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Luis Jochamowitz: “Vizcarra y Keiko son ‘sombras nada más’, como dice el bolero”

¿Qué opina uno de los investigadores más importantes del país sobre los candidatos a la presidencia del Perú? Conversamos con el renombrado periodista y escritor Luis Jochamowitz.

“¿Por qué Keiko Fujimori sigue intentando la presidencia? Porque no tiene nada mejor que hacer”, dice uno de los periodistas más importantes del país, , interrumpido por su propia carcajada. Luego, pitada tras pitada a su cigarrillo, el autor del libro ‘Ciudadano Fujimorí' continúa con un análisis punzante y mordaz sobre la coyuntura política a puertas de las en Perú.

En esta entrevista tete a tete -vía Zoom- con un referente del periodismo nacional podremos hallar palabras a esas ideas que tenemos del contexto en el que vivimos e interpretar mejor aquello de lo que dependerá no solo nuestro futuro personal, sino como país. Comencemos.

Maestro, quería empezar la entrevista consultándole si cree, como muchos, que el caos, la anarquía, el descalabro político de los últimos 5 años en nuestro país es obra y gracia de Keiko Fujimori

Bueno, sería demasiado atribuirle a ella sola o al fujimorismo o al keikismo toda la responsabilidad. Obviamente, es compartido. Sin embargo, cronológicamente, es indudable que ellos tiraron la primera piedra.Estos últimos cinco años, ¿a usted le ha hecho recordar en algo los 90?

¿Por qué los 90? Mas bien me ha hecho recordar a los años 30, cuando la inestabilidad era absoluta. Se sucedían gobiernos. La polarización creció mucho. Los 90 casi parecería un periodo idílico frente a lo que estamos viviendo. Ahora la situación es mucho más delicada, las tensiones son mucho más grandes. Claro, depende cómo lo veas. En términos de lucha política, ahora estamos bastante peor. Es decir, estamos mucho más tensionados, mucho más enfrentados, pero en los 90 había una crisis económica muy grande y, bueno, la incertidumbre sobre el terrorismo.

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Si lo vemos desde el punto de vista de la corrupción, ¿Es comparable?

Es un continuo. Quizá haya cambiado algunas modalidades y otras han seguido, pero no se puede decir que una década es más corrupta que otra. No lo creo. Es un tren que sigue avanzando y nadie ha podido detenerlo.

¿Se puede conocer a Keiko Fujimori conociendo a su padre?

(Risas). Bueno, primero habría que preguntarse, ¿se puede conocer a un político? ¿Se puede conocer a una figura pública?

Keiko tiene que ver con su padre, evidentemente. Pero no son iguales. Sus épocas son diferentes. Lo que sucede es que tenemos tan poca información -y no me refiero a información factual, de todos los días- me refiero a información de fondo, de cómo piensa, de cómo reacciona.

PARTE DE LA ENTREVISTA A LUIS JOCHAMOWITZ EN VIDEO:

El periodista Luis Jochamowitz analiza el panorama electoral

Pero Keiko repite algunos patrones de su padre, incluso ha revivido ‘El ritmo del Chino’ para esta campaña, ¿No hay un intento de querer parecérsele?

Sí, claro. Se nota que hay un intento de recuperar el albertismo. Yo, en realidad, le veo muy pocas posibilidades, parece que es una carta que ya está jugada, ya está gastada. No tiene nada que ofrecer. Nada nuevo. Por eso hay ese regreso al pasado. Tal vez le funcione, pero si funciona será en un sector muy acotado: los mayores, los que recuerdan, los que tuvieron éxito en esa época.

Finalmente, tiene una bolsa de voto fiel. Supongo que ese voto duro es el que viene del viejo fujimorismo. Ella no ha sido capaz de incrementarlo, de renovarlo. Casi lo logra en el 2016, pero después todo lo dilapidó. Ahora es una carta gastada, con muchos puntos en contra, sin renovación en las ideas. Y ahí va.

La política le ha quitado vínculos familiares, le ha privado de la libertad, pero aún insiste, ¿por qué?

No lo sé. Supongo porque no tiene nada mejor que hacer (risas). También será porque es una manera de defenderse, de protegerse. Es paradójico, ¿no? El que se acerca al poder en el Perú es golpeado, devorado, acusado y, a la vez, es el que tiene protección. Entonces, es como un fuego cruzado entre lo que te dan y te proteges. No sé por qué insiste, la verdad. Bueno, hay que considerar que hace 20 o 30 años está en esto. Es su modus vivendi.

¿Hay una suerte de autoflagelación?

(Risas) Sí, es un trabajo bien espantoso el de ser político, ¿tú aguantarías ser político 10 años o 20 años?

Entrevista a Keiko Fujimori

No creo, maestro. Un gran porcentaje del país tiene un sentimiento negativo hacia el fujimorismo, por no decir odio.

Hay un antifujimorismo declarado, muy duro, radical, que no va a aplacarse rápidamente. Va a seguir existiendo. Consideremos también que este es un tiempo muy extremo. Todo el mundo odia a todo el mundo. Es un tiempo histérico, muy autodestructivo, no hay espacio para nada más que la descalificación, el insulto, ¿no? Estamos en un tiempo realmente atroz. Entonces, Keiko es parte de eso, no lo puede evitar. Y lo comparte con los otros candidatos.

