Francisco Morales Bermúdez y Julio Meléndez en la fotografía que pasó a la historia.
Francisco Morales Bermúdez y Julio Meléndez en la fotografía que pasó a la historia.

Mis lectores saben que este Búho es futbolero desde que tuve uso de razón. Entre mis iniciales recuerdos está mi ingreso por primera vez al Estadio Nacional. Tuve la suerte de tener a mi ‘Tío Kike’, hermano menor de mi viejita, que me llevaba al estadio. Y luego, dentro de mi oficio como hombre de prensa, ejercí el periodismo deportivo varios años, lo que me permitió asistir a muchos partidos clasificatorios en Lima y alguno en el extranjero.

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Soy de esos hinchas que sufrieron 36 años sin ver al Perú clasificar a un Mundial. Hoy comienzan otras ‘Eliminatorias mundialistas’ para la justa de Estados Unidos, Mexico y Canadá 2026. Hay chibolos que por primera vez irán al ‘José Díaz’ a ver un partido de tal magnitud como el Perú-Brasil o Perú-Argentina. Les aseguro que es una experiencia que nunca olvidarán, como este columnista que siendo adolescente tuvo la suerte de estar en el Estadio Nacional de Lima cuando Perú le ganó 2 a 0 al Chile de Carlos Caszely y Elías Figueroa en marzo de 1977, con goles del ‘Cholo’ Sotil y Juan Carlos Oblitas, y clasificó a la liguilla que nos llevó al Mundial de Argentina 1978.

Vibré en la tribuna norte y nos quedamos para los festejos

El presidente de facto, Francisco Morales Bermúdez, ebrio de patriotismo y whisky, bajó del palco a la cancha y se abrazó con el capitán Julio Meléndez, quien emocionado se sacó la camiseta recontra sudada y se la entregó. Morales, que estaba ‘movidazo’, se la puso encima de su guayabera.

Por los parlantes se escuchaba el ‘Contigo Perú’ de Augusto Polo Campos, en la voz del ‘Zambo’ Cavero y la guitarra de Óscar Avilés. A pesar de que faltaba una liguilla en Cali entre Perú, Brasil y Bolivia para saber quiénes serían los dos representantes de Sudamérica en el Mundial de Argentina, todos celebraron esa noche como si hubiéramos clasificado directamente a la justa mundialista. Y no se equivocaron, perdimos con Brasil 1 a 0, goleamos a Bolivia y clasificamos.

En 1981 seguimos las Eliminatorias para el Mundial de España 1982 en los televisores a color Sony, Panasonic, Quintrix, Phillips y el coreano Starex, y hasta el viejito técnico brasileño de Perú, Elba de Padua, Lima, ‘Tim’, salía en un comercial de Ajinomoto, con ‘el toque de sabor’, con jugadas de Barbadillo, Uribe y compañía. Con un equipazo que tenía como estrellas al ‘Diamante’ Julio César Uribe, Velásquez, Barbadillo, La Rosa, Cueto, Chumpitaz, eliminamos a Colombia y a la siempre poderosa Uruguay, a la que le ganamos 2 a 1 en un partidazo en el mítico Centenario de Montevideo.

La tarde que empatamos con Uruguay en Lima y clasificamos cantamos con mi mancha de ‘lagartazos’ de la Unidad Vecinal de Mirones, el himno de aquella Eliminatoria, la inolvidable composición de José Escajadillo ‘¡Perú, España 82!’. Brindamos con un trago que le pusieron para la ocasión ‘Ronco Tim’, en honor al técnico brasileño. Combinaba ron, Sprite y anisado, pasaba rapidito y dulcesito, pero era recontra trepador. Luego nos iríamos a ‘gorrear’ carro para llegar a Panamericana en la avenida Arequipa y de allí al óvalo de Miraflores.

En el 2017 estuve como periodista en el partido definitivo del repechaje contra Nueva Zelanda

A la que ganamos 2 a 0 con goles de la ‘Foquita’ Farfán y la ‘Sombra’ Ramos, que nos clasificó al Mundial de Rusia 2018. No pude festejar en el estadio porque tenía que escribir mi columna en una cercana cabina de internet de Petit Thouars. Luego enrumbé en mi carrito por toda la avenida Arequipa rumbo a Miraflores, como en los viejos tiempos, cuando en la Panamericana de ‘Papaúpa’ los hinchas hacíamos caravana para celebrar.

Muchos se salieron del estadio cuando cantaba Eva Ayllón su ‘Contigo Perú’, que sonó medio forzado, ya que nunca se le vio a la morena apoyar a la selección de manera espontánea, como mi tía Bartola desde la radio y la televisión. En el parque Kennedy, la ‘Calle de las pizzas’, los pubs y huariques de las dos primeras cuadras de la Calle Berlín, ‘de la Segunda Guerra Mundial’ (porque se tiran puras ‘bombas’), centenares de hinchas irradiaban alegría, las chicas regalaban besos, abrazos, parecía que las jarras de chela corrían por cuenta de la casa. A las tres de la madrugada ya se podían dejar ver hinchas tambaleantes, dormidos en las bancas.

Tuve una mala corazonada: ¿Cuántos de estos serán víctimas de las peperas? Pero el gordito Guille, un sereno en monopatín de Berlín, me dijo en confidencia: ‘Las peperas prometieron que si clasificaba Perú no iban a trabajar. Hasta ahora no se ha reportado ningún incidente’. A veces uno piensa ‘qué lindo sería si todos los días tuviéramos una felicidad así y no sufriéramos la terrible inseguridad ciudadana con los malditos de El Tren de Aragua y la delincuencia local. El país sería otro’. Pero este columnista la tiene clara. Ganar estos partidos nos regalan una alegría sana y hacen ilusionar al pueblo. Apago el televisor.

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