Por: Jhonny Valle
Actualización: César Acuña decidió demandar al periodista Christopher Acosta, autor de un libro sobre el político, titulado “Plata como cancha”. Acuña exige el retiro de todos los ejemplares de toda las librerías donde se vende la publicación. Asegura que “plata como cancha” es una frase de su propiedad. A continuación, la entrevista en que Christopher Acosta cuenta de qué trata su libro:
Desde sus más extravagantes caprichos de multimillonario hasta sus oscuras conductas para silenciar a sus agraviados. El libro ‘Plata como cancha’ es una puntillosa investigación del periodista Christopher Acosta sobre la vida política de César Acuña, postulante a la presidencia del Perú y acaso el más acaudalado de los candidatos.
Sí. Yo inicié mi carrera periodística en Trujillo y pude ‘gozar’ a un César Acuña como alcalde y desde entonces ya daba muestras de ser un personaje muy particular…
Desde tiempos municipales era una persona que daba señales de que promovía un gran culto a su personalidad. Mandó a cambiar los colores del palacio municipal por los de su partido. Llenó la ciudad con alegorías a su partido. Mandó a tallar su rostro en el sillón municipal. Cambió el escudo de la Municipalidad de Trujillo, que es un emblema histórico, por un escudo ligado a su partido.
La primera vez que publico sobre Acuña es en 2012. En ese momento doy a conocer cómo había implementado un sistema de subvenciones sociales por el que, a través de la entrega de cheques municipales, con fondos públicos, distribuía dinero para sus fines políticos personales a semanas de la elección municipal.
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Hay investigaciones por lavado de activos. Incluso hay una que está pendiente, que aún no ha concluido. Se han echado a indagar sobre las cuentas de su fortuna, principalmente de la universidad.
La familia Acuña era identificada por sobre el promedio de ingresos de su pueblo (Ayaque, Tacabamba distrito de Chota, región Cajamarca). El padre fue un gran comerciante y nunca han pasado, digamos, necesidades económicas de la manera que él lo presenta.
El primer millón que probablemente gana César Acuña fue en su academia de ingeniería. Es innegable que desde entonces él tiene mucho éxito con estas academias de preparación preuniversitaria. También por el contexto en el que instala el negocio. La Universidad Nacional de Trujillo era la única en la ciudad, no existían universidades privadas, y era una universidad que atraía a miles de postulantes no solo de Trujillo, sino de Cajamarca.
Sí. Él instala la academia de ingeniería en un local que mantiene impago durante tres años. Él alquila una casona colonial en el centro de Trujillo, luego de pagar los primeros meses se apropia de la casona y la hace funcionar tres años. Solamente puede ser echado por resolución judicial. Una de las fortunas más grandes del país se fundó en un local alquilado impago.
Prácticamente dos factores: el primero es que en los 90 el Estado libera el tema de la educación superior universitaria para los privados y les da grandes beneficios tributarios. Las universidades no pagaban impuestos si demostraban que el equivalente al impuesto que iban a pagar lo estaban invirtiendo en infraestructura. Era un beneficio muy llamativo que aprovecha y explota la Universidad César Vallejo. Y segundo es el poco control que existía sobre el crecimiento de las filiales universitarias. Una universidad como la de Acuña no hubiera conseguido lo que ha conseguido ahora que tienes la Sunedu, la ley universitaria.
Sí. En mi libro sostengo una frase que dice: ‘Si Acuña no fuera rico, estaría -muy probablemente- preso’. Y esto, más que una opinión, es una inferencia muy válida. Encontrarás en el libro que cada vez que Acuña se mete en un problema, que agravia a una persona, que comete un atropello, inmediatamente busca intentar -en la más absoluta confidencialidad- llegar a un acuerdo privado. Compensa a sus víctimas a cambio de cláusulas muy severas.
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Por ejemplo, ninguna persona puede nunca más referirse al tema. Si el caso estuviera en fiscalía, a cambio de compensaciones económicas obliga a las personas a que se inhiban de seguir participando en investigaciones fiscales o incluso en procesos judiciales. Lo que el libro cuenta es que Acuña, gracias a su fortuna, compensa agravios y silencia agraviados.
