Opinión

El Búho y los años maravillosos

El Búho hace un paralelo entre los grandes maestros de la tv peruana como Pablo de Madalengoitia, Yola Polastri y Ricardo Blume en contraste con los ‘líderes de opinión’ de hoy como ‘Chibolín’, ‘Metiche’ y ‘Peluchín’
Yola Polastri representó al etapa dorada de la TV peruana (Foto: Archivo GEC)

Este Búho ‘zapea’ los canales de señal abierta y no puede dejar de recitar las coplas de Jorge Manrique: ‘Como a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor’. Y hablo de la televisión. Pertenezco a esa generación que nació con la TV en el país. Desde que tengo uso de razón, recuerdo aquel tremendo televisor en blanco y negro marca ‘Andrea’.

Nací en los años en que el célebre escritor italiano Umberto Eco publicó su célebre libro titulado ‘Apocalípticos e integrados’ (1964), donde destruía el concepto ‘apocalíptico’ de que la televisión estaba destinada a ‘pervertir’ la mente de los jóvenes para convertirlos en personas acríticas y manipulables.

Eco demostró que nada de esto era cierto. Los chicos que nacieron con la televisión, luego serían quienes encabezarían las protestas por la guerra de Vietnam y saldrían a las calles a protestar en mayo de 1968. Reflexiono sobre esto cuando veo algunos programas de la televisión y observo a ciertos conductores impresentables, que en el tiempo de ‘los años maravillosos’ no tendrían cabida ni como jala cables del canal.

Por eso ingreso al túnel del tiempo, inicios de los setentas: solo había tres canales de señal abierta en aquella histórica televisión en blanco y negro. La poderosa Panamericana TV de Genaro Delgado Brand y sus hijos, canal 4 con Nicanor Gonzales y Antonio Umbert, y canal 7, la televisora del Estado.

La tele era el principal medio de entretenimiento y de cultura que había en el país. Para las amas de casa, las telenovelas que producía Panamericana con actores argentinos y mexicanos como ‘Hermanos Coraje’, ‘El profesor Aldao’, ‘Nino’.

Los niños, hoy tíos, recuerdan con nostalgia al ‘Tío Johnny’, quien todas las tardes ‘en aquella parte del camino’, con la ‘Señora Vaca’, le daba su vaso de leche con Milo a los pequeños. El ‘Tío’ era todo un ‘showman’. Actuaba, cantaba y nunca olvidaré su canción de Navidad en castellano del tema de Bing Crosby, ‘Santa Claus llegó a la ciudad’.

Se fue porque el siniestro gobierno militar ya había expropiado los canales y lo botaron porque le hizo una broma a un niño rollizo: ‘Oye, estás bien gordito, ¿no serás hijo de militar?’. Pero fue un personaje que marcó a la niñez.

Su competencia, canal 4, aprovechó su partida y promovió en 1972 a una chica delgadita, que venía de integrar grupos juveniles de rock en la ‘Nueva Ola’: Yola Polastri. Panamericana le daba a la niñez los mejores dibujos animados de ‘Hanna-Barbera’: ‘Don Gato y su pandilla’, ‘Los Supersónicos’, ‘Los Picapiedra’, ‘Jonny Quest’. O los personajes de Marvel: Hulk, Namor, Thor, Los Cuatro Fantásticos.

Y Yola tenía a los mangas japoneses en carne y hueso, como ‘Godzilla’ y ‘Ultraman’. La ‘chica de la tele’ irrumpió en el mercado con las canciones infantiles: ‘La gallina turuleca’, ‘Don Pepito’ y ‘Don José’, ‘Eco’, ‘La feria de Cepillín’. No había casa donde no hubiera un LP de Yola Polastri.

También sacó a figuras infantiles que son figuras hoy, como Lalo Archimbaud, el ‘burbujito’ Alberto Beingolea, Jorge Benavides. Pero no solo los niños disfrutaban de una programación de calidad con maestros de la conducción. Cómo olvidar a Pablo de Madalengoitia conduciendo programas de concursos como ‘Lo que vale el saber’.

Cómo no recordar al primer actor Ricardo Blume presentando esas inolvidables miniseries de Panamericana como ‘Yo, Claudio’ o ‘Raíces’. Ni qué decir de los programas cómicos: ‘El Tornillo’, ‘Camotillo, el tinterillo’ con Tulio Loza, ‘El show de Rulito y Sonia’, el sorprendente ‘Estrafalario’ en el canal del Estado y en los ochentas ‘Risas y salsa’.

Cómo no reconocer que el deporte tenía a Eduardo San Román, Max ‘Piqueítos’ Aguirre, Lucho Garro, Humberto Martínez Morosini, Roberto Salinas, Pocho Rospigliosi y su ‘Gigante deportivo’, todos periodistas de lujo. Sin olvidar, por supuesto, al inmenso Augusto Ferrando y su ‘Trampolín a la fama’ o Mario Vargas Llosa conduciendo ‘La torre de Babel’, un extraordinario programa dominical.

¿Alguien me puede decir si hay punto de comparación entre esta televisión y la actual, donde fungen de líderes de opinión un tal ‘Chibolín’, ‘Metiche’ o un ‘Peluchín’, que ahora le hace ascos a un apestado ‘Zorro Zupe’ cuando este era ‘caserito’ en su programa del mediodía en Latina? Apago el televisor.


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