
La ansiedad es una emoción humana natural, una señal de alerta que nos prepara para reaccionar ante situaciones de riesgo.
Pero cuando se activa constantemente, incluso sin una amenaza real, se convierte en un trastorno que afecta al cuerpo y la mente.
Puede manifestarse con palpitaciones, sudoración, sensación de ahogo, presión en el pecho, pensamientos repetitivos o catastróficos, dificultad para concentrarse, tensión muscular, insomnio y una necesidad constante de control.

Muchas veces se disfraza de hiperactividad, perfeccionismo o irritabilidad.
Desde la psicología clínica, entendemos que la ansiedad no es debilidad ni ‘nerviosismo’, sino un sistema de alarma emocional que ha perdido su equilibrio.
Aprender a identificar sus señales, buscar ayuda profesional y aplicar técnicas de regulación como la respiración consciente, el movimiento corporal o la terapia son pasos clave hacia la calma.
La ansiedad se puede tratar.