
¡Hola, mi gente maravillosa de La Fe de Cuto! Quiero agradecer a Dios por estar ya cuatro años junto a ustedes, humildemente avanzando, escuchando las recomendaciones, los consejos... Y hoy tenemos a un invitado que fue parte de mis inicios en el fútbol.
Es un periodista deportivo, una leyenda viviente del deporte peruano, y no podía faltar en La Fe de Cuto. Siento en mi corazón que debía estar en el programa por cómo siempre se ha manejado: independiente, promoviendo a muchos chicos que hicieron sus historias, se volvieron a unir ahora en YouTube … pero siempre es buena la competencia. Así que quiero darle la bienvenida a Alberto Beingolea.
Me encanta tu programa. Estoy recontra honrado de estar sentado donde han estado cracks del fútbol. Como tú dices, estamos regresando con Goles en Acción, esta vez en las redes. Estamos en pañales, y tú ya eres el maestro.
Mi ‘padrino’ en ese equipo era Bruno Cavassa, que siempre me entrevistaba en Goles en Acción cuando jugaba bien...
Recuerdo cuando comenzabas, por eso me gustó mucho ver la nota con Alex Rossi. Era imposible no recordarlo en brazos del brasileño. Ese partido fue histórico.

¿De qué barrio eres, Alberto?
De Barranco. Soy barranquino. Siempre he dicho que soy territorial. Me siento peruano, bien limeño, de los pocos limeños que quedan. Mis padres, mis abuelos, son limeños, y yo soy de Barranco. También tengo raíces en Barrios Altos.
Me engendraron en Barranco, crecí en Barranco, estudié en Barranco, y la primera casa que compré fue en Barranco. Después me mudé a Miraflores, a unas cuadras de Barranco.
Me dolió mucho cuando, en las elecciones, tuve que cambiar mi DNI para no tener problemas. Es mi historia, mis raíces.
¿Cómo es tu historia en la televisión?
Yo era cantante. Quería ser como Julio Iglesias. Me iba bien en los festivales barranquinos. Quedé segundo, después de Joselito, el de la orquesta. ¡Imagínate quién me ganó! Me iba bien.
Tenía que ir a la televisión, y si querías ser alguien, tenías que ir al programa de Augusto Ferrando. Tomé mi micro para ir hasta allá. En la puerta me paran:
—¿Cuántos años tienes?—Doce, respondí.—Esto es para mayores de quince. No pasé de la puerta. Regresé derrotado.
En mi casa tele estaba prendida, eran las 4:40 p. m., y era el programa de Yola Polastri. Vi una secuencia en la que cantaban, terminaron y cantaron con Yola, y al final ella se dirige a la cámara y dice: “Tú, que me estás viendo, que sabes cantar, que quieres hacerlo en la televisión… te espero mañana.” ¡Me estaba hablando a mí!

Eso fue una señal…
Con la misma camisa fui. Hice mi cola gigante, y menos mal que avanzaba rapidito. ¿Qué pasaba? En el medio del estudio estaba Tito Chicoma con su trompeta y Yola. Te decían: “Canta”. Cantabas, y si no la hacías, te decían: “Pasa”.
Me tocó a mí. Me dijeron: “Canta”. Canté, seguí cantando, llegué al coro… y cuando iba a cantar, los chicos que había visto el día anterior me hicieron el coro. Seguro pensaron: “Este va a quedar”. Y quedé.
Me dijeron: “Mañana debutas y vienes igualito, con la misma camisa”. ¡No sabía que la tenía tres días! Jajaja. Al día siguiente canté y quedé estable en el elenco de Yola.
¿Cuánto tiempo estuviste con Yola?
Cuatro años, en los que aprendí todo lo que tenía que saber de la televisión, probablemente. Yola fue la maestra más grande que pude tener en mi vida. Una mujer maravillosa.
