Hace solo dos años, Ángel Hugo Blanco Galdós relataba entre risas cómo habia matado a un policía durante el asalto a una comisaría en La Convención, Cusco, hecho que fue aplaudido por los políticos de izquierda allí presentes. Es que en los últimos años se había convertido en un personaje de culto entre los jovenes comunistas, que lo veían como la encarnación del justiciero socialista, sin reparar que en su levantamiento se cobró la vida de otros dos agentes más, en 1962. Es decir, era como un Antauro Humala de esa época.
Nacido en Cusco en 1934, era trotskista, una de las muchas variantes del pensamiento marxista en el mundo. Luego de ser procesado y condenado por encabezar una guerrilla, fue deportado por el general Juan Velasco Alvarado, dictador del Perú, a México con lo que no llego a pagar con muchos años de cárcel por el asesinato de los efectivos policiales.
Su ideas trotskistas las recibió cuando fue a estudiar Agronomía a Argentina. De regreso al Perú se integró en el Partido Obrero Revolucionario (POR) en Lima, y participó en una marcha contra el vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, en 1958.
La dirigencia lo envió a promover bases de La Convención, Cusco, donde llegó a ser dirigente Federación Provincial de Campesinos. Desde su cargo como secretario general, promovió la toma de tierras por parte de campesinos.
En 1962 promovió un levantamiento campesino en la hacienda Santa Rosa de Chaupimayo, de propiedad de la familia Romainville, y luego toman el puesto policial de Pucyura. Allí, blanco disparó y mató al guardia civil de apellido Briceño. “Era él o era yo”, dijo décadas después en un conversatorio. Otros dos policías caerían abatidos en una emboscada en Mesacancha por la columna de Blanco, quien ya había organizado la guerrilla ‘Brigada Remigio Huamán’.
Meses después fue capturado por la Policía de Investigaciones del Perú (PIP). Políticos de Lima pedían que le aplicaran la pena de muerte, pero una campaña internacional logró que solo se le condene a 25 años de prisión en la tétrica isla de El Frontón. En esa campaña participaron os intelectuales maoístas Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, así como un joven Mario Vargas llosa.
Ocho años después Juan Velasco lo amnistió y luego deportó a México.
Estando en el exilio, en 1978 fue elegido para la Asamblea Constituyente que redactó una nueva Carta Magna. Solo así pudo regresar al país. Se recuerda aún su provocadora vestimenta con ojotas, sombrero y cinturón de soga.
De 1980 a 1985 fue diputado por el Partido Revolucionario de los Trabajadores.
En las elecciones generales de 1990 fue elegido Senador por Izquierda Unida hasta el autogolpe de estado de 1992 que perpetró Alberto Fujimori.
Desde esa época desapareció un poco de la política activa.
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