Este Búho habrá nacido de noche pero no anoche. No me cabe ninguna duda que el proyecto de ley aprobado por el Congreso, presentado por el oscuro legislador de Perú Libre, Segundo Montalvo, que busca imponer años de cárcel efectiva y altos pagos de reparaciones civiles por delitos de difamación, es una ley con nombre propio que busca directamente acallar a la libertad de expresión y amenazar al periodismo, que es el único que saca a la luz casos de corrupción a todo nivel, y de un tiempo a esta parte, de los parlamentarios, como las ‘mochadoras’ de sueldo de sus trabajadores.
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Resulta sospechoso que 69 congresistas de las más disímiles bancadas se hayan unido para aprobar el abuso en primera votación, sin debate y en solo diez minutos. Esta, increíblemente, contó con el respaldo de legisladores de todas las bancadas y el apoyo unánime de grupos parlamentarios como Perú Libre, Acción Popular, Alianza Para el Progreso, el Bloque Magisterial, Renovación Popular, Perú Bicentenario y Somos Perú.
Es decir perro, pericote y gato. Izquierda, derecha y centro, con la excepción de la bancada de Fuerza Popular, que los periodistas debemos reconocer. ¿Es coincidencia esa alianza contra natura? Definitivamente la prensa es como una piedra en el zapato para quien ostenta el poder. A todo nivel. Sean presidentes, ministros, funcionarios y congresistas.
Puedo entender que los denunciados por actos ilícitos hayan sido los primeros en colocar su dedo en verde para votar a favor del proyecto sustentado por el impresentable castillista Américo Gonza. ¿Acaso no fue la legisladora Cordero Jon Tay, hoy a punto de ser desaforada, la que gritaba que los periodistas la estaban difamando cuando la filmaron y grabaron gritándole misma ‘marca’ a un empleado suyo ‘¡vamos al cajero!’?
Qué pasaría si con esta ley que se pretende aprobar, la misma congresista decide enjuiciar al periodista que la investigó por ‘difamación’ y la demanda cae en un juzgado que presidiera un juez tipo el ‘hermanito’ César Hinostroza. Con esta ley el periodista iría derecho a una injusta cárcel y pagaría una monumental reparación civil.
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Congresistas que decepcionaron al Búho
Algunos congresistas que han decepcionado a este columnista, como Gladys Echaíz y el general Roberto Chiabra, votaron a favor de esta ‘ley mordaza’. ¡Y todavía Chiabra aspira a ser presidente! Ambos se escudan al decir ‘si no difaman, no tienen que preocuparse, esta ley es para los difamadores’. Por favor, si lo primero que gritan los corruptos cuando la prensa desnuda sus ‘chicharrones’, es acusar al periodismo que los está ‘difamando’ y les ‘clavan’ querellas aceptadas por sospechosos jueces.
¿Qué periodista de investigación no tiene un juicio de un político corrupto, un narcotraficante, un estafador? La ley actual es deficiente porque insiste con el delito de difamación en el plano penal, cuando las legislaciones de otros países avanzados la llevan al plano civil, aplicando penas que contemplan pagos de reparación económica y trabajos comunitarios, como sea el caso. Eso deberían cambiar, no pedir cárcel.
La libertad de expresión es uno de los pilares del sistema democrático. Sin ella, por ejemplo, en Estados Unidos una denuncia periodística del ‘Journal Street’ no hubiera originado que el millonario expresidente norteamericano Donald Trump fuera denunciado por la Fiscalía de Nueva York por el pago de una ‘hot dance’ con dineros de campaña.
Para el impresentable Américo Gonza y los otros 68 congresistas que lo apoyaron ‘hay que cuidarse las espaldas’ de la prensa, como si el periodismo fuera culpable que haya corrupción, pillerías, en las altas esferas del poder. El ejemplo de Cuba, Nicaragua y Venezuela, países de economías paupérrimas por culpa de la corrupción de sus gobernantes, es patético.
Allí no hay libertad de expresión y los valientes periodistas están en la cárcel o exiliados o muertos. El Congreso tiene una segunda oportunidad, en la nueva votación, de votar en contra de esta aberración. Esperemos que vuelva la cordura y los legisladores de trayectoria limpia le den vuelta a este intento vergonzoso de atemorizar a la prensa. Apago el televisor.
