El fiscal, la presidenta y el espía’(Difusión)
El fiscal, la presidenta y el espía’(Difusión)

Este Búho, agotado tras la maratónica jornada dominical por la llegada del extraditado Alejandro Toledo, llegó a su casa y se dio un respiro viendo un notable documental de Netflix sobre un escándalo político argentino: ‘El fiscal, la presidenta y el espía’, dirigido por el inglés Justin Webster. El 18 de enero de 2015, el cadáver del fiscal argentino Alberto Nisman apareció en el baño de su departamento en Buenos Aires con un tiro en la sien. Investigaba el atentado con coche bomba contra la Asociación Mutual Israelí Argentina (AMIA) ocurrido en 1994, en el que murieron 85 personas y 200 resultaron heridas.

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Poco antes había denunciado ante la Justicia a la entonces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, por presuntamente encubrir a los iraníes autores del ataque terrorista a cambio de un pacto comercial con Irán. El documental empieza cuando la fiscal llega a la escena del crimen. El cuerpo del fiscal está en el baño y la puerta está trabada. Cuando la abren ven el cuerpo en el suelo en un gran charco de sangre. Todo parece indicar que se trataría de un suicidio. Pero algo no encajaba. Nisman había interrumpido sus vacaciones en España para viajar a Argentina para sustentar su acusación en dos días a la presidenta Fernández.

¿Cómo se iba a suicidar? El caso dividió a la Argentina. ¿Crimen o suicidio?: Todos los políticos, magistrados, periodistas, congresistas y fiscales dan su testimonio, inclusive el actual presidente Alberto Fernández, que se mostró a favor de la tesis del asesinato: “Hasta el día de hoy dudo de que se haya suicidado”, declaró para el documental. Nisman tuvo destacada participación en el juzgamiento de los cómplices argentinos de los terroristas iraníes y las valiosas imágenes del juicio y del salvaje atentado se muestran en el trabajo de Webster.

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A ocho años de su muerte, la justicia considera que Nisman fue asesinado y que el crimen estuvo relacionado con la denuncia contra la ‘Barbie’. Sin embargo, el asesinato no tiene un culpable material. Al igual que con el atentado, que sigue impune 28 años después, la posibilidad de esclarecer qué ocurrió parece cada día más lejana y los intereses políticos y de los servicios de inteligencia alrededor del caso demuestran que no funciona la justicia en Argentina o no cae la ley a quien ostenta el poder.

Solo están procesados un perito informático amigo del fiscal por haber llevado al piso de Nisman, en una lujosa torre del barrio de Puerto Madero, la pistola de la que salió la bala que lo mató. Los cuatro miembros de su seguridad por incumplimiento de los deberes de funcionario público. Dos de ellos, además, también deberán responder por presunto encubrimiento del crimen. Pero la investigación judicial se encalla a la hora de encontrar sospechosos y los políticos alimentan la grieta que divide a la ciudadanía.

La prueba clave para el fallo judicial fue un hallazgo de Gendarmería que concluyó que Nisman fue asesinado por dos personas y tiró por tierra otra pesquisa anterior, que sostenía que fue un suicidio. Pero el presidente Fernández, que ahora defiende a la expresidenta Cristina, consideró que esa prueba “parece carecer de todo rigor científico”.

El asesinato de Nisman fue un crimen político donde el gobierno de CFK [Cristina Fernández de Kirchner] estuvo claramente implicado”, sostuvo en su momento la diputada Elisa Carrió. “A los crímenes de Estado y a todos los crímenes hay que ponerles el cuerpo como simple testimonio de aquella frase de Isaías que dice ‘Justicia debes perseguir’”, sostuvo la legisladora.

La denuncia por encubrimiento que presentó Nisman contra la entonces presidenta y su canciller, Héctor Timerman, fue sobreseída en un primer momento, cuando el peronismo estaba en el poder y el fiscal muerto, pero se reabrió meses después, ya con Mauricio Macri como presidente.

Un juez a cargo procesó a Fernández de Kirchner a fines de 2017 y pidió la prisión preventiva, pero la orden quedó en suspenso por sus fueros como senadora. En diciembre, a pocos días de asumir como vicepresidenta, los jueces temerosos revocaron la prisión preventiva por considerar que no existían elementos que permitan pensar en un posible entorpecimiento o fuga por su parte, pero se mantuvo el juicio oral contra ella ‘por delito de lesa humanidad’.

‘El fiscal, la presidenta y el espía’ reavivó la discusión sobre si Nisman se suicidó o fue asesinado y sobre el rol oscuro de los siniestros servicios secretos en este caso y en la investigación alrededor del atentado terrorista de la AMIA. El espía, Antonio Jaime Stiuso, trabajó codo a codo con el fiscal en la búsqueda de respuestas al atentado terrorista y también en la denuncia posterior contra Fernández de Kirchner, pero a último momento como que se tiró para atrás.

En el documental, Stiuso aparece por primera vez frente a las cámaras, pero su declaración aporta más sombras que luces. A ocho años de la muerte de Nisman, la Justicia argentina sigue empantanada con un caso que dio la vuelta al mundo y que está atorado en las profundas cloacas del poder. En tiempos de escándalos políticos, este documental es de visión imprescindible. Apago el televisor.

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