¡Hola, mi gente maravillosa de ! Gracias por acompañarnos en esta cuarta temporada. Ahora estamos en la Ciudad de la Eterna Primavera para cumplir un objetivo muy especial: conversar con un invitado que llegó en el 2009 y dicen que no piensa irse del país. Es un peruano más. ¡Está con nosotros ‘La Máquina’ Leandro Fleitas!

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Gracias, Cuto. Sigo tu carrera por la tele y por YouTube. No nos vemos desde que dejamos de jugar. Muchos no saben que hemos compartido vestuario también, y tuvimos varios enfrentamientos… ¡y broncas también!

Eso pasó en Chiclayo, cuando me amenazabas y yo hice la de ‘Peter Ferrari’… como diciendo: “¿Miedo yo?” ¡Y te terminaron expulsando!

¡Yo estaba volando! Y tú, hablándome y hablándome. Me decías: “Te voy a matar, yo no soy Carlos Galván”. Yo te tiraba cabezazos, pero como eres alto, te caían al pecho. El árbitro veía todo, porque éramos dos grandazos agarrándose. Le metí tres. En una me saca la roja. Fui a amenazarlo para ver si me llevaba a ti también... ¡y tú me haces la de las manitos! ¡Ja, ja, ja!

¿Quién te pone ‘La Máquina’?

Es largo. Nosotros, los argentinos, cuando llegamos siempre metemos chapas: ‘Fierita’, ‘Máquina’... Pero después del choque con Carlos Galván y cómo terminé, ya me quedé con ‘La Máquina’.

¡Ese choque fue de Titanes!

¡Me rompió todo ese negro!

¿Tú querías seguir jugando, no?

Cuando caigo, estaba contando pajaritos. Una imagen, con los ojos para arriba. El doctor Parra me dice: “Chico, tienes que salir”. Estábamos perdiendo 1-0 en el Monumental, era un clásico. Le menté la madre y le pedí que me moje la cara porque quería regresar.

Después me dice: “Se te hundió la cara, chico”. Ahí me asusté. La cara es sagrada. Me resigné. El doctor me contó que, en la ambulancia, quería saltarme para regresar a la cancha… pero de eso no me acuerdo nada.

Fleitas y Galván chocan durante un clásico aliancista llevó la peor parte (Foto: GEC)
Fleitas y Galván chocan durante un clásico aliancista llevó la peor parte (Foto: GEC)

¿Qué pasó en esa jugada? ¿Te ‘regalaste’ un poco?

Sabes que no lo vi venir al ‘Negro’. Yo siempre voy con el codo arriba. Ya había pelado una pelota y fui al rebote arriba, pero vi a Giancarlo Carmona en el suelo con Montaño, que también era grandazo. Entonces bajé el brazo para cabecear y no vi que venía ese torpedo… ¡y me rompió todo! Me partió como un queso.

Fue como si te agarre un tren de frente. Me liquidó. Me dio con la frente en la cara. Me dejó contando pajaritos.

¿Qué te hicieron los doctores?

Me pusieron titanio en la cara. Una operación increíble. Me la mostraron. Me abrieron por la boca, me metieron tornillos y chau. Después entraron por la parte del hueso parietal.

¿Pudo pasar una desgracia, no?

La verdad que sí. Yo estaba nuevito, con 26 años. Hay gente a la que le ha pasado en otros equipos y no jugaron más. Otros han tenido impactos más profundos.

Leandro Fleitas sale en camilla con una grave lesión en el rostro (Foto: GEC)
Leandro Fleitas sale en camilla con una grave lesión en el rostro (Foto: GEC)

¿El ‘Negro’ te fue a visitar a la clínica?

Sí. Habíamos jugado juntos en 2004, en Argentinos Juniors, compartimos vestuario. Me fue a ver a la clínica. Yo entendí que no fue con intención. Era un clásico, y sabes lo que significa. No creo que me haya querido romper, pero sí me fue a dar. Ese ‘Negro’ tenía músculos hasta en la oreja.

¿Cómo fue tu infancia?

Futbolera siempre. Desde chico me gustó el fútbol. Jugaba de ‘9’, delantero, y hacía goles. Pero acá perdí la magia. Se me presentó una oportunidad en Argentinos Juniors y siempre tuve esta talla desde pequeño, y no me creían. Tuve que enseñar mi DNI. “Este no tiene 14”, decían. Jugué en la filial, pero yo quería jugar con River Plate, con Boca Juniors... Entonces dejé de ir.

