Portada de "Las cartas del boom" (Alfaguara, 2023).
Portada de "Las cartas del boom" (Alfaguara, 2023).

Este Búho se sintió un privilegiado fisgón cuando leyó el libro ‘Las cartas del Boom: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa’. Un volumen que contiene 207 misivas de estos genios integrantes del llamado ‘Boom de la literatura latinoamericana’ que, gracias al impulso de la revista literaria francesa ‘Nuevo Mundo’ y la editorial española Seix Barral, expandieron sus novelas no solo al mercado hispanoamericano, sino por las traducciones a más de cuarenta idiomas en todo el mundo.

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El más celoso fue el mexicano Carlos Fuentes (1928-2012), autor del clásico ‘La muerte de Artemio Cruz’ (1962), quien conservaba una copia de las que enviaba y las que recibía. Vargas Llosa (Arequipa, 1936) siempre conservó las que recibió porque sabía del valor para la posteridad de las cartas, pues tenía como uno de sus libros de cabecera ‘Las cartas escogidas’ (1888-1922) de Marcel Proust, su idolo de juventud. El argentino Julio Cortázar (1914-1984) y el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) no dieron mucha importancia a las cartas que recibieron.

Cortázar reconoció que las destruía y ‘Gabo’ culpaba su pérdida a sus constantes mudanzas intercontinentales. En 1965, Fuentes, desde París, llega a ofrecerle trabajo a ‘Gabo’ que se quejaba de que estaba misio y todavía no se publicaba ‘Cien años de soledad’. Los cuatro ya vislumbraban lo que iba a significar el ‘boom’ latinoamericano en la literatura universal.

GARCÍA MÁRQUEZ LE ESCRIBE A VARGAS LLOSA

García Márquez le escribe a Vargas Llosa: “Ahora, al leer una detrás de la otra ‘El siglo de las luces’, ‘Rayuela’, ‘El coronel no tiene quien le escriba’ y ‘La ciudad y los perros’, me siento confirmado en este optimismo: creo que no hubo el año pasado otra comunidad cultural que produjera cuatro novelas de ese rango”. El arequipeño le responde desde París, fustigando contra las novelas ‘nouveau roman’ europeas: “La narración está hoy en América Latina y ahí tienen que nacer la energía, los mitos, los procedimientos capaces de salvar el género, que aquí en Europa todos parecen decididos a liquidar de un modo o de otro. D

e veras consterna leer las novelas francesas contemporáneas: son de una frivolidad irritante y uno sale de ellas medio asfixiado de aburrimiento. De ninguna manera podemos admitir que estos babosos hagan con la novela lo que hicieron con la pintura”.

Las efervescencias de la política no podían estar ajena a estos intelectuales internacionalistas. Hasta 1971, los cuatro apoyaban firmemente a la revolución cubana, hasta que estalló el ‘Caso de Heriberto Padilla’, el poeta militante de la revolución encarcelado por Castro y obligado a pronunciar una humillante ‘autocrítica’ pública tras ser sometido a torturas. Vargas Llosa y Fuentes firman un manifiesto protestando por el atropello de Fidel. ‘Gabo’ y Cortázar no firman el manifiesto, lo que significaba un apoyo al barbón que ya se vislumbraba como un dictador.

La amistad entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa
La amistad entre Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa

Solo Cortázar le escribe a Fuentes justificando su postura: “Me pareció que era una pura pérdida de contacto con una realidad harto más compleja de lo que puede parecer a vista de europeos (...) el hecho de que la revolución cubana sigue siendo algo que en esencia difiere de lo que pasa en nuestros múltiples gorilatos y eso me obliga a estar con ellos, sin callar mi punto de vista”. En 1967, ya consagrado y viviendo en un barrio residencial de Barcelona, el colombiano escribe a Fuentes. A pocos meses de la salida de ‘Cien ños de soledad’ le dice ‘sigue vendiéndose como salchichas y ya sale la cuarta edición (...)’. Y que: “Para mí que el famoso Boom no es tanto un boom de escritores como un boom de lectores”.

Ese mismo año ‘Gabo’ le escribe a Mario para contarle un chisme maledicente sobre que el arequipeño se había suicidado y recibió no menos de cincuenta llamadas para que confirme la trágica información: “Estalló aquí la noticia de que te habías pegado un tiro. Aunque el rumor parecía completamente loco, tuve unas horas de dudas, porque yo, que soy el antisuicida por excelencia, entiendo que uno se vuele la tapa de los sesos, de pura rabia, en uno de esos horribles atrancones que se encuentran en mitad de una novela”. En 1969, Cortázar recibe la noticia del suicidio de José María Arguedas. El autor de ‘Rayuela’ había tenido meses antes una áspera polémica con el entrañable escritor de ‘Todas las sangres’ y lo había maltratado. La última carta es premonitoria.

Se la dirige Carlos Fuentes a ‘Gabo’ dos meses antes de su muerte, en marzo del 2012: “Muy querido Gabriel: ¡Felicidades por tus 85! ¡Pensar que nos conocimos hace medio siglo! Nuestras vidas son inseparables. Te agradezco tus grandes libros. Tu cuate, Carlos Fuentes”. Luego agrega: “Guarda esta carta para que después la vendas a Harvard”. Apago el televisor.

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