Un buen día, cuando se grababa el segundo long play, “Parrandas y parranditas”, llega feliz y me dice:—Me voy al Mundial de Argentina ‘78. Hay que hacer un programa de fútbol, porque a los niños también les gusta el fútbol.
Empezó a preguntar a seis niños, y todos le dijeron que no. Que no podían, que el papá los había castigado, el colegio... Yo era el séptimo. Me pregunta:—¿Tú puedes hacerlo?—¡Claro, Yola! Mi papá me lleva todos los domingos al estadio, veo tripletes, me gusta el fútbol.
¿Y te mandaste con todo?.
Cuando regresó del Mundial, me trajo una cafarena blanca con el logo del Gauchito (la mascota del Mundial), y arrancamos el programa con mi amigo Vlabo Pavlich. Después pasó por allí Micky Rospigliosi, mi amigo. Luego siguió Aldo Rojas, quien fue mi compañero hasta el final.
Antes, en los años setenta, no había programas deportivos. En los ochenta recién salió Gigante Deportivo con Pocho Rospigliosi, los domingos.
Yo crecí entrevistando a los más grandes de la historia, porque no había otro programa deportivo que el de los chibolos de Yola.
¿Te sientes orgulloso de que te digan Burbujito?
Totalmente, a mucha honra. Me marcó la vida. En el programa de Yola Polastri había un segmento llamado El momento de las burbujitas, que fue el que yo vi. En esa secuencia ella no intervenía, solo los niños. Y cuando empezaban, caían burbujas lanzadas por un tío que soplaba, y todos quedaban como “burbujitas”. Yola me decía Burbujón.

¿A qué periodista seguías en tus inicios?
A Eduardo San Román. Pero cuando era niño, seguía a Óscar Artacho, porque mi abuelo lo escuchaba en Pregón Deportivo. Él oía los partidos en la radio, y yo lo acompañaba sentado cerca de sus piernas. Por eso me gusta tanto esto.
En ese tiempo, la gran rivalidad era entre el programa Ovación, de Pocho Rospigliosi, y el Pregón de Óscar Artacho.
En la tele, seguía a Eduardo San Román y a Luis Ángel Pinasco, que fue un gran narrador. Y después me tocó narrar la final de la Copa Libertadores de Sporting Cristal con ‘Rulito’ como narrador, y en plata baja estaba Daniel Peredo.
¿El ‘Veco’ también fue alguien importante para ti?
Un gran periodista, un gran señor. Él llegó al Perú para el Mundial de España 82, y cuatro años después, en México 86, ya era mi competencia. Yo ya estaba en la tele, y él entró a Panamericana. Fue la primera vez que un canal me dio un programa propio.
Empezamos a tener diálogo frecuente, hablábamos por teléfono. Era un hombre que vivía de esto, las 24 horas veía fútbol. A veces sonaba el teléfono:—Beingolea, el Veco. ¿Qué le pareció el partido de ayer? Así, directo. Yo lo admiraba. Por eso era tan bueno en lo que hacía.
El Veco barría con una secuencia en el noticiero 24 Horas de Panamericana, con su clásico “Oído a la música”. En el año 87, América Televisión tuvo la idea de hacer una secuencia deportiva en su noticiero para competir con él. Nunca le gané, pero me hizo crecer. No hay nada como la competencia, porque uno quiere ganarle al mejor.
¿Y qué pasó cuando renunciaste a América Televisión?
Renuncié porque tuve un conflicto, poco antes del Mundial de Italia 90. Ya estaba por ser abogado. Me llamaron algunos amigos, entre ellos el Veco. Le dije que iba a estudiar Derecho y me dijo:—Que otros sean abogados, usted tiene que transmitir el Mundial.
Y lo hicimos juntos, en Panamericana, con Percy Rojas y Humberto Martínez Morosini.
¿Cómo viviste el Mundial de Argentina 78?
Increíble. El gol de Cubillas, el partido con Escocia… y después la caída. Fue una presentación que ya quisiéramos repetir. Lo disfruté mucho.
