Acapulco [AFP]. Las autoridades del puerto mexicano de Acapulco (estado de Guerrero, sur) habilitan 300 tumbas para enterrar gratuitamente a víctimas pobres de coronavirus (COVID-19).
“Esto no es una fosa común. Son espacios individuales dispuestos por el gobierno municipal para sepultar a las víctimas de la pandemia y cuyos deudos carezcan de recursos económicos para contratar cremaciones o servicios funerarios especiales”, dijo Gerardo Sánchez, titular de la Dirección de Panteones de la alcaldía de Acapulco.
México, de 120 millones de habitantes, suma 81.400 casos de COVID-19 y 9.044 defunciones.
Acapulco registra 984 personas contagiadas y 90 decesos.
“Él no podía respirar, lo llevé al hospital y de ahí me lo entregaron muerto”, declaró a la AFP, en el cementerio, Amalia Guevara, quien perdió a su esposo.
La prensa mexicana reportó en días pasados una acelerada ocupación de camas de terapia intensiva con respiradores artificiales en los pocos hospitales del puerto, destino turístico de artistas y políticos de talla internacional en las décadas de 1950 y 1960.
“Hay que tener mucho cuidado porque lo que se ve aquí (es) que a diario (...) entran cuerpos y cuerpos. Hay que tomar precauciones los que salgan a la calle, y si no hay que salir, pues no hay que salir, porque la verdad es que sí que está complicado”, relata Marco Rodríguez, sepulturero del lugar.
Las tumbas del panteón El Palmar de Acapulco, situado a 378 km de la capital mexicana, no son las únicas cavadas por autoridades regionales.
Como parte de la estrategia ante la pandemia, el gobierno federal recomendó a autoridades regionales, en sus lineamientos para el manejo de cadáveres, preparase para un “incremento súbito de muertes” y la “ampliación de espacios en panteones o buscar un nuevo sitio para la inhumación masiva”.
Guadalajara (oeste), la segunda ciudad en importancia del país, la fronteriza localidad de Tijuana (norte) y el Iztapalapa (centro), el municipio de la capital mexicana con el mayor número de contagios del país, han dispuesto espacios para inhumar a muertos por el nuevo coronavirus.
En el panteón de Acapulco, región azotada por el crimen organizado, personal municipal protegido con trajes sanitarios comenzó la excavación de las primeras 70 tumbas el pasado fin de semana.
Quince ya están ocupadas. Al pie de los sepulcros hay crucifijos, fotografías, veladoras y arreglos florales para recordar a las víctimas.
El ritual del entierro, que implica habitualmente muchedumbres, rezos y la contratación de grupos musicales para despedir al difunto, ha sido prohibido y reducido a la presencia de dos familiares, quienes deben portar cubrebocas y mantener una distancia entre sí.