Un profesor me fue a buscar y me dijo que me había conseguido una prueba en la sede principal. Me seleccionaron de 500 chicos. A la semana ya estaba jugando en la séptima división. Después estaba viajando a Europa para jugar con equipos de Italia y Francia.

La Máquina en un momento divertido con Cuto Guadalupe (Foto: GEC)
La Máquina en un momento divertido con Cuto Guadalupe (Foto: GEC)

¿Alguna anécdota de esa época?

Éramos negros villeros. Y en ese grupo teníamos un par de manos largas. Tú sabes que a veces los chicos no tienen ni para comer, y si quedaban dos soles por ahí... se lo pelaban. Estábamos en Italia, y jugar contra el Inter, Udinese, Parma, era un sueño. Vamos a las tiendas a ver y nos cruzamos con los chicos de la Segunda B que nos dicen: “Miren, nos sacamos estas cosas de esa tienda”.

Nos advirtieron: “No vayan a esa tienda”, más aún porque estábamos con el uniforme... y eso es sagrado. Pero fue el ‘Loco Manyi’ a cambiar un polo que le quedaba chico. Le dijimos: “¡No vayas!”. El hombre fue, ¡y lo chapó la policía! Como estaba con el escudo, lo identificaron con los otros. Pidieron que devuelvan toda la ropa: “Si no, les quitamos los pasaportes”. Ya sabían de qué equipo éramos y en qué hotel estábamos.

Llegaron al hotel y había cuatro bolsas llenas de ropa. Y con el miedo de que les retengan el pasaporte... ¡devolvieron todo! Antes no había sensores para la ropa. Enseñaban una arriba y escondían otra abajo.

¿Cómo pasas a ser defensa?

Por la estatura. Me fui a probar al medio y metía patada y todo. Un día faltaba un central y me preguntan si quería jugar ahí. Yo decía: “Tengo que aprender”, porque era medio desordenado. Debuté en el primer partido y metí un gol de cabeza. En el segundo, jugué de volante y di pases de gol. Pero me fueron poniendo más de central... y ahí me quedé.

Fleitas y Galván eran amigos desde su paso por Argentinos Juniors (Foto: GEC)
Fleitas y Galván eran amigos desde su paso por Argentinos Juniors (Foto: GEC)

¿Una anécdota cuando comenzaste?

Teníamos un grupo de gente grande... ¡Ay, Dios! Ese golpe que tuve me ha cag... Mira que cuando hablé con tu productor le dije que tengo la memoria media fallada. Ni mi señora me cree que me olvido las cosas.

Estaban el ‘Negro’ Gamboa y el ‘Negro’ Galván, tipos pesados del fútbol argentino. Arrancamos perdiendo como seis partidos desde que subimos a Primera. Nosotros éramos pibes y los veteranos nos querían verguear. Nos plantamos: “Nosotros venimos a sumar, pero que nos agarren de boludos... no. Si es así, nos agarramos a trompadas”.

¿Cómo se da tu llegada a Alianza Lima?

Yo era chico, pero trabajaba con Adrián Castellanos, que maneja jugadores grandes como Rolfi Montenegro, el ‘Chipi’ Barijho... Veía a los chicos con futuro y me dicen que había una oportunidad en Paraguay con Insúa, pero lo despiden. Luego sale la chance en Alianza Lima.

Me fui, aunque de Perú solo conocía al Cristal del ‘Camello’ Soto, sin menospreciar a nadie. Bajo del avión y había como 50 periodistas. No estaba acostumbrado. Me metían el micrófono hasta en la oreja. Ahí me di cuenta del universo Alianza Lima, como hasta hoy. Foto a los tatuajes, todos los días salía en los periódicos.

¿Qué fue lo más curioso de la presentación o el camerino? ¿Con quién concentrabas?

Con Luis Trujillo. Un día llegó de la selección y se metió al cuarto... ya lo dejé. Pero hice linda amistad con gente brava del club: Juan Jayo, el ‘Cholo’ Solís, el ‘Cholo’ Prado, Wally Sánchez, la ‘Bala’ Mosela, Montaño... ¡éramos un equipazo! Aparicio, el ‘Lobo’ González Vigil y Calín La Rosa también.

