Este Búho no se sorprende que un portento de adelanto científico como la Inteligencia Artificial (AI) se utilice para actividades siniestras. Sucedió en el colegio privado Saint George’s en Chorrilllos. Unos alumnos de quinto de secundaria son acusados de manipular fotografías de sus compañeras para luego venderlas por redes sociales.
Las imágenes obscenas habrían sido editadas con esta tecnología. Colocaron cuerpos vuluptuosos sobrepuestos con los rostros de las menores. El caso salió a la luz cuando una de ellas halló el material trucado en una computadora del colegio.
Eran cuerpos desnudos o con tanguitas, con los rostros pegados de doce colegialas. Estos montajes eran vendidos en Instagram o Facebook y obtenerlos costaba desde 20 soles. El lado más siniestro de la internet tiene un nuevo pasatiempo desde el 2022 en los Estados Unidos, cuando se detectó el uso de la Inteligencia Artificial para cambiar las caras de las actrices porno por las de celebridades o amigas suyas.
Los resultados son muy convincentes para crear porno falso con caras de archi famosas. Las primeras víctimas fueron la actriz Scarlett Johansson y la cantante Taylor Swift. Pero después se comenzaron a hacer montajes de personas cotidianas, la vecina o la enamorada de tu amigo o enemigo.
Un paso siguió a otro y llegó lo inevitable. Algún avispado creó una aplicación para hacer negocio de la maldad. Estos fotomontajes o videos son conocidos como ‘deepfakes’ (falsificaciones profundas) y son una nueva frontera para la pornografía no consentida.
¿Y lo peor de todo? La ley está entrampada. El pasado lunes los padres y compañeros de las víctimas del colegio chorrillano hicieron un plantón para exigir sanciones. Tienen tres pedidos: la expulsión de los infractores, que se brinde seguridad a las afectadas y que la Fiscalía de Familia investigue. Pero el director afirma que no se les puede expulsar salvo que se retiren por su propia voluntad.
Este columnista bendice los adelantos tecnológicos y me precio de ser un testigo privilegiado al haber transitado por el periodismo en su prehistoria, en su modernidad y en la revolución de las tecnologías. Ingresamos jovencitos a las redacciones de los periódicos donde escribíamos en gigantes máquinas de escribir con cintas y papel carilla. Esa escuela venía desde principios del siglo pasado.
Nada cambió hasta fines de los ochentas, en que llegó la modernidad con la computadora, primera gran revolución. Adiós papel carilla, cintas de máquina. Pero aún no había celulares y menos internet o YouTube. Eso vendría después, en el nuevo milenio. En comunicaciones estábamos atrasados. No había smartphones ni internet. En las comisiones salíamos a llamar por teléfono con nuestras fichas ‘rin’.
Si queríamos investigar una noticia, nos sumergíamos en el archivo de la Biblioteca Nacional para ver periódicos antiguos. No existía Google ni Wikipedia. Cuando no había movilidad, por escasez de gasolina, nos íbamos en micro. Recuerdo que nunca nos quejábamos pese a las duras condiciones de trabajo.
No había Canal N, así que teníamos que salir a cubrir las noticias y no verlas, como hoy lo hacen algunos, desde una cómoda redacción. Cuando uno salía a una comisión en el exterior no es como ahora, que de tu Laptop con internet mandas tu columna a tu diario.
Lo mismo hace el fotógrafo desde sus cámaras digitales. Por ejemplo, cuando me tocó cubrir la final de la Copa Libertadores entre Cruzeiro y Cristal en Belo Horizonte (1997), después del partido escribí en la redacción de un diario de la ciudad mi crónica y la mandé por fax.
Mientras el gráfico que tomó las fotografías en el estadio, volaba a ese periódico que nos apoyaba y revelaba los rollos y después escogía algunas y las enviaba por telex. Era un chambón estresante, había que salir volando del estadio. A veces los policías nos escoltaban, como sucedió aquella vez en Brasil.
Al día siguiente nos regresábamos a Lima. Escribí una crónica en el avión a lapicero y cuando bajamos a hacer escala en Sao Paulo la mande por fax a Lima y salió publicada al día siguiente. Hoy una laptop y una cámara digital y ‘san internet’ nos ahorran todo el trabajo.
Vivimos épocas de una revolución tecnológica en las comunicaciones sin parangón. Los diarios digitales, con sus ediciones en tiempo real, videos y programas en vivo son un medio de comunicación completo: con prensa, radio y TV al mismo tiempo.
Uno nunca dejará de resaltar el papel de las tecnologías. Aunque unos zamarros de ese colegio chorrillano estén utilizando la Inteligencia Artificial para hacer maldades que no deben quedar sin castigo. Apago el televisor.
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