¿Es verdad o leyenda lo que se dice del vestuario de Argentina 78?
Leyenda. Y leyenda fea. No solo lo sufrí, sino que además lo he vuelto a ver muchas veces. Entonces, cuando un tonto viene a decirme que se echaron, le pregunto si vio el partido. El 99% no lo ha visto.
Si tú te vas a echar, no empiezas el partido con un remate de Juan Carlos Oblitas al palo. Perú comenzó generando y se perdió por errores infantiles. Los más grandes los cometió alguien que no fue Quiroga… y algunos de los que se equivocaron, ahora hablan mucho.
Ese día, Argentina tenía que golear, y hay equipos que, si tienen que hacer cuatro o seis, te los meten. Es como cuando la ‘U’ tenía que hacerle cuatro goles a Chankas… y se los hizo.

Y hablaron que Chankas se había echado…
Hay equipos que, si tienen que pasarte por encima, lo van a hacer porque son mejores. Además, no solo fue Argentina... también Holanda nos pasó por encima. Nos tocó ser las víctimas. Años después, Perú perdió feo contra Polonia en un Mundial, y la selección de Gareca en la Copa América nos hizo cinco goles. Así que, ¡déjense de hablar tonterías!
Eso es el fútbol: ganas, pierdes o te pueden golear. No se puede manchar la trayectoria de gente grande que le dio mucho al Perú. Somos buenazos para linchar a la gente, para el apanado, para tirar barro. No manchemos las honras de quienes dejaron todo por el país.
¿Cómo fue tu experiencia en el Mundial de España 82?
Ese fue el primer Mundial que transmití. Tenía 17 años. Ya había entrado a la Universidad Católica a estudiar Derecho. Le dije a Yola:—Ya está bueno, en el colegio me comí todas las brincas, pero en la universidad ya no estoy para el público infantil.
Yola me guerreó, pero al final me fui. Le agradecí por cuatro años hermosos. En mi casa me llama doña Ziola y me dice:—Soy secretaria de Alfonso Souza Ferreyra.
Él era gerente de producción de América Televisión. Pensé que me llamaba por Yola y le dije:—Dígale que ya no voy a hacer televisión.
No terminé la frase y me guapeó:—Mañana vienes y te sientas a escuchar lo que te van a decir. Fui, y Souza me dice:—¿Quieres transmitir el Mundial de España 82?
—Señor, tengo 17 años…Y me cayó otro resondrón:—¡No te he preguntado la edad! ¿Quieres o no?
—Sí, quiero— Listo. Vas a estar con Pinasco, San Román, Roberto Salinas, Javier Chávez y tú.
Ese Mundial fue todo. Fui más feliz que nunca. Yo sentía que podíamos ser campeones del mundo. Teníamos a Quiroga, Duarte, Chumpitaz, Díaz, Cueto, Velásquez, La Rosa y Cubillas. ¡Una selección espectacular!
¿Por qué se dice que no debieron llevar a Teófilo Cubillas al Mundial del 82?
Creo que se manejó mal el tema. Algunos son haters. Sí debieron llevarlo, como también debieron llevar a Claudio Pizarro al Mundial de Rusia 2018.
No necesariamente para ser titulares. Pero, dime tú, ¿en el Mundial de 2018 no sentiste que en algún momento necesitabas a Claudio Pizarro? ¡Claro que lo necesitabas!
Lo mismo pasó en España. El equipo estaba armado, perfecto, no lo toques. Pero si tienes a Cubillas en la banca, tienes 10 goles en Mundiales. ¿Cómo no lo vas a tener sentado ahí? ¡Qué importa! Cuando la cosa se pone fea, entras y acomodas la situación. No te prives de eso. El fútbol no es de once. Es de todos.

¿Cuándo fundas Goles en Acción?
En 1990. Te confieso que el nombre no me gustaba, pero había una cortina musical que hemos rescatado… Esa música te jalaba.
