Nuestros adolescentes experimentan cambios hormonales y físicos. Muchas madres notan que, en esta etapa, sus hijos comen más de lo normal, pueden acabar con toda la alacena en menos de una semana, pues su organismo está desarrollándose. Es importante observarlos para evitar que consuman sustancias tóxicas que puedan alterar su cerebro.
Eva Pastor, Consultora de Adolescencia comenta que el cerebro adolescente está en pleno desarrollo, formando conexiones clave para la vida adulta (nuestra neuroplasticidad nos hace más adaptables, pero también vulnerables en esta etapa). Ciertas sustancias pueden interrumpir este proceso y tener efectos duraderos.
Tal vez la sustancia con mayor integración y aceptación social.
Daña la memoria y el aprendizaje → Afecta el hipocampo, dificultando la formación de recuerdos.
Reduce el autocontrol → Interfiere en la maduración de la corteza prefrontal, afectado el juicio y la toma de decisiones.
Mayor riesgo de adicción → Altera los circuitos de recompensa, aumentando la dependencia en la adultez.
Un cóctel peligroso La cafeína y estimulantes de estas bebidas enmascaran los efectos del alcohol, dando una falsa sensación de sobriedad. Esto puede llevar a un consumo excesivo, aumentando el riesgo de intoxicación y conductas de riesgo.
Dato:
Las neuronas expuestas al alcohol en esta etapa pueden desarrollar conexiones anómalas que alteran el comportamiento a largo plazo.
El cerebro posee un sistema endocannabinoide.
El THC del cannabis imita a los cannabinoides naturales del cerebro, pero con efectos más potentes y prolongados.
Reduce la plasticidad sináptica → Disminuye la capacidad de adaptación y aprendizaje.
Interfiere con la memoria → Dificulta la consolidación de recuerdos en el hipocampo.
Disminuye la conectividad cerebral → Reduce la materia gris en áreas clave.
Mayor riesgo de psicosis y esquizofrenia → En personas con predisposición genética.
Aumenta la vulnerabilidad a la adicción → El sistema de recompensa adolescente es más sensible.
Dato:
El consumo puede afectar el desarrollo cognitivo de forma permanente.
La nicotina activa los circuitos de recompensa, creando una fuerte adicción , ya sea en cigarrillos o vapeadores.
Mayor riesgo de adicción → Facilita la dependencia de otras sustancias.
Afecta la memoria y la concentración: Interfiere con el desarrollo de la corteza prefrontal.
Dificulta la regulación emocional:
Aumenta la ansiedad y la impulsividad a largo plazo.
Aunque hay opciones sin nicotina, siguen conteniendo químicos dañinos. Además, el vapeo aunque sea sin nicotina, sigue fomentando el hábito de fumar, aumentando la probabilidad de consumir nicotina en el futuro.
Dato:
Aunque el vapeo parece “menos dañino”, su consumo en la adolescencia puede generar adicción y afectar la salud mental igual que el tabaco. El cerebro sigue desarrollándose hasta aproximadamente los 25 años, por lo que cualquier sustancia que altere este proceso puede dejar huellas duraderas.
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