En el mundo aparentemente perfecto de la infancia, la realidad de las infidelidades de los padres es un terremoto emocional que puede dejar grietas y cicatrices en el desarrollo de los hijos. El psicólogo y psicoterapeuta Walter Hinojosa señala que la confianza rota y la inestabilidad en el hogar pueden traducirse en el menor como ansiedad, baja autoestima, retrocesos en su comportamiento y dificultades en sus relaciones futuras.
“Los pequeños, testigos inadvertidos de los problemas en casa, absorben la tensión como esponjas emocionales. La falta de un ambiente seguro y confiable puede afectar su capacidad para establecer relaciones saludables en sus demás etapas de vida. Es esencial abordar estas situaciones con empatía y apoyo psicológico, reconociendo que los hijos merecen comprensión y orientación para entender lo que está pasando”, precisó el especialista.
Enfrentar las consecuencias de las infidelidades parentales no es tarea sencilla, pero el diálogo abierto y la paciencia pueden hacer más llevadera la situación. Tengan en cuenta que los niños, según su edad, no entienden la razón exacta por la que mamá y papá se separan.
Sean padres comprometidos con la reconstrucción de la confianza familiar y enséñenles a sus retoños sobre la importancia del perdón y la resiliencia, pues esta última fortalecerá su capacidad para enfrentar desafíos emocionales.
Sabías que...
El padre o la madre infiel pierde autoridad moral frente a su hijo, pues este ya no lo ve como su superhéroe o como una persona de fiar, más aún cuando el matrimonio se quebró por dicha infidelidad.
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