¿Cómo era ese vestuario?

Terrible... salsa todo el día. Hasta que me aprendí todas las canciones. ¿Tú sabes lo que un día me hicieron estos sinvergüenzas?

Estaba César Cueto. Yo no lo conocía. El hombre tenía pinta de guarapero. Les preguntaba por él y me decían: “Es un borrachito al que el club le da acogida”. Pero lo veía patear bien, meterle goles a los arqueros... Me hicieron creer la historia.

Jugaba pichanga con nosotros... me metía huachas, me picaba la pelota y estos delincuentes me cebaban la cabeza. Yo dije: “Le voy a meter una patada, ¿qué se ha creído este?”. Después me hicieron ver los videos de César y sus golazos... ¡me quería morir de la vergüenza! Lo que habrá dicho mi tío: “¡Este mocoso de mie...!”

¿Jugaste tres finales con Alianza Lima, no?

Terrible. Teníamos que haber ganado en Matute. Hicimos algunos cambios que, ahora que lo pienso, fueron errores. Le habíamos ganado a ustedes en Chiclayo 2-1. Partidazo. Pero en Matute nos ganan con gol de Zúñiga. Entró Ciciliano y nos pintó la cara a todos. Lo expulsan a Montaño, y ahí reflexiono que era para ponerlo a Manolo Corrales, un tipo de experiencia. El ‘Culón’ no corría. Perdimos dos finales: con la ‘U’ en el 2009 y con ustedes, Aurich, en el 2011. Para colmo, no pude volver nunca más a Alianza Lima.

Leandro Fleitas tambien anotó goles con la Blanquiazul (Foto: GEC)
Leandro Fleitas tambien anotó goles con la Blanquiazul (Foto: GEC)

Yo metí un cabezazo al palo, pero no quería entrar la pelota. Teníamos buen equipo.

Sí, ustedes tenían un equipo bravo, con experiencia. Después nos encontramos en Juan Aurich en el 2012.

¿Y cómo fue ese reencuentro?

Fue lindo el recibimiento de la gente. Y contigo, después de ese encontronazo que tuvimos. Yo decía: “Este negro está más grandote como para mecharlo”. Pero caballero, dije: “No me va a matar, ¿no?” (risas).

¿Jugaron una Copa Libertadores, no?

Sí, y en un grupo más pendej... Recuerdo cuando fuimos a Brasil y nos agarraron los ‘negros’ en plena lluvia. Ese Inter nos ganó 2-0. Nos pasaron por encima.

¿Después a dónde te fuiste?

No me renovaron y me fui a Douglas Haig, en Argentina. Siempre quise que me dirigiera un técnico experimentado, de la vieja guardia. Y allí llegó Mostaza Merlo, un tipo que te puede hablar 50 horas y te hace reír. Agarré mis 15 maletas y me fui. En el primer partido, me rompo la rodilla a los 15 minutos. Terminé el partido sin saber que estaba roto.

Leandro Fleitas tambien jugó por Juan Aurich y Vallejo (Foto: GEC)
Leandro Fleitas tambien jugó por Juan Aurich y Vallejo (Foto: GEC)

¿Jugaste lesionado?

Sí. El médico me dice: “No juegas más”. Y viene ‘Mostaza’ y me pregunta: “¿Qué pasó, podés jugar?”. “Sí”, le dije. Salí al segundo tiempo. En la última jugada me tiré de tijera a cortar un delantero, caímos los dos y me la dejó también. Ahí quedé.

Pero me bañé y me fui a bailar con unos amigos. Hasta abajo. No tomé porque tenía que hacerme una resonancia al día siguiente. Voy, me dicen: “Tienes que operarte”. Estuve 5 meses fuera.

¿Y cómo fue tu etapa en Ecuador?

Me pasó la misma vaina. Un chanta me lleva. Aquí pagan 500 dólares por premio y me fui para Ecuador. El primer mes cobré bien. Después, el presidente se desapareció. Tenía empresas cooperativas y se fugó. Hasta ahora lo están buscando. No cobramos más y yo estaba con mi familia. Me quedé a pelearla.

¿Después llegas a Mannucci?

