Combatir el calor se ha convertido en toda una consigna en este verano, pero para reducir el sofoco no basta con vestir prendas ligeras ni andar con sombreros de ala ancha. En esta época del año, la alimentación hace más por nosotras que todos los accesorios juntos. Así como lo lees.
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Los expertos en nutrición advierten que hay alimentos que aumentan nuestra temperatura corporal y encima, engordan. Estos son las frituras y los postres preparados con harina. Tienen tantas calorías que, al no quemarlas a través de ejercicios, terminan haciendo combustión en nuestro organismo, calentándolo.
CARBOHIDRATOS A RAYA
Pero las frituras y las harinas no son las únicas culpables del bochorno. Ingerir arroz, papa y cualquier carbohidrato en exceso y a diario también es poco recomendable en días de mucho calor, porque si bien aportan energía para afrontar la jornada, si no hacemos actividad física esa energía termina alojándose en el cuerpo en forma de grasa. “El organismo no tiene más alternativa que eliminar algunas de esas calorías por medio del sudor, pero gran parte de ellas se depositan en el abdomen. Mucho cuidado con preparados como el arroz chaufa o el arroz tapado que, incluso, acompañan con plátano frito”, afirman los nutricionistas.
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PREPARACIÓN
La forma de preparación de las comidas también hará la diferencia a la hora de refrescarnos. No es lo mismo consumir ensaladas ciertos días de la semana que recetas preparadas al vapor o al horno todos los días.
ALTERNATIVAS SALUDABLES
Se sugiere aumentar el consumo de agua, dar más protagonismo en los platos a las verduras y dar prioridad al consumo de frutas con bastante agua en su composición (piña, naranja, sandía, melón) a media mañana y tarde, más aún si se ha tenido un almuerzo copioso y lleno de carbohidratos. Finalmente, el ejercicio físico es importante y no se realiza únicamente en los gimnasios. Procura caminar más en horarios de menor radiación, y subir y bajar las escaleras. Solo así te sentirás más fresca y ligera.
EL AJÍ
Este alimento tiende a hacernos entrar en calor, pero esa reacción es momentánea y no perjudica al organismo si el consumo es controlado. En cambio, las calorías de las grasas y las harinas se almacenan en el cuerpo, sofocándonos silenciosamente y más tiempo del que quisiéramos.
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