El sexo es clave para la reproducción de las especies. Al grano: sin sexo no habría vida. El placer que genera en muchas de ellas lo conocemos muy bien los humanos (tanto conocemos que hablamos del sexo oral y un largo etcétera). No obstante, hay especies cuyo sexo con fines reproductivos es muy, muy particular ante nuestros ojos. Tan distinto que a nosotros nos sorprende y duele de solo imaginarlo. De eso trata esta nota, veamos.
Es que el sexo extremo no es solamente una opción más en el colorido menú de la industria porno. De hecho, está en la naturaleza, y los escarabajos Callosobruchus maculatus lo saben muy bien. Su acto sexual es tan brutal, que desata un rápido desarrollo de ‘armas’ que incluyen penes punzantes y tejidos ‘escudo’ en hembras. Un estudio al respecto fue publicado en Proceedings of Royal Society B.
La coevolución genital extrema es un fenómeno que ocurre en distintas especies como patos, peces y moscas de la fruta. Las hembras de ciertas especies de patos desarrollan un tipo de genital interno de callejones sin salida para frustrar el avance de los genitales de su contraparte. A su vez, los machos se las han ingeniado para tener penes más largos y elaborados.
VOLVAMOS A LOS ESCARABAJOS
Algo similar ocurre con el sexo o acto sexual que llevan a cabo el tipo de escarabajos mencionados en las primeras líneas. Un equipo de científicos de la Universidad de Australia Occidental desveló al detalle este complejo y violento proceso en el que las hembras luchan para protegerse de los atroces penes de los machos. El adjetivo solo lo entenderás cuando vea la imagen del nada indefenso miembro.
Una vez que el escarabajo madura sexualmente luego de escapar de los frijoles donde viven mientras son larvas, solo les queda procrear. En palabras de Liam Dougherty, autor principal de la investigación: “No hay mucho cortejo. El macho salta en la hembra y hay un poco de resistencia; se recuesta un poco hacia atrás cuando está totalmente dentro. Luego, hay un momento en que la hembra empieza a patear al macho. Finalmente, se separan después de unos minutos”.
El equipo de Doughery, reseña en un artículo de NewScientist, estudió 13 poblaciones criadas para ver qué ocurría dentro de los caparazones. Se buscó daños relacionados al acto sexual. Inicialmente, no se detectó una relación entre cicatrices y el grosor de los tractos reproductivos. Pero posteriormente, se descubrió que las cicatrices eran mayores y más gruesas cuando los tejidos eran delgados y las púas de los penes eran más largas.
Esto indicaría, según los investigadores, que las púas y el engrosamiento del tracto evolucionan en respuesta mutua. Es el daño causado por los machos, dicen los investigadores, lo que ocasiona que las hembras evolucionen. Al ser tanto el daño, este origina cambios rápidos. Finalmente, las hembras menos dañadas tienen más crías.
¿Para qué las espinas en el pene? Estas ayudarían a mantener a la pareja unida y aumentar las probabilidades de transmitir esperma, lo que a su vez, incrementaría el éxito de la fertilización, de acuerdo a los autores del trabajo.
Otro caso de sexo complejo es el de las hienas. No solo el comportamiento y morfología de las hembras está altamente masculinizados (es 10% más grande que los machos y más agresiva), sino que además, los genitales externos de ambos (pene y clítoris) son extremadamente similares. La tarea reproductiva no es nada sencilla: consiste en introducir el miembro dentro del otro órgano genital, muy similar en forma. Las hembras, además, tienen sus crías a través del mismo conducto.
Fuente: Agencia Nmas1