La esquizofrenia es una enfermedad mental crónica y puede afectar todos los aspectos del funcionamiento psíquico, tales como el pensamiento, la percepción, el lenguaje y la conducta. Es importante un diagnóstico temprano y tratamiento oportuno para que el paciente no pierda sus funcionalidades.
Algunos síntomas de la esquizofrenia son el aislamiento, cambios de ánimos repentinos, descuido en el aseo personal, abandono de sus actividades cotidianas como el estudio o trabajo y episodios de risa sin motivo o diálogo sin interlocutor. Las personas cercanas al paciente podrían identificar en él comportamientos inusuales que permitirán un diagnóstico temprano.
El tratamiento se inicia luego de conocer las posibilidades farmacológicas. La compañía farmacéutica Galenicum Health indica que la medicación para la esquizofrenia se basa en intentar ajustar los niveles de neurotransmisores en el cerebro, ya que estos son las que trasmiten la información, y por ello, su disminución o aumento es determinante en nuestro estado mental y para lograrlo es necesario los antipsicóticos, los cuales han avanzado mucho en los últimos años.
El tratamiento solo se suspende cuando un especialista lo indique. Sin embargo, es común que los pacientes lo abandonen por su propia decisión y no por una indicación médica. Se debe tomar en cuenta que esta enfermedad requiere un tratamiento mínimo de dos años, por lo que dejar la medicación antes de tiempo aumenta el riesgo de sufrir una recaída, cuyas consecuencias pueden ser la falta de independencia, pérdida de control, pérdida de capacidades, entre otras. Además, las recaídas sucesivas suelen ser cada vez más graves y necesitan más tiempo para su mejoría.
Tener una atención psicoterapéutica a la par del tratamiento médico será clave ya que ayudará al paciente a comprender la enfermedad y a sobrellevarla, mejorando su conducta social. Es el psicólogo, el que puede ayudar a la persona a corregir todos los malos hábitos que ha adquirido debido a su enfermedad, así como a reorientar su vida diaria. Incluso, es de gran ayuda incluir a los familiares más cercanos a terapias psicoeducativas.
La esquizofrenia impide que la persona afectada piense con claridad, maneje sus emociones y pueda tomar decisiones y relacionarse de una forma normal con los demás. Todo ello, representa también un trauma para la familia; sin embargo, es preciso que sus miembros sean el soporte del paciente para ayudar en su recuperación. Es vital que los familiares se informen sobre la enfermedad para comprender mejor al paciente, sean capaces de identificar síntomas y responder adecuadamente frente a alguna crisis.
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