Mis queridos seguidores y lectores de ‘La fe de Cuto’, gracias por siempre estar ahí, siguiendo mi programa semana a semana y esta pequeña columna de cada lunes. Se han divertido con los dos capítulos de Erick Delgado, la pasamos muy bien. Ahora se viene la entrevista a Jorge Soto, una leyenda del fútbol peruano, como nunca lo viste hablar.
Hoy no es el mejor día para mí, mejor dicho, el fin de semana no ha sido el mejor. El sábado pasado acudí al programa Porque Hoy es Sábado con Andrés al que también habían sido invitados Waldir Sáenz, Alfonso ‘Puchungo’ Yáñez y Juan Manuel Vargas. Sinceramente, fui con la mejor predisposición con la que siempre voy a cada programa que me invitan y, finalmente, actúo como soy en la vida. Sin embargo, lo vivido en Panamericana Televisión fue una situación bastante incómoda que no la imaginé y no fue por el programa en sí, sino por la forma como se portó Juan Manuel.
Para entender un poco el tema, voy a poner en contexto y en consideración cómo conocí a Juan Manuel Vargas. Fue en el año 2003 que lo conocí en Universitario de Deportes cuando volví de jugar de Bélgica. En ese momento, él empezaba en el fútbol y yo ya tenía mi recorrido. Él se pegó a mí, lo recogía y llevaba hasta su casa para los entrenamientos. Con el tiempo y su talento en el fútbol, le valió para ser transferido al fútbol argentino, italiano y español. En el camino, nuestra amistad se fortaleció y nos hicimos compadres. Algo que ayudó más a nuestra buena relación es que conozco y tengo una gran amistad, con su esposa Blanca Rodríguez, una bella persona. A ella, la conozco -incluso- antes de que esté con él. Han pasado muchos años de aquel 2003, unos 20 años, todos hemos vividos momentos buenos, malos, y es parte de la vida. Pero los años pasan y uno va madurando, una va evolucionando.
Y así llegamos al sábado último. En plena presentación del programa en vivo en cadena nacional, vimos el comportamiento de Juan Vargas, que no tuvo nada de gracioso, y si algún despistado no lo vio así, déjenme decirles que lo que vio en señal abierta fue una parte, el detrás de cámara fue igual y hasta un comportamiento peor. Lo primero que me queda decir es pedir disculpas al público que no se merecía ese momento, ya que seguramente me vio disgustado y no como siempre suelo estar en cada programa. No pude disfrutar el programa como a mí me gusta.
También quiero desmentir categóricamente que jamás le he invitado a comer gato como señala Vargas, es más nunca hemos ido a Chincha en más de 20 años que lo conozco. Solo una persona que no está en sus cabales puede decir una mentira tan grosera, imaginar o querer hacerse el gracioso en tiempos tan sensibles.
Los años pasan, los seres humanos maduramos, tenemos más experiencia, vamos evolucionando, porque es parte de la vida, pero pareciera que algunos se han quedado en el tiempo de la ‘joda’ y no tienen un comportamiento acorde con la situación. Con esto no me la quiero dar de un hombre perfecto, para nada. No estábamos en una reunión particular. Tampoco se trata de que no tengo correa, al contrario, soy de los que tengo una correa bien ancha, y puedo aceptar una broma, pero todo tiene su momento y su lugar. Tengo un Restaurante Cuto 16 y ese tipo de ‘bromas’ van en contra de mi buena imagen.
Me pronuncio públicamente porque el acto de Juan Vargas se dio así, en señal de televisión abierta a nivel nacional.
Ante esta situación, mi amistad con Juan Vargas llegó hasta acá, no va más. Lo repito, doy por concluida esta etapa. El acto del sábado fue la cereza a un comportamiento repetitivo que prefiero no ahondar. Y espero que asuma su responsabilidad y pida disculpas públicas por las mentiras que dijo el sábado, ofendiendo a los animalitos. Sinceramente, ojalá que Juan Vargas recapacite, por el bien de su familia. Por mi lado, doy gracias a Dios, por darme la tranquilidad y afrontar el momento de la mejor manera, por darme ese equilibrio y saber manejar la situación. Lo que hoy los especialistas llaman inteligencia emocional, eso me lo da Dios.
Nos leemos el próximo lunes.
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