Yo diría que sí. De esa manera elude a la justicia de los mortales. Ni tú ni yo podríamos, digamos, atrevernos a cometer un atropello del tamaño de apropiarnos de un libro completo, cambiarle la portada y ponerle nuestros nombres. Solo alguien que se sabe seguro, que va a salir ileso de un atropello... lo comete.
El caso de la apropiación del libro del profesor Otoniel Alvarado, también cuando despoja a su hermano Virgilio Acuña de la sociedad con que habían fundado la Universidad Señor de Sipán, hace exactamente lo mismo con la señora Rosa Núñez y lo mismo con su chofer. Esa es una historia aparte, porque el libro cuenta cómo utilizando a su chofer y guardaespaldas, César Acuña consigue administrar un millón de soles para su campaña del 2016, que nunca es reportada a la ONPE. Cuando el caso llega a la fiscalía, Acuña llega a un acuerdo con el chofer y evita que la investigación prospere.
Te puedo hablar de lo que he encontrado. Lo que sí llama la atención es la cantidad de investigaciones que Acuña consigue archivar. Eso te dice mucho de la maquinaria legal que trabaja para él. Para Acuña trabaja un pool de, más o menos, 15 abogados de estudios importantísimos del país. Están siempre sosteniendo su defensa por todas las denuncias que se le han hecho. Yo no me imagino a un hombre sin sus recursos saliendo ileso de las cosas que él comete.
Yo creo que ni él sabe con certeza el monto exacto de su fortuna. Primero porque son números que se actualizan mes a mes y segundo porque es una fortuna impresionante. Solo la Universidad César Vallejo, que es una de las tres en las que él está vinculado, tiene activos por mil 500 millones de soles.
Si algo no se tiene permitido Acuña en Lima es salir de compras de manera muy pública. Si en Perú es rico y famoso, cada vez que va al extranjero solo es rico. Y con esa libertad puede ir de pronto a la Quinta Avenida en Nueva York y comprarse un terno por 39 mil dólares o puede ir al Rolex Spain en Madrid y pedir el reloj que usa Barack Obama y pagar por él 14 mil euros. Son ‘pequeños’ lujos que se puede dar un millonario con una fortuna de su tamaño. Fuera, claro, de las propiedades que tiene en el extranjero, como la casa en Madrid que compró en el barrio de las estrellas del club Real Madrid, que es su equipo de fútbol favorito.
Correcto. Él es muy fan del Real Madrid. Al punto que hace unos años se le pasó por la cabeza, y se lo encargó a su hijo Richard Acuña, que negocie traer al Real Madrid para que juegue con el club César Vallejo dos partidos de aniversario. Uno en Lima y otro en Trujillo.
Creo que César Acuña está seguro de que el país se merece tener un presidente como él. Seguramente serán válidos sus objetivos políticos, pero hay que tener en cuenta que más allá de si gana o no, una fortuna de su tamaño, de la naturaleza que tiene Acuña, necesita de alguna manera una protección política legal importante. Eso es lo que te da una bancada en el Congreso. No olvides que, en los inicios, la bancada de Acuña era una de las que más se oponía a la reforma universitaria porque tenía intereses importantísimos y multimillonarios que defender.
Es correcto. Su entorno más cercano me ha contado para el libro que este es el último intento de César para ser presidente y que el siguiente candidato sería Richard Acuña.
Bueno, el señor Acuña tiene 70 años y una fortuna que no va a poder gastar en lo que le queda de vida. Seguramente dedicará su vida a disfrutar de su fortuna, de su familia…
Yo creo que sí hay más por investigar. Hay varias partes de la vida de Acuña que están pendientes de una revisión.
Su paso por la Universidad Nacional de Trujillo, cómo es que consiguió una vacante en la universidad, por qué estuvo 12 años en la universidad. Por qué hay tantas dudas con respecto a sus notas. Si aprobó la tesis o no. Por qué fue aprobado y luego desaprobado. Toda esa información tiene más de 25 o 30 años y eso hace que sea muy difícil acceder a ella, más aún en pandemia.
Sí, con cursos y créditos que no acaban de cuadrar. Con un exdecano de la Facultad de Química asegurando que el señor nunca acabó la universidad y consiguió el título de manera irregular. Por cada una de las instituciones educativas por donde Acuña pasó ha dejado siempre una estela de dudas.
Eso hace irónico el tema. Porque hablamos del magnate de la educación privada con títulos profesionales bajo sospecha.
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