Cuando escuchamos que alguien es un ‘chivo expiatorio’ nos referimos a una persona o grupo de personas que es culpado injustamente o castigado por los errores o faltas de otros.
Sin tener nada que ver y para desviar la responsabilidad de los verdaderos culpables, quien es ‘chivo expiatorio’ acaba señalado, acusado o hasta castigado.
La frase ‘chivo expiatorio’ viene de un antiguo ritual judío descrito en la Biblia, en el libro Levítico, del Antiguo Testamento, donde se menciona que Yahvé (Dios) ordenó elegir dos machos cabríos o chivos —crías macho de una cabra— en el Día de la Expiación (Yom Kippur).
En esa fecha, un chivo se sacrificaba en holocausto (fuego) y el otro era, por imposición de las manos del sumo sacerdote sobre su cabeza, simbólicamente ‘cargado’ con las culpas del pueblo.
Después de recibir los pecados de los humanos, el pobre animal era llevado por un hombre a un lugar desolado, azazel, donde era abandonado.
En sentido estricto, el erudito protestante William Tyndale, al traducir la Biblia al inglés en el año 1530, tradujo la palabra hebrea azazel como referida al ‘macho cabrío que se va’ (escape goat), de donde surgió la frase ‘chivo expiatorio’ (scapegoat) para referirse al animal que, inocente, es abandonado tras ser cargado con los pecados de otros.
Expulsar al ‘chivo expiatorio’ en el Yom Kippur judío ya no se realiza porque el ritual requería que se realice en el Templo de Jerusalén, destruido en el año 70 d. C. por los romanos al tomar la ciudad de Jerusalén. En cambio, los judíos de la actualidad han reemplazado el holocausto de un chivo y expulsar del pueblo al otro (el ‘chivo expiatorio’) por la oración, el ayuno, la confesión (vidui) y el arrepentimiento de sus pecados.
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