Entre toda la gama de tratamientos adelgazantes, como geles quemagrasa, cremas tonificantes, pomadas reductoras, reafirmantes y masajes para reducir la grasa abdominal, hay una que no tiene pierde: ¡la faja!
Las hay de diversos materiales: lycra, nylon, látex, neopreno e hilos de cobre. Pueden llevar varillas, velcron adhesivo (pega pega), cierres o broches, todo para conseguir la tan ansiada cinturita de avispa.
En sí, las fajas reductoras funcionan, de manera momentánea, pero funcionan. Ideales para entrar en un vestido en una ocasión especial, pues estilizan la figura en tiempo récord y nadie sabrá que la tienes puesta. Además, mejoran la postura.
Sin embargo, también tienen algunas desventajas. La principal es la incomodidad que causa si presionas por meterte en una muy pequeña, la llevas puesta por mucho tiempo o la usas con demasiada frecuencia.
Al ser muy ajustadas pueden dificultar la respiración, dañar órganos internos, por la presión, y al comprimir el estómago provocar reflujo ácido, gases e hinchazón. Hasta sarpullido, debido al material.
En conclusión, a la hora de comprar una faja, elige bien tu talla, no debe quedar ni muy ajustada ni muy suelta, limita el tiempo de uso, evita llevarla puesta por largas horas y dormir con ella, pues no te bajará de peso.
Si tu objetivo es perder grasa en la zona abdominal o bajar de peso, necesitarás más que una faja para lograrlo. Deberás seguir una alimentación saludable y hacer ejercicio de manera regular.
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