Sí. Me llamó el ‘Pato’ Cabanillas. Me había seguido cuando estaba en Argentina y después en Ecuador. Le agradezco mucho. Tuvimos un año bastante bueno hasta que lo echan a falta de cinco fechas. Llega Teddy Cardama con Pablo Bossi. Dimos guerra tres partidos más, pero perdimos con Cantolao y terminamos terceros en Segunda.

Tu pase a Vallejo fue polémico por tu pasado con Mannucci...

Sí, me tiraban monedas, me decían “mercenario”, “fariseo”. Pero yo era el que menos cobraba en Mannucci, y encima me quisieron pesetear. Después me llama Aniceto Vásquez y me ofrece una cantidad para ir a Vallejo que era tres veces más.

Ya llevo ocho años en Trujillo. Nunca me han faltado el respeto. Gracias a Dios, la gente me quiere. Vallejo es un club modelo. Me tratan bien. Ya no me voy más.

¿Te costó dejar el fútbol profesional?

Me quedó la espina clavada. Pude jugar un año más. Fue todo muy rápido. Tuve una lesión, me sacaron el cartílago y el médico me dijo que en un mes podía jugar. Pasaron cinco meses y no podía ni pisar. Dormía con hielo, sentía cuchillazos después de entrenar.

¿Qué hiciste entonces?

Hablé con mi esposa, con mis hijos, para decirles que ya no podía más. Intenté de todo: terapias, medicina. Después de cinco meses, sentía que algo raro había.

Yo pensaba: “Me he aguantado tanto golpe, puñetazo, hasta un escopetazo me han metido. El cabezazo, problemas como todos... ¿y no vas a poder jugar un partido más?”. Me mataba la cabeza.

¿Y qué decidiste?

También tengo gente que me ha cuidado desde Argentina. Allá se les llama ‘Pai’, son como chamanes. Algunos creen, otros no. Llamé a una señora y le conté todo. Me dijo: “Ya sé. Compra hígado, ponle miel, acelga, y tíralo por un lugar donde no vayas a pasar nunca más”.

Fui a la carnicería, me puse el hígado, le até mi perfume, la miel... lo dejé media hora. Lo fui a tirar detrás del Real Plaza, donde hay puro campo... ¡y lo tiré!

Leandro Fleitas fue visitado en clínica por el presidente del club (Foto: GEC)
Leandro Fleitas fue visitado en clínica por el presidente del club (Foto: GEC)

¿Funcionó?

A los tres días ya estaba entrenando. La gente no me creía. Volví a jugar, terminé el año bien. Cosas del fútbol y de la fe también.

Después el retiro se medió de golpe. Renzo Garcés me dijo que lo pensara bien, que me retirara tranquilo. Ya me habían ofrecido trabajo con los menores del club. Pero siento que pude jugar un año más.

Ahora estás de asistente de Chemo del Solar, ¿qué tal esa experiencia?

Primero estuve como asistente de ‘Chicho’ Salas cuando llegó. Lamentablemente no le fue bien, luego vino ‘Manzana’ y el equipo terminó descendiendo. Yo tenía apenas tres meses de haberme retirado. La verdad, nunca pudimos darle al jugador lo que necesitaba.

Después me llamó Chemo, me dio la oportunidad. Él me conoce. Con él estoy aprendiendo cosas que no había aprendido ni como jugador. Lo hemos plasmado muchas veces en el equipo. Tuvimos varios años con la valla menos vencida. Es un tipo que tiene convencimiento y eso se nota en el día a día.

¿Y cómo es que terminaste jugando la Copa Perú en Trujillo?

(Ríe) Bueno, yo jugaba campeonatos de veteranos, tipo “las leyendas”. Pero la verdad es que quería seguir jugando, me metí a los campeonatos de barrio, esos de 200 soles, tú sabes…

Un amigo se contactó con un muchacho y me preguntaron si quería ser parte del proyecto. Yo sé dónde estoy parado. El otro día, por ejemplo, me hicieron un penal en un partido con Juventud Bellavista, el popular ‘JB’. Los del otro equipo se molestaron tanto que agarraron a puñetes al árbitro y se suspendió el partido.

¿Y qué pasó después?

Hasta ahora no sé si nos van a dar los puntos o si se va a terminar de jugar. Es la Copa Perú, hermano. Pasa de todo. Pero yo feliz de seguir metido en una cancha, disfrutando lo que más amo.

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SOBRE EL AUTOR

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