A este BÚHO no le sorprende lo que sucede con Martín Vizcarra. Más de treinta años como periodista me permiten desconfiar de las palabras de los políticos. Estos ojos de reportero han visto de todo. Por eso no me reúno a tomar café con ellos ni son mis ‘amigos’. Siempre he pensado que mientras más alejado del poder, será mejor.
Tampoco hago asesorías ni formo parte de cofradías. El entonces mandatario en octubre del año pasado, cuando ya la cifra de muertos por coronavirus se acercaba a 50 mil, la de contagios sobrepasaba el medio millón y el oxígeno escaseaba y había compatriotas que morían por asfixia en las puertas mismas de los hospitales o en la calles, el moqueguano, secretamente, corrió a vacunarse junto a su esposa y, ahora se sabe, su hermanito.
El nombre de Vizcarra nunca estuvo en esa lista de personal médico héroe. Ni entre los 12 mil voluntarios. Sus palabras textuales: ‘Tomé la decisión valiente de sumarme a los voluntarios’, es un vulgar embuste. El presidente, éticamente, por tratarse de un experimento y sin haber un contrato de por medio, al inocularse, de una u otra manera estaba condicionando un favorecimiento, a pesar de que habían otros laboratorios ingleses, rusos, norteamericanos.
Además, se sabía que la medicina china era de ‘media tabla’ con 70 % de eficacia, menor a otras. O sea que Vizcarra, al inocularse en dos oportunidades, estaba cayendo en un ‘conflicto de intereses’. Con razón que por ese tiempo el Gobierno le dio la espalda al ‘Comando Vacuna’ que jefaturaba Carlos Neuhaus, que tenía contactos para hacer como hizo Chile y asegurar contratos con los principales laboratorios con el fin de recibir las dosis en diciembre de ese año. Vizcarra, según analistas, quería ‘negociar’ personalmente con los chinos. Saquen sus conclusiones.
Fue ‘viveza criolla’ y no sacrificado ‘voluntariado’ lo que hizo el moqueguano que se fue calladito a vacunarse con su esposa y su hermano mayor. Poco más y se traía a toda su ‘batería de su provincia’, ‘la banda del pisco’. Por más que los trolls pagados salgan a defenderlo en redes sociales como una fieras, nada podrá limpiar su imagen. Lo suyo es vergonzoso e indignante.
Los miles de peruanos que sufren por oxígeno y se mueren buscándolo, no se lo perdonan. Para cerrar este caso, la Universidad Cayetano Heredia lo desautorizó y tajantemente señaló que jamás integraron la lista de 12 mil voluntarios. Fue una vacunación de alguien que dijo ‘sálvese quien pueda’ sin importarle que esas tres vacunas podían servir a tres médicos intensivistas, muchos de los cuales murieron cumpliendo heroicamente con su deber en hospitales del país.
Los ministros del actual régimen de Francisco Sagasti, como la canciller Elizabeth Astete, también se inocularon ¡en enero y en plena segunda mortal ola! Lo peor es que solo confesó su ‘pecadillo’ cuando le dijeron que se iba a publicar la lista de los funcionarios vacunados y tuvo que renunciar.
Lo mismo pasó con Pilar Mazzetti, la ministra de Salud que también se había vacunado a espaldas del país. Lo escandaloso es que solo días antes había jurado que no se había aplicado la vacuna, pues primero tenía que hacerlo el personal de salud que día a día atiende a los contagiados. Solo al último ella lo haría. ¡Increíble!
Moraleja: recién Francisco Sagasti, acorralado y desesperado, hace lo que escribió este sencillo columnista cuando asumió la presidencia. Que formara un gabinete de ancha base con un premier experimentado, recto y que le diera apertura política. Aquí pueden leerlo, los archivos no mienten.
Hasta le di el nombre -repito, allí están los archivos- Allan Wagner. Pero prefirió colocar a un ejército de amigotes, izquierdistas de cafetín. Ahora, salpicado por el escándalo de las vacunas, coloca a Allan Wagner como canciller. Pero ya el daño está hecho. Apago el televisor.