Cleopatra VII, más conocida como Cleopatra, fue la última gobernante de la dinastía ptolemaica del Antiguo Egipto, la última reina egipcia, y vivió entre los años 69 a. C. y 30 a. C.
Es popular hasta hoy porque el cine y la literatura hablan de su hermosura que historiadores romanos confirmaron al hablar sobre esta mujer y sus sucesivos romances con los hombres más poderosos de Roma, Julio César y Marco Antonio.
Por ejemplo, el historiador Dión Casio (155-235) destacó que “era una mujer de una belleza incomparable y, para la época (48 a.C., a los 21 años, al conocer a Julio César), cuando ella estaba en la flor de su juventud, era de lo más despampanante”.
Monedas acuñadas durante su reinado y un busto de mármol que se cree la representa muestran a una mujer con rasgos fuertes: nariz prominente, barbilla afilada y ojos hundidos, rasgos distintos a los exigidos por los ideales de belleza.
Por eso, lo más creíble es el equilibrado relato del historiador Plutarco (40-120). Sin desconocer que Cleopatra era atractiva, aunque menos que las romanas, Plutarco señaló que su hermosura radicaba sobre todo en su presencia irresistible, su carácter persuasivo y su discurso estimulante, porque era muy culta y hablaba muchos idiomas y de diversos temas.
De personalidad arrolladora
Diplomática, comandante naval, lingüista y escritora de tratados médicos, Cleopatra tenía una personalidad arrolladora que la hacía irresistible.
Sin embargo, la propaganda romana prefirió no mencionar ello y más bien resaltar su belleza física para presentarla como una seductora peligrosa y manipuladora que conquistó a Marco Antonio hasta conseguir enfrentarlo a Roma y hallar así la muerte.
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