Este Búho lee un reporte desde Estados Unidos donde Joran van der Sloot confirma a la justicia de ese país que es el asesino de la joven Natalee Holloway, quien durante su viaje de promoción a Aruba en el 2005 desapareció misteriosamente después de salir de una discoteca con el neerlandés y dos amigos. Debo ingresar al ‘túnel del tiempo’. En ese entonces las investigaciones llevaron a la detención de Van der Sloot después que sus compinches señalaron que lo dejaron solo con la muchacha en la playa.
Durante los interrogatorios entró en muchas contradicciones. El padre del criminal, un abogado influyente en su país, logró que obtuviera su libertad y se desestimaran los cargos a los dos años, bajo el argumento de ‘no body, no case’ (sin cuerpo no hay juicio).
El caso tuvo una gran repercusión en Estados Unidos y los padres de la joven removieron cielo y tierra en Aruba para encontrarla. Se ofrecieron recompensas. Se decía que la había ‘vendido’ a tratantes de blancas, que la ‘había lanzado al mar’ o que estaba enterrada en algún lugar inaccesible.
Mientras, el padre del sospechoso, para alejarlo del ruido mediático, lo envió a Holanda (ahora Países Bajos) a estudiar en la universidad. Allí, el psicópata, fumando un ‘troncho’, le contó a un ‘taxista’ -era un reportero encubierto- que lanzó a la chica al mar desde un bote, en un lugar donde nadie la encontraría.
Fue el programa más visto de la televisión de ese país. Estalló el escándalo internacional, pero Joran se defendió asegurando que mintió porque pensaba que el ‘taxista’ era un vendedor de drogas y quería caerle bien ‘contándole una buena historia’.
De regreso a Aruba en junio del 2010, Van der Sloot demostró toda su calaña. Se comunicó por correos electrónicos con la mamá de Natalee Holloway y le exigió 25 mil dólares para revelarle el lugar donde se encontraba su hija. La mujer, desesperada, accedió a mandarle el dinero.
Pero la información que recibió era falsa. Una vez más se burló del dolor de una familia. Con el dinero, el también ludópata compró un pasaje a Lima para participar en el Campeonato de Póquer de un Casino de Miraflores. Todo mientras la familia de la muchacha desaparecida lo denunciaba ante la Policía y un juzgado de Alabama le abrió proceso por ‘fraude y extorsión’.
Se allanaba el anhelado proceso de extradición a Estados Unidos, el gran terror del criminal. Pero el 30 de mayo del 2010 conoció en el casino miraflorino a Stephany Flores, estudiante de la Universidad de Lima, hija del conocido corredor de autos, empresario y candidato presidencial Ricardo Flores, ‘Riflo’.
Stephany, asidua a los casinos, entabló conversación con el extranjero y este, al ver que la muchacha ganó cinco mil soles, la invitó a su hotel que estaba a pocas cuadras del lugar. Uno de los testigos que declaró a la Policía que vio al holandés ingresar con Flores a la habitación fue el salsero Roberto Blades, alojado en el mismo hotel.
Dentro de la habitación, el feminicida le destrozó la cabeza a Stephany a golpes con una raqueta de tenis. Inmediatamente, le robó el dinero y huyó a Chile. Detenido en Viña del Mar, fue extraditado a Perú y tuvo el cinismo de dejar una carta donde señalaba que ‘esperaba que los padres de Stephany puedan albergar el perdón en sus corazones’. Eso sonó a burla.
Condenado a 28 años de prisión por la muerte de la universitaria limeña, siguió haciendo de las suyas en el penal de Ancón, donde organizaba partidas de póquer. En 2014 agredió a otro recluso y fue transferido a la prisión de máxima seguridad de Challapalca, a 4 mil metros en la sierra de Tacna.
Una tarde recibió la visita de unos norteamericanos que dijeron que llegaban de parte de sus amigos de Aruba. Relajado y eufórico por los regalos, les confesó: ‘Siempre le he mentido a la Policía, nunca les dije la verdad. Hice tantas historias contra la Policía, yo nunca dije todo. La Policía nunca sabía lo que tenían que preguntarme. Creo que fue una de las peores investigaciones policiales”.
Joran van der Sloot les habló sobre la desaparición de Natalee Holloway sin saber que eran periodistas de Radar Online y National Enquirer, y era grabado por una cámara oculta. ‘¿Usted está hablando sobre el caso de Natalee Holloway?’, le preguntaron.
‘Sí, también soy culpable y acepto todo lo que he hecho’, confesó el holandés en un video de 51 segundos grabado en Challapalca. Con esa grabación la justicia norteamericana reactivó el pedido de extradición para juzgarlo por fraude y extorsión. El procedimiento duró años, pero más vale tarde que nunca. Apago el televisor.
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