Este Búho se estremeció al ver en los noticieros norteamericanos los especiales al cumplirse 22 años de los diabólicos atentados terroristas de Al Qaeda, de Osama bin Laden, contra las Torres Gemelas en Nueva York. Muchas llamadas de infortunados pasajeros de los aviones secuestrados y estrellados contra los edificios que tuvieron tiempo de comunicarse con tierra firme estaban encriptadas y después de tantos lustros han salido a la luz.
El hecho, sin duda, forma parte de la memoria histórica, no solo de los norteamericanos, sino del mundo entero. Uno de los aviones capturados fue el vuelo 11 de American Airlines, después de despegar de Boston con destino a Los Ángeles, que sospechosamente cambió su rumbo hacia Nueva York.
La sobrecargo Betty Ong, de 41 años, nativa de San Francisco y de ascendencia china, llevaba más de diez años trabajando en la industria, fue la primera en comunicarse desde un avión desaparecido con los controles de tierra. “Mi nombre es Betty Ong. Soy la número 3 del vuelo 11 de American Airlines. La cabina no contesta su teléfono, alguien fue apuñalado en clase ejecutiva y no podemos respirar en clase ejecutiva”. Unos minutos después pidió a tierra que esperaran: “Alguien viene de la clase económica. Aguarde un segundo, vuelven...”.
La comunicación, sin embargo, no se corta. Ong vuelve a hablar y repite que “no pueden entrar a la cabina, han tomado los controles y creo que han apuñalado al piloto”. Nydia Gonzales, la encargada de emergencias en tierra que mantiene el importantísimo contacto con Betty, le da fuerzas. “Estás haciendo un gran trabajo, mantén la calma. ¿Okey? ¿Tienes alguna información sobre los caballeros, los hombres que están en la cabina con los pilotos? ¿Eran de primera clase?”, le pregunta Gonzales.
“Estaban sentados en (los asientos) 2A y 2B”. Luego se sabría que cinco terroristas iban a bordo, entre ellos el desquiciado Mohammad Atta, el líder del grupo, quien se cree que en algún momento del secuestro ocupó el puesto del piloto después de asesinarlo y piloteó el avión hacia la primera torre del World Trade Center.
Poco antes del terrible impacto los radares observan que el avión está descendiendo vertiginosamente. Nydia le pregunta a Betty qué está pasando, si está ahí… Pero no tiene respuesta. “Parece que… parece que la perdimos…”, dice Gonzales. Más tarde, Nydia contaría lo último que le escuchó decir a la valiente azafata: “Recen por nosotros”. Noventa y dos ocupantes entre pasajeros y tripulantes y cinco extremistas murieron tras el impacto.
Este columnista recuerda como si fuera ayer esa terrible mañana del 11 de setiembre. Me había levantado temprano, porque en el cable había un programa norteamericano, creo que era ‘Today’, que transmitía conciertos de mañaneros en vivo. B-52′s, Pretenders y otros tocaban en las calles del Times Square.
Agarré el control remoto, sintonicé el canal norteamericano y me di con una imagen espantosa. No había concierto, solo escenas de una de las Torres Gemelas que se quemaba. La locutora señalaba que se había producido un incendio. Algo entendía de inglés.
Dudaban si había sido accidental o provocado, pero todavía no hablaban de algún atentado. Me quedé viendo y pensando qué iban a hacer los que estaban en los pisos superiores, pues el fuego parecía consumir por completo el piso sesenta y la torre tenía más de cien. La reportera seguía especulando, nadie sabía lo que ocurría realmente. Ya no quiero recordar cómo después alrededor de 50 personas empezaron a lanzarse desde los pisos de más altura, porque el fuego provocó temperaturas infernales de 1100 grados.
Eso también se filmó, se fotografió y las imágenes se difundieron, porque en ese momento los productores de las cadenas norteamericanas estaban en shock y no editaban nada. Después se supo que dos aviones más habían sido secuestrados. Uno se estrelló contra el Pentágono, donde fallecieron los 64 pasajeros y 125 militares.
Pero la última nave, el vuelo 93 de United Airlines, partió tarde y ya los pasajeros sabían de los atentados. Decidieron enfrentarse a los terroristas, pues ese avión tenía como objetivo el Capitolio o la residencia de verano del presidente en Camp David. Ese vuelo no llegó a destino, sino que se estrelló en un campo agrícola de Pensilvania. Han pasado 22 años.
Ahora hay Internet, Facebook, pero sobre todo YouTube y todo ha quedado registrado. La justicia tarda pero llega. El grupo Al Qaeda y su líder, Osama bin Laden, fueron aniquilados, el terrorista fue ‘cazado’ en su madriguera de Paquistán y sus restos fondeados en el mar.
Pero su cabeza fue cortada, refrigerada y llevada a la Casa Blanca porque los presidentes habían jurado que iban a tener en su escritorio la cabeza del terrorista que ocasionó tan diabólico atentado, el peor de la historia. Apago el televisor.
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