Una noticia lamentable sacudió la noche del pasado domingo 27 de agosto. Un hombre identificado como Alonso Santa Cruz Túpac Yupanqui, de 32 años, acuchilló reiteradas veces a la perrita de su expareja porque ella terminó la relación y no quiso regresar con él. Este despreciable acto nos ha devuelto la interrogante que ya rondaba desde hace meses: ¿qué está pasando con nuestra salud mental? ¿por qué hay más casos de violencia? ¿qué desborda tanto a una persona para que cometa esta atrocidad?
“Estamos viviendo lo que se dijo que pasaría desde que inició la pandemia del Covid-19. Los casos de trastornos conductuales, de personalidad, depresivos, ansiosos y consumo de sustancias han aumentado exponencialmente. A esto hay que sumarle nuestro alto índice de violencia contra la mujer, la crisis política y económica que se vive desde hace un par de años”, explica el psiquiatra Jonnathan Poma (@psiquiatra.jpoma en Instagram)
Existen muchas razones que explican la conducta agresiva de una persona. Esto, por supuesto, no justifica ningún acto de violencia.
Dentro de ellas hay una que siempre toma más importancia y es el factor crianza y niñez. “Una persona que ha sufrido violencia física o verbal en su niñez es más propensa a desarrollar conductas agresivas en su etapa de adulto. Por eso es importante pedir apoyo psicológico cuanto antes”, comenta el psiquiatra.
Asimismo, existe un trastorno que podría explicar o darnos más luz sobre estos actos violentos, llenos de rabia e ira, y es el Trastorno explosivo intermitente. La Clínica Mayo lo define como “episodios repentinos y repetidos de conductas impulsivas, agresivas y violentas, o arrebatos verbales agresivos en los que reaccionas con demasiada exageración para la situación. La violencia vial, el maltrato intrafamiliar, lanzar o romper objetos u otros berrinches temperamentales pueden ser signos del trastorno explosivo intermitente”.
Asimismo, especialistas del centro médico explican que estos cuadros explosivos ocurren de forma impulsiva sin ninguna advertencia previa y suelen durar menos de 30 minutos. “Estos episodios pueden ocurrir con frecuencia o estar separados por semanas o meses de no agresión. Es probable que entre los episodios de agresión física se produzcan arrebatos verbales menos graves. La mayor parte del tiempo, puedes estar irritable, impulsivo, agresivo o enojado de forma crónica”, indican.
Estos cuadros agresivos van acompañados de las siguientes emociones: Ira, irritabilidad, aumento de energía, pensamientos acelerados, hormigueo, temblores, palpitaciones, opresión en el pecho.
Entre las consecuencias más frecuentes del Trastorno explosivo intermitente, según la Clínica Mayo, están:
Los expertos señalan que después de cometer estos actos es posible que tengas una sensación de alivio y cansancio. Sin embargo, más tarde puedes sentir remordimiento, arrepentimiento o vergüenza. Lo que, por supuesto, no justifica la agresión.
Médicos de la Clínica Mayo señalan que hasta el momento se desconoce la causa exacta de este trastorno, pero existen ciertos factores que aumentan el riesgo de tenerlo. Entre ellos están:
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