Cuando terminó Italia 90, yo estaba en Panamericana. Me dijeron que todo era solo por el Mundial, que el Veco era el bravo, y que no había programa deportivo. Y que no lo iban a sacar.
Cuando acaba el Mundial, el gerente me llama y me dice: “No te vayas”. Me obligaron a hacer un casting. Luego me pusieron un contrato bacán sobre la mesa para convertirme en animador de un programa que terminó siendo exitoso.
Yo dije que no… pero esos ‘ceros’ en el contrato estaban bien. Yo hacía taxi con dos hijos, y me rendía. Así que acepté.
Mientras hacíamos todo para lanzar el programa, me llaman de Canal 13, que era un canal clandestino. Había sido el 33 y pasó a una frecuencia nueva. Victorio De Ferrari, dueño del canal, a quien le debo mucho, me dijo:—Queremos hacer un canal deportivo y queremos que tú lo dirijas. Acepté.
Me llamó Yola y también el Veco para decirme:—¡Estás haciendo una locura!
¿No la pensaste mucho?
Fui para hacer un programa llamado Acción, que había nacido con Alfredo Deza. Después, cuando pasan al canal 13, lo toma Micky Rospigliosi, que quiso hacer una versión de Gigante Deportivo, pero lo hizo muy extenso.
Yo llegué y lo redujimos: dos horas los sábados y dos horas los domingos. Solo pusimos fútbol. Había una cámara malograda y con Perleche (Marco Chávez) la arreglamos. Convocamos a Toño Vargas, Gustavo Barnechea y Julio Menéndez.
Así comenzamos esa aventura de ir a filmar los entrenamientos. El rating empezó a subir y decidimos hacer un programa los domingos a las 10 de la noche, porque los programas políticos terminaban a esa hora. Era una época complicada: hiperinflación, terrorismo… Te acostabas y te daba pesadilla. Por eso, después de esos programas, te dábamos fútbol.
Lo distinto era que te poníamos todos los goles de la fecha al inicio, y luego hacíamos los resúmenes. Pero lo primero eran los goles. Por eso se llamaba Goles en Acción. Yo no quería ese nombre, prefería Más Acción, pero en la reunión me ganaron. Y menos mal que me equivoqué... ¡Funcionó!
¿Cómo fue la llegada de los periodistas que hoy son conocidos?
Llegaron las primeras reporteras: Carla Stagnaro y Chichi Casanova. Luego Silvana Arbulú, y más adelante llegó Daniel Peredo y Pedro García. Después llegó Alan Diez. Gente que hoy son nombres que suenan fuerte en el medio.
¿Con Daniel Peredo había algo especial? Me pareció que él estaba unos escalones arriba cuando tú te vas a la política.
Daniel fue un gran periodista. Veía el fútbol de una forma que me gustaba mucho. Lo venía siguiendo en El Bocón. Me gustaban sus análisis y cómo escribía, porque lo hacía muy bien.
Lo tenía marcado, pero hubo un día clave: cuando Roberto Martínez hace un gol mientras su mamá estaba grave, y le había pedido que jugara ese clásico. Todos titularon “Ganó la ‘U’”, pero El Bocón puso una foto de Roberto mirando al cielo con el título: ¡Por mi madre!.
Me emocioné. Llamé a El Bocón para preguntar quién había puesto ese titular. Me dijeron: “Daniel Peredo”. Ese día le dije a Martín Chang:Tráemelo.
Fue reportero, y muy gracioso. La única discrepancia que tuvimos fue cuando llegó a mi oficina y me dijo:—Quiero ser narrador.
Le respondí:¡Mira la voz que tienes! De ninguna manera. Me equivoqué.

¿Cubrieron el título de Alianza Lima después de 18 años?
Antes fue lo de Cristal, y cómo creció con Francisco Lombardi, el Rap de Cristal, la Pepa Baldessari… Hicieron un marketing genial. Era el mejor equipo del Perú, como hoy lo es Universitario, que es bicampeón. Que me disculpen los demás, no soy hincha, digo la verdad… o al menos mi verdad.
