en plan de esclavo. El tema pegaba en sus presentaciones en vivo y Miki realizó la apuesta de su vida.

El camino estaba servido para el disco que le pondría por fin una identidad a su música después de tantas décadas de experimentación: ‘Akundún’ (1992). De ese disco extraemos joyitas como ‘La pequeña’, ‘Cortando caña’, ‘Me fui pal Guayabo’, ‘A gozar sabroso’. Todo un homenaje a su tierra adoptiva, El Carmen, El Guayabo. Fue el primero en explorar aquí la ‘Word Music’, pero fue ‘Akundún’ el mejor disco de su carrera.

La música negra, las raíces, los Ballumbrosio, Chincha, los ríos de tutuma helada en chinganas con piso manchado de aserrín. Todo un mosaico de virtuosismo sonoro y ritmo caliente. Música tradicional, panalivios, canciones costumbristas con la renovada energía de la banda de González y el sonido típico que parecía proveniente de ‘Soweto’, el ghetto sudafricano donde el gran Paul Simon se internó para sacar esa joyita llamada ‘Graceland’.

Punto de partida de la ‘World Music’, de la que también se empapó Miki para hacernos danzar en plena época de crisis económica con Fujimori y el demencial terrorismo de Sendero y el MRTA. Por ese tiempo presentó el disco en San Marcos, frente al pabellón de Derecho. Con mi mancha de ‘lagartazos’ estuvimos en primera fila danzando como locos con el ‘Akundún’.

Años después, el mismo Miki me invitaría al Gran Teatro Nacional para el estratosférico concierto ‘Por los 25 años de Akundún’. Todas las generaciones que gozamos con su música rogamos por su pronta mejoría. ¡Fuerza Maestro! Apago el televisor.

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