La danza de las tijeras fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en el 2010. Y Sonia López Ancco (44) es una de las primeras danzantes mujeres y difusoras de este baile ancestral como parte de la agrupación Warmikunapas Yachanmi.
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Pero como todo en la vida requiere sacrificios, por muchos años estuvo alejada del arte para dedicarse al cuidado de pacientes ancianos como técnica de enfermería. Actividad que le permitió sacar adelante a su familia.
Hoy, con un hijo de cinco años, ha vuelto a dar cátedra de la danza de tijeras por todo el Perú, aunque ya no participa en los atipanakuys (duelo de danzantes).
Sonia, ¿Cómo decides ser danzante de tijeras?
En mi casa siempre se escuchaban los huainitos ayacuchanos de los danzantes y un día vi cómo le enseñaban a un primo y me enamoré del baile. Soy warmi danzaq (mujer danzante de tijeras) desde los 10 años, imagínate. En el mundo artístico me conocen como ‘Perlita de Santa Rosa de Chipao’.
¿Eres de la primera generación de mujeres danzantes?
Sí, junto a tres compañeras más somos las primeras warmi danzaq. Es que antes había mucho machismo y las mujeres estábamos prohibidas de bailarlo. Nosotras rompimos esa regla. Y he tenido la suerte de competir en torneos en Lima, Ayacucho, Huancavelica e Ica.
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Dicen que esta danza es pura magia…
Y otros dicen que hacemos pacto con el diablo, ja, ja, ja. Este baile es maravilloso, es un ritual de amor y admiración hacia los apus y la pachamama. Nuestro traje es colorido en honor a la diversidad de la naturaleza. Una es danzante de tijeras hasta que se muera. Mi hijito de cinco años también baila un poco, pero cuando sea más grande decidirá si quiere ser danzante o no.
¿Desde qué edad empezaste a trabajar?
Desde los 8 años. Junto a mi mamá vendíamos golosinas y canchita en los micros. Trabajé en la calle hasta los 14 años porque mi papá se dio cuenta de que los choferes me buscaban conversación y le dio miedo.
¿Cómo llega la enfermería técnica a tu vida?
Yo quería ser danzante toda mi vida y estudiar obstetricia o veterinaria. Pero éramos muy pobres y tenía que estudiar algo rápido y barato para ayudar a mis papás.
¿Así es como empezaste a cuidar pacientes en casa?
Sí, apenas salí del instituto empecé a cuidar a ancianos. Las familias me han recibido como una integrante más. Yo era como un animalito salvaje, ellos me enseñaron a utilizar cubiertos, a vestirme, a entablar una conversación.
¿Crees que en pleno 2022 todavía hay peruanos que se avergüenzan de sus orígenes andinos?
¡Por supuesto! He visto cómo niegan que escuchan o bailan huainos. O cómo jóvenes se avergüenzan de ver a sus mamás usando polleras. Si supieran que en el extranjero aman nuestro folclor.
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