
Mi gente de La Fe de Cuto veo que están disfrutando de la entrevista de mi sobrino André Carrillo. La ‘Culebra’ es otro nivel, tiene clase, tiene estilo, sin duda que fue una charla amena, muy divertida, y sincera. Y lo que se viene en el segundo capitulo está para no perdérselo. Se los recomiendo.

Luego de haber estado unos días por Sao Paulo con la entrevista a Carrillo, nuestra siguiente parada fue Porto Alegre. Esa escala tenía un objetivo muy especial para mí. Era algo que venía siguiendo hace un tiempo, un deseo personal, que necesitaba concretar. Ese objetivo tiene nombre y apellido y se llama Alex Rossi.

Para los jóvenes que no hayan escuchado o no sepan quién es Alex Rossi les contaré que fue un delantero que jugó en Universitario durante la temporada del año 95 y 96 y que marcó mi carrera de manera muy especial, ya que siempre me apoyó y sentí su respaldo en un momento crucial de mis inicios en el fútbol profesional
Fue Alex Rossi el que me cargó y me sacó sobre sus brazos del campo tras haber sido expulsado por el árbitro Alberto Tejada en aquel recordado clásico definitorio del año 95, que ganó la ‘U’ con gol de Roberto Martínez.
Aquella noche memorable para los cremas, y en especial para los que fuimos protagonistas, quedó registrada en unos videos que se han hecho virales en estos tiempos de redes sociales. Desde aquella noche de diciembre del año 1995 han pasado 30 años y siempre la tendré presente.

Desde los inicios de La Fe de Cuto siempre tuvimos mapeado, con mi productor José ‘Huachano’ Lara, encontrar a Rossi y tenerlo en mi podcast.
Repito, los tiempos de Dios son perfectos. En nuestra cuarta temporada, Carrillo se mudó para Brasil y nosotros pudimos encontrar Alex Rossi para tenerlo también en el programa. Todo se acomodó, todo fue perfecto.
Tras casi dos horas de vuelo, Porto Alegre nos recibió con un sol brillante y esa alegría típica de los brasileños. Luego nos trasladamos vía terrestre hasta Santa María, casi seis horas de viaje, con una paraba obligada para almorzar en una churrasquería.

Ni bien llegamos a Santa María dimos con la ubicación de Alex Rossi, quien, por el balcón de su apartamento nos esperaba con la emoción de aquel amigo que nos espera tras 30 años.
Él bajó de inmediato de su departamento tan rápido como lo hice yo del auto que nos llevó hasta allá para enfrascarnos en un abrazo profundo. Nuestra memoria nos llevó hasta aquella noche de diciembre del año 95. Ahí estaba Rossi. Mostrando su alegría de verme y eso era recíproco. Había mucho por conversar, por recordar, para saber de nuestras vidas. Y así fue, más de dos horas de charla.

Pronto mis queridos seguidores estaremos entregando la entrevista a fondo con Rossi.
Nos leemos el próximo lunes.