
TRES DÉCADAS EN FUGA. En su DNI figuraba como Eduardo Enrique Albarracín Trillo, nacido en 1980, empresario turístico y controlador aéreo en el aeropuerto Jorge Chávez. Pero su verdadera identidad era Christian Miguel Orosco Palomino, un peruano acusado de asesinar a un hombre en Miami en 1996 y que llevaba casi tres décadas evadiendo la justicia de Estados Unidos.
Su historia parecía sacada de una película. Según el FBI, Orosco, con apenas 18 años, fue arrestado en EE.UU. por disparar un arma.
Salió libre bajo fianza, pero meses después se vio involucrado en un crimen mucho más grave: el asesinato de James Christian Schwarz, presunto miembro de una organización criminal ‘Orgullo Centroamericano-CAP’, en Miami, Florida. Luego del hecho, huyó del país y desapareció.

SE HIZO PASAR POR OTRO
Ya en Perú, y sabiendo que no podía seguir usando su verdadero nombre, Orosco encontró una manera de desaparecer oficialmente: en 1997, una mujer lo registró tardíamente como su hijo con el nombre falso de Eduardo Albarracín Trillo. El trámite no levantó sospechas. A partir de entonces, inició una nueva vida.
Con ese nombre, ingresó a la Fuerza Aérea del Perú, trabajó en Corpac como controlador aéreo —incluso en el aeropuerto internacional— y abrió un hotel en Pisco. Se convirtió en padre, hizo entrevistas como empresario y vivió con total normalidad. Nadie imaginaba que detrás de esa fachada se escondía un fugitivo internacional.

LAS HUELLAS LO DELATARON
Fue un detalle el que despertó sospechas: Albarracín solía llamar “mamá” a Luz Palomino, madre de Christian Orosco, alias ‘Piojo’. Además, ambos “nacieron” en la misma municipalidad.
Esos indicios fueron suficientes para que el Grupo Especial Contra el Crimen Organizado (GRECCO) de la Policía, en coordinación con el FBI, iniciara la investigación.
Al comparar las huellas de Albarracín en Perú con las que tenía el FBI en su base de datos, el resultado fue claro: eran la misma persona.

LA CAÍDA DEL FALSO EMPRESARIO
El 10 de junio, agentes del GRECCO, con apoyo de la Dirección Nacional de Inteligencia (Dirin), capturaron a Orosco Palomino en Pueblo Libre, mientras transitaba por la avenida José María Egúsquiza. No opuso resistencia. La orden de captura internacional estaba vigente desde hace años por el delito de homicidio en primer grado.
Ahora, enfrenta un proceso de extradición para responder ante la justicia estadounidense. Su caso deja al descubierto graves fallas en el control de identidad en el país y demuestra que, aunque pasen los años, los delitos del pasado siempre salen a la luz.
Como dijo el coronel Juan Bergerot, jefe del GRECCO: “Uno puede cambiarse el nombre, pero no las huellas”.
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