a lo largo de su exitosa carrera literaria, ha cosechado disímiles opiniones, justas o injustas, en torno al valor de su obra. Pero en lo que todos, admiradores y detractores, coinciden es que es un extraordinario ‘marketero’. Y lo demostró desde su ópera prima ‘No se lo digas a nadie’ (1994). Allí, antes de cumplir los treinta años, exorcizó los demonios de su autobiografía, retratando a un puñado de personajes en una llamada ficción que más parecía calcada de la realidad de su intenso pasado juvenil.

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Eso incentivó el morbo de la Lima pacata de entonces, que se dedicó a señalar quién era quién en esa novela que mostraba casi con nombre propio a los famosos personajes masculinos que compartieron intimidad con el terrible Joaquín Camino, ‘alter ego’ de Bayly.

Fue un boom de ventas y lo colocó en la órbita de las plumas reconocidas de Latinoamérica en España. Hoy el ‘Tío terrible’ está en Lima para presentar su reciente novela ‘Los genios’, en la Feria del Libro de Lima (FIL) este 22 de julio.

Jaime Bayly: entrevista exclusiva TROME
Mira la entrevista exclusiva a Jaime Bayly.

Una obra que en la superficie bucea en los orígenes de la destrucción de la gran amistad entre los premios , cuyo punto de quiebre fue el terrible puñete que el peruano le propinó al colombiano ante decenas de personas en el ‘avant première’ de la película ‘Los cachorros’, en la puerta de un cine en México D. F. en 1976.

Pero en las profundidades presenta ‘ficcionadamente’ algunos pasajes de la biografía no solo de su exmentor, Vargas Llosa, sino de su esposa Patricia y su hijo Álvaro, a quien retrata en una escena de humillante castración.

La única respuesta que profirió el autor de ‘La ciudad y los perros’ sobre la obra del ‘Francotirador’ fue: “Es una sarta de mentiras”. Bastaron esas palabras para que la novela de Jaime, que según él fue rechazada por su importante editorial y otras de ese nivel en España por veto expreso de Mario, se volviera tendencia en los países de habla hispana. Jaime había conseguido su objetivo, que su supuesta ‘víctima’ le brindara una fabulosa publicidad gratuita.

Un periodista de le preguntó sobre ese episodio que involucra a su examigo Álvaro en su conferencia de prensa de ayer. “Álvaro era mi amigo, no le conviene seguir siendo amigo mío… Ese es uno de los misterios del arte, el creador no tiene idea racional de por qué escribe lo que escribe, pero si me apuras, te diría que tiene que ver con un personaje que escribió Vargas Llosa, papá, un personaje que se llama Pichula Cuéllar. De niño es atacado por un perro en el colegio. Es una escena memorable, que perdura en mi imaginación y es por eso que yo quise meter ahí a Pichula Cuéllar en ‘Los genios’”, afirmó.

‘Los Cachorros’

A este columnista le parece que fue ayer cuando, aún adolescente, devoraba asombrado la novela corta pero no menos genial: ‘Los cachorros’ (1967). Nos mostraba con lupa el enrevesado universo psicológico de la adolescencia y, principalmente, de su protagonista, Pichula Cuéllar.

Mario coincidió con Truman Capote, que se inspiró en una noticia en el ‘New York Times’ sobre la muerte de una familia en Kansas, para escribir su monumental ‘A sangre fría’. El arequipeño tomó el argumento de su novela de una pequeña noticia en un periódico vespertino. En los extramuros de Lima, un perro chusco y hambriento había mordido a un niño en su miembro viril y se lo había tragado.

Con el premio Rómulo Gallegos bajo el brazo, nos presentó una historia ‘vargasllosiana’. El autor estudió en un colegio de curas salesianos, en La Salle, en el barrio popular de Breña; Pichula Cuéllar también estudia en un colegio religioso de Miraflores, el Champagnat.

El autor recreó brillantemente un mundo propio y ajeno. Así empieza la novela que se anuncia con una técnica innovadora: ‘Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles, voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al colegio Champagnat...’. Solo destaca por el lado académico.

Pero en esa microsociedad infantil, los futbolistas eran líderes. Alberto ‘Toto’ Terry, un ‘gringo’ miraflorino, era el ídolo de los hinchas de la ‘U’ y de las chicas en los estadios. En verano, Cuéllar se entrena para ingresar a la selección, regresa hecho un crack y hace una entrañable amistad de ‘collera’ con Choto, Chingolo, Lalo y Mañuco.

Ellos son ‘los cachorros’. Una tarde, después de entrenar, el feroz perro del colegio, Judas, ingresa a las duchas donde se bañaban los adolescentes, todos huyen por las ventanas y el can ataca a Cuéllar en una zona terrible. Con la castración se produce una transformación física, pero también psicológica en el muchacho, pues deja de lado los libros, se dedica a los los gimnasios, a correr tabla, carros, con instintos suicidas.

Muchos jóvenes de ahora no han leído ‘Los cachorros’ y deberían. Son novelas que marcan, como lo marcaron al ‘Tío terrible’, que involucró en una escena de castración a su antiguo amigazo Alvarito. Apago el televisor.

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