Este Búho se consternó con la noticia de la muerte de un ícono de la música popular peruana: Milagros Soto Rivas, la recordada Princesita Mily, quien fuera cantante del legendario grupo Pintura Roja durante las épocas gloriosas del ‘boom’ de la cumbia andina o música chicha, a inicios de los ochenta, junto con Los Shapis.
Este columnista tiene que ingresar obligatoriamente al túnel del tiempo: 1984. Mi pata, el erudito estudiante de Antropología sanmarquino, Arturo Alvarado Chico, llegó al Patio de Letras hablando de un grupo ‘chichero’ que causaba sensación en los llamados ‘conos’ y que era liderado por una escultural jovencita de 18 años de voz melodiosa, a la que llamaban Princesita Mily. Alvarado estaba sorprendido de su ‘descubrimiento’.
“El público chichero es machista —decía—, pero la Princesita se mete al bolsillo a miles de seguidores”. La historia de Pintura Roja y Mily la comenzó ‘el maestro de la cumbia’, Alejandro Zárate, nacido en Huarochirí, creador del grupo. “Todo comenzó en 1968 —recuerda don Alejandro— cuando formé un grupo de cumbia, Los Dinámicos. Pero en 1979 ingresé a la Marina.
Al salir en 1983, formé Pintura Fresca, pero un día se derramó un balde de pintura roja sobre una banderola y decidí cambiar de nombre y Pintura Roja nos dio suerte. Mily era hija de un músico de Los Dinámicos. Cuando le propuse que sea la vocalista, me costó convencerla porque tenía dieciocho años y a ella le gustaba más el rock, pero aceptó luego de que sus padres lo aprobaran.
Cuando grabamos los temas ‘Dónde estás’ y ‘Llorarás’, en la disquera no querían, tenían dudas y puse dinero para que se logre este proyecto que tardó un año y tres meses en ver la luz. El disco se convirtió en un boom y a los dos días la esposa del dueño de la disquera me dice: ‘Tenemos que grabar un long play con doce temas’.
Ahí empezó toda la historia y en 1985 fuimos catalogados como ‘la revelación del año’. Hoy día las mujeres pueden decir con orgullo, soy chichera, cumbiambera, porque el camino ya estuvo afirmado por Mily”.
Es increíble que en solo tres años en los que permaneció como vocalista (1984-1986 y 1989) Mily catapultó los temas más emblemáticos del grupo: ‘El teléfono’, ‘El chinito’, ‘Amor de verano’, ‘Navidad’, ‘Petiso’ o ‘Te quiero hablar de amor’.
Donde su música ‘rompía’, pero arriesgaban la vida por el terrorismo senderista. Una vez recordó un terrible episodio. “En esos años nos contrataron para una presentación en Ayacucho. La fiesta era organizada por ‘ronderos’ de un pueblo que estaba bien adentro. Un camión militar nos recogió y llevó al lugar. Cada cinco minutos los militares lanzaban ráfagas de sus armas al aire. Temblaba y le pregunté a un soldado: ‘¿Por qué hacen eso?’. ‘Les estamos avisando a los terrucos para que estén advertidos que vamos con ustedes y no podrán interrumpir porque es una fiesta para el pueblo’. Esa vez nos quedamos unos días más porque era mortal salir del pueblo”.
En 1987 abandonó el grupo e ingresó la Muñequita Sally y ella formó Halley, donde grabaría los recordados temas ‘Más me pegas más te quiero’, ‘Cruel traición’, ‘Soñé que regresabas’ y ‘Vuelve’. Pese al éxito, los seguidores de Pintura Roja reclamaban su regreso.
En 1989 vuelve a la agrupación, que tenía como guitarrista a Johnny Orosco, con quien vivirá un volcánico aunque fugaz romance. El fin de la década encuentra a Mily con una hija recién nacida, confundida. Ella definió esa etapa de su vida: “De chibola uno comete estupideces, aunque de esos errores llegó algo increíble a mi vida: el Señor”. Desde hace 23 años se había convertido al cristianismo y predicaba gratuitamente desde su Facebook.
A veces subía algunos videos de su época de Pintura Roja, pero cantaba fundamentalmente canciones cristianas. A muchos les costaba verla con pantalones anchos, chompas y no ropas ceñidas, falditas, de su emblemática época de cumbiambera. También trataba de mantener un perfil bajo, como que quería dejar atrás esa época de locura juvenil de su etapa de cantante chichera.
La señora Soto Rivas había emprendido un negocio familiar de catering para eventos, también realizaba presentaciones artísticas, con lo que le iba muy bien hasta que llegó la desgraciada pandemia. Asimismo, comenzó a tener serios problemas de salud, pero ni siquiera a su maestro Alejandro Zárate le reveló qué mal la aquejaba. “Esa maldita enfermedad no solo afectó su salud, sino también su economía”, reveló el músico.
Su mayor satisfacción fue ver que su imitadora en ‘Yo soy’ ganara la edición 30 del concurso en el 2021. En una de sus últimas entrevistas confesó con alegría: “Adultos adinerados me dicen que les gusta Pintura Roja porque las empleadas del hogar de sus casas les hicieron escuchar nuestros temas cuando ellos eran niños”.
Adiós, querida Princesita, seguro estarás armando un conciertazo de Pintura Roja arriba en el Cielo con San Pedro, junto a la Muñequita Sally y Johnny Orosco. Apago el televisor.
Contenido GEC