Este Búho se alegra de que ‘maestras’ del periodismo de espectáculos como Carla Chevez Lavado, con experiencia de varios lustros en el oficio, quien ostenta miles y miles de kilómetros de recorrido haciendo calle y entrevistas de impecable factura, ahora incursiona a dar ‘cátedra ‘en las plataformas digitales de con su programa Llega en el momento justo, cuando no todo lo que encuentras en las redes vale la pena.

Es más, se ha ‘maleado’ demasiado el ciberespacio, si no que lo diga la gente decente que opina que el Twitter se ha convertido en un desagüe por culpa de especímenes de todo calibre. En estos tiempos en que cualquiera puede acceder al uso de las facilidades tecnológicas para abrir su canal en YouTube, algunos lo hacen con talento, rigurosidad, ingenio y tienen reconocimiento, pero también hay muchos payasos que se creen ‘periodistas’ y hacen papelones o mal uso de su ‘canal’ para hacer negocios y hasta ‘acosar’ a jovencitas. Otros son incapaces de autorregularse e inundan de lenguaje coprolálico sus programas, se burlan de los comentarios de sus seguidores, arman patéticas broncas, cualquier cosa con tal de que les manden un ‘Yape’.


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‘La Chévez’ es grano fino de exportación. Acaba de debutar ayer con su programa en Facebook y YouTube de Trome con una reveladora entrevista al versátil comediante e imitador Alfredo Benavides, quien tiene personajes de antología. La entrevistadora le sacó muchas confesiones. Reconoce que a los 17 años fue el primer colágeno de la televisión con Roxana Ávalos, pues ‘ella tenía 33 años’. Efectivamente, un chiquillo Alfredo, hermano de Jorge Benavides, que iba al ‘gallinero’, viejo local donde se grababa ‘Risas y salsa’ en la ‘Esquina de la televisión’ de Panamericana, en la avenida Arequipa.

A este Búho, en el lejano 1988, le tocó trabajar en una revista que ahora yace en el cementerio de papel, ‘Tele Color’, con Iris Samanamud, Johnny Obregón y su hermana Marita como directora. Era la primera vez que hacía espectáculos, pues había transitado por política, policiales y suplementos en otros diarios. Me mandaron, en la mañana, a las grabaciones de ‘Risas y salsa’ de Panamericana. Todavía no se grababa en el Coliseo Amauta, sino en la avenida Arequipa, en un sótano lúgubre, entre trastos y muebles viejos.

Llegué nervioso, pues no conocía a nadie

Fue allí que me abordó la popular Roxana Ávalos. ‘Amiguito, ¿eres nuevo, no? ¿De qué medio eres?’ A partir de ahí me ‘agarró camote’ y fue mi puerta de acceso al mundo de la comicidad, presentándome a los famosos. A veces tomábamos un café en ‘Berisso’ y me contaba anécdotas, pero todo en buena onda. Ávalos era también una actriz versátil, sería la inolvidable ‘Guardia Serafina’, la chica ‘Trifi trafa’, la ‘Piquichona’ de ‘Requetetulio’, ‘Las vecinas’ con Patricia Alquinta y Ricky Tosso.

Su triste deceso se produjo por un cáncer pulmonar en el año 2000. El set de ‘Risas y salsa’ era alucinante. Imagínense el equipo que comandaba, primero Aldo Vega y luego Guille. El líder del grupo era el carismático Adolfo Chuiman, a quien le daban las mejores imitaciones (Miguel Bosé, Juan Gabriel) y creaciones como el ‘pícaro Manolo’, quien decía ‘¿quién soy yo?’, y ‘Machucao’ (Elmer Alfaro) respondía ‘¡¡papá!!’. El equipo lo integraban Efraín ‘Betito’ Aguilar, Raúl Beryón, Rodolfo ‘Felpudini’ Carrión, Elmer Alfaro, Antonio Salim, Mabel Duclós, Amparo Brambilla, Analí ‘Chelita’ Cabrera, Silvia Bardales, Álvaro Gonzales, Alicia Andrade, ‘Petipán’ y el ‘Ronco’ Gámez, entre otros grandes de la comicidad.

Había mucho profesionalismo y todos respetaban a Guille

Este Búho se mataba de risa en un rincón donde me había ‘encaletado’ gracias a la ‘Guardia Serafina’. Entre los sketches destacaban ‘El jefecito’, ‘La banda del Choclito’ y había romances en el set. ‘Chelita’ se destapó con su gran baile de Michael Jackson. En ese entonces, ya la veía conversar muy acaramelada con ‘Felpudini’ y me rascaba la cabeza. ¿Qué le vio al popular ‘Lonchera de perro’? (porque era puro hueso). Pero ahí demostraba que era una mujer que le daba más peso al ser humano, que hay dentro y no por fuera, ni por billetera gruesa.

A inicios de los noventa se mudaron a trabajar a un local mucho más cómodo en el Coliseo Amauta. En 1994 ya la ‘Guardia Serafina’ y Alfredo eran pareja. A la Ávalos sus compañeros la vacilaban: ‘Robacunas, prepárale el biberón al niño’. Se les veía muy enamorados. Pero el amor de la vida de Roxana era su hijo Christofer, quien, según Alfredo, le ‘hizo la guerra’ durante su relación. ‘Café con la Chévez’ me hizo ingresar al túnel del tiempo. Apago el televisor.

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