Si tus hijos se rascan la cabeza y no paran de hacerlo lo más probable es que tengan piojos, un problema cutáneo que afecta sobre todo a los escolares, porque conviven en lugares hacinados como las aulas.
Jenny Vargas, dermatóloga del Hospital de la Solidaridad, explica que para la aparición de estos parásitos no importa la edad, el sexo ni el nivel socioeconómico del menor. Se adquieren por contacto de cabeza a cabeza u objetos contaminados como peine, vinchas o gorros, ya que no saltan ni vuelan. Eso sí, se alimentan de sangre para sobrevivir.
¿QUÉ HACER?
1. Apenas detectes a estos ‘inquilinos’ en la cabeza de tu hijo, evita mandarlo a clases.
2. Mójale el cabello, desenrédalo con un peine fino (desde el centro de la cabeza hasta las puntas) y coloca el peine sobre una superficie blanca. Estos bichos son difíciles de observar, en especial las liendres.
3. Controla el rascado porque tu niño podría hacerse heridas en el cuero cabelludo y producirse leves sangrados.
4. Desinfecta toallas, peines y objetos personales de tu pequeño.
5. Revisa siempre la cabeza de tu hijo, principalmente detrás de las orejas y en la nuca donde los piojos se alojan por tener mayor temperatura.
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