Cristal logra el tricampeonato y después nos quisieron llevar a América Televisión. Pero se llevaron a mi segundo, Gustavo Barnechea.
El primer U–Huaral que pasamos nos costó 18 pasajes por tierra. Eso fue lo que nos costó en ese momento… Hoy se paga a millones. Cuando entra América Televisión, pone la plata en la mesa y se van todos los equipos. Después regresa Cristal y hacemos el Tricampeonato y la campaña en la Copa Libertadores.
Fue su mejor época. Con el primer proceso de la selección de Oblitas, y el campeonato de Alianza, donde Jorge Luis Pinto llora con nosotros. Y el que lo hace llorar… es Aldo Rojas.
¿La campaña de Cienciano en la Copa Sudamericana?
Es la única vez que he llorado por un gol. Lo transmitíamos para CMD. El gol de Carlos Lugo… un gol horrible, pero cuando la pelota cruza la línea… ¡eres campeón!
Estábamos con la camiseta de Cienciano en Arequipa. No podía comentar, estaba llorando. Es la única vez que he visto en mi vida a un equipo peruano campeón. Que me perdone Cristal, la ‘U’ y Alianza Lima, pero nunca me lo dieron.
Era la fe de ese grupo. Armaron una banda, un corazón imparable. Freddy Ternero hizo un gran trabajo. Hasta con suerte ganaron. Contra Santos, la pelota nunca entró. Empatamos 1-1 y, en el Cusco, los pasaron por encima.
Esa final en Arequipa fue increíble. Llegaba gente de Puno, Lima, Cusco, y todos vestidos de rojo. Una fiesta de peruanidad. No todos podían entrar al estadio, pero todos querían estar allí.
Ganarle a esos bocones de River, que nos bajaron de Cusco y nos mandaron a Arequipa… pero ese día, Arequipa fue el Perú.
Del 2011 al 2016 fuiste congresista. Mi opinión es que nunca debiste irte...
Mi esposa piensa exactamente lo mismo. Mi familia también.Yo no. Pienso que tenía que intentarlo. Lo hice de corazón.
Pero después de 10 años, la experiencia no es buena. Yo salgo limpio, pero… ¿sabes la cantidad de basura que te tiran encima? Te acusan de cosas absurdas.Aun así, no me arrepiento.
Con mucho pleito, logré hacer una ley en la que creía mucho: los PRODAC, Programas de Alta Competencia Deportiva. La idea era que las universidades becaran a deportistas más allá del fútbol, y crear tres programas de alto rendimiento con beca, alimentación, seguro médico, entrenador y coach. Era un modelo traído de Australia, bien estudiado.
El Congreso lo aprobó. Ollanta Humala lo devolvió. Lo aprobamos por insistencia… pero quedó en el cajón del ministro. Y mientras no se reglamente, no se ejecuta.

Después participas en las presidenciales...
Me fui a la campaña presidencial sabiendo que iba a perder. No pasar la valla electoral te castigaba… pero no presentarte, también.A mí me enseñaron a perder en la cancha.
El problema fue que me boicotearon. Algunos amigos me jugaron sucio. Otros, delincuentes, me complicaron la vida. Aun así, seguimos. Nos lanzamos, pero me bajaron a toda la lista de congresistas por Lima. No renuncié. Cuando las elecciones terminaron, el Poder Judicial nos dio la razón sobre la lista, pero… ¿ya para qué?
Creo que en el debate quedó claro quién tenía las mejores propuestas. La prensa decía: “Beingolea ganó el debate… pero no ganará la elección”.
Después renuncié. Volví a mi casa. Volví más pobre.Comencé de nuevo, pero el fútbol, que es generoso, me recibió con los brazos abiertos. Otra vez lo hizo GolPerú y ahora empieza Goles en Acción en redes. También estoy como profesor de Derecho en la Universidad Católica, porque siempre quise ser porfesor.
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