Este Búho asiste, empujado por la curiosidad y las recomendaciones de muchos colegas, al estreno de la película ‘Pedro Páramo’, basada en el monumental libro del escritor mexicano Juan Rulfo. Con bajas expectativas, aproveché el fin de semana para ver con detenimiento la producción de Netflix. Son pocas las producciones audiovisuales que han logrado con acierto plasmar en imágenes las palabras de un libro. Ponerles rostro y voz a personajes y la atmósfera exacta a escenas que solo existieron durante décadas en la imaginación es un reto inmenso, casi imposible. Y en su mayoría son fiascos que terminan decepcionando a los lectores. Por eso mismo, el colombiano Gabriel García Márquez prohibió la materialización al cine de su obra cumbre ‘Cien años de soledad’, la que finalmente será lanzada por la plataforma de streaming dentro de pocos meses gracias al jugoso contrato que firmaron los hijos del premio Nobel. “Está bien hecha”, me dijo un compañero de la redacción. “Sí, le hace honor al libro”, me diría un lector puntilloso. No puedo sino confirmar las críticas.
La producción, dirigida por Rodrigo Pietro, ha logrado crear ese lugar lúgubre, ensombrecido, polvoriento y lleno de sombras que es Comala. Y luego, los actores transmiten el alma de cada personaje del libro. La película, de más de dos horas, empieza cuando el joven Juan Preciado cuenta que llegó al pueblo de Comala para buscar a su padre, ‘un tal Pedro Páramo’, al que no ha visto nunca en su vida. El muchacho había prometido que iría a buscarlo cuando su madre muriera. “No dejes de ir a visitarlo me recomendó (…), no vayas a pedirle nada. Exígele lo nuestro. Lo que estuvo obligado a darme y nunca me dio… El olvido en que nos tuvo, mi hijo, cóbraselo caro…”. En la novela hay poesía, filosofía, sentencias que marcarán la erudición, el extraordinario dominio del lenguaje que los críticos no se explican en un Rulfo que quedó huérfano a los diez años y sus abuelos lo enviaron a un orfelinato.
Juan Preciado llega al pueblecito de Comala y, desde el inicio, ingresa a un lugar fantasmal. El polvo lo inunda todo y suple a la niebla callejera de los cuentos de Allan Poe. Los personajes son viejas ruinosas, mujeres que rezan y piden a los vivos, que no existen en el pueblo, que recen por sus almas que están en algún lado porque son solo cuerpos muertos. Pedro Páramo, su padre, es retratado por sus víctimas. El hacendado más poderoso y malvado del pueblo. Todos son hijos de Pedro Páramo, todas son mujeres de él, pero todos son asesinados por este. Lo escucha de boca de sus propias víctimas. Aunque eso todavía no lo sabe Juan Preciado, que solo trata de ubicar al hombre, que se encuentra en ese pueblo, al parecer maldito. Pronto irá enloqueciendo. La obra de Rulfo es gestor del llamado ‘realismo mágico’, al que García Márquez daría categoría universal.
Según los estudiosos, es la erudición del autor la fuente principal de esta obra maestra, pero es algo curioso y extraordinario, porque Rulfo nunca ingresó a la universidad y se ganaba la vida como agente viajero de una fábrica de llantas. Escribió solo tres libros, en toda su vida, y fue en los años cincuenta. Luego dedicó su existencia a su pasión por la fotografía y a trabajar en el Instituto Indigenista, donde publicó la más importante colección de trabajos de antropología antigua contemporánea de México. Sus estudiosos no se explican por qué nunca escribió sobre los indios. En el mismo ‘Pedro Páramo’ no hay ningún personaje indígena. Solo los toca tangencialmente. Una sola vez, cuando llegan a vender hierbas a Comala. ‘Los indios llegan bajo la lluvia y se van bajo la lluvia’, se lee.
El escritor se casó con su enamorada de toda la vida, Clara Aparicio Reyes, y tuvo cuatro hijos. Si bien de la primera edición de ‘Pedro Páramo’ solo se vendieron dos mil copias (mil las compró el escritor para obsequiarlas a sus amigos), con el tiempo fue reconocido como el ‘padre’ del ‘boom de la novela latinoamericana’. Leerlo es un deber imprescindible, aunque él mismo decía: “Una vez escrita, la obra para mí es como si estuviera muerta”. Pues para las nuevas generaciones, cada vez más peleadas con los formatos tradicionales, una gran opción para acercarse al escritor mexicano puede ser a través de las plataformas digitales y, por supuesto, de esta gran película. Apago el televisor.
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