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Si Alberto Fujimori tuvo a su Vladimiro, ¿Keiko tiene a su Vladimiro?

No lo sé. Y si lo tiene o lo tuvo, cayeron con ella en la primera batida, que fue cuando estuvo en la cárcel, con su secretario y su gente de más confianza. De repente, ahora no es necesario tener un Vladimiro, hay muchos pequeños ‘Vladimiros’ que hacen trabajos parciales. No hay que concentrarlo todo en uno solo.

A lo que voy es que tratemos de pensar el presente en términos diferentes al pasado. El presente nunca es una repetición del pasado, las cosas cambian, aunque la gente no lo quiera. Las posibilidades son diferentes. Por ejemplo, si Keiko quiere tener un Vladimiro, ¿lo puede encontrar? ¿Existe hoy un personaje como ese o ya no es posible? Mi impresión es que un Vladimiro Montesinos tendrían que ser varios. Habría que tener un Montesinos judicial, un Montesinos político, un Montesinos militar, un Montesinos publicitario o mediático. Ya no hay esa concentración en un solo individuo que funcionó en los 90. Es mi impresión.

Keiko Fujimori y su peculiar mensaje. (Twitter)

No somos videntes, ¿pero podría ensayar una respuesta de cómo hubiera llegado el Perú al Bicentenario sin una clase política como la que tuvimos y aún tenemos?

¿Cómo hubiéramos llegado? Quizá de una forma no muy diferente a la actual. El gobierno de Kuczynski resultó desastroso. Eso es evidente. Ahora, no se le dieron todas las cartas o el tiempo suficiente para ver si reaccionaba. Fue interrumpido rápidamente. Lo que vino después fue una lucha política a muerte entre el ejecutivo y el congreso. El congreso fue muy torpe y en realidad se suicidó de la mano de Rosa Bartra, porque ni siquiera todo el fujimorismo estaba en esa línea, sino los más extremos.

Después vino Vizcarra. resultó muy efectivo en la lucha política. Liquidó a sus oponentes en el parlamento con absoluta rapidez, pero luego fue incapaz de comprender el momento. No cambió. No propuso nada. No presentó bancada. No presentó partido. Si no hubieran liquidado a Vizcarra en noviembre del año pasado por lo menos tendríamos a quién pedirle cuentas. Es decir, se le podría achacar cosas como la falta de vacuna.

A lo que voy es que esa inestabilidad política ha afectado todo. Incluso la lucha contra la pandemia, que ya no sé si es lucha, pero ahí sigue la pandemia. Si hubiéramos tenido un mínimo de orden político, hoy día sabríamos mejor a quién reclamarle. Cada una de estas interrupciones es un debilitamiento del poder político.

Sagasti es la sombra de lo que fue y pudo ser Vizcarra. Ya no tiene el poder que pudo tener Vizcarra. Eso es lo peor de estas interrupciones, que se cortan los procesos y entonces no tienes un piso básico para hacer comparaciones y pedir explicaciones.

Ahora que menciona Vizcarra, ¿usted en algún momento lo vio como un político diferente, quizá más decente?

Sí. La verdad es que sí. Ahora nadie lo quiere reconocer (risas). Yo pensé eso, hasta que comenzó la pandemia, que fue su mejor momento. Me refiero a abril, mayo…

El periodista asegura que Martín Vizcarra cometió "un error tras otro" durante la pandemia. | Foto: GEC.

Sus medidas fueron muy apreciadas…

Sí, pero en junio y julio ya se notaba un desgaste, un cansancio, una falta de ideas y alguna de las peores limitaciones de Vizcarra, que son su aislamiento, su falta de apoyo político, intelectual, funcional.

Tú no puede gobernar un país con dos secretarias y un amigo al que le das un empleo. No puedes hacer eso. Si ese país está en emergencia, es gravísimo. Y Vizcarra demostró que no tenía una mirada de estadista. No supo llamar a los mejores. Eso lo fue aislando y en ese aislamiento cometió todos los errores.

Por ejemplo...

Por ejemplo, vacunarse en secreto. Eso, en un gobierno más estructurado, con consejeros de más peso, no se lo hubieran permitido. Pero este señor flotaba en la nada en Palacio de Gobierno, rodeado de una secretaria general y una jefa de prensa, quienes no tenían otro objetivo que protegerlo, entonces podría hacer lo que quería. Lo mismo sucedió con su renuncia, yo le llamo deserción. Él pudo haber opuesto una medida legal, es difícil saber qué hubiera pasado, pero su retirada fue demasiado rápida, demasiado fácil.

Muy pasivo, ¿No?

Es porque ya era un tipo sin iniciativa, sin fuerza, sin perspectiva, ya estaba agotado. ¿Eso por qué? Porque nunca supo rodearse, nunca articuló una respuesta colectiva. Me refiero a llamar a las cabezas, desde la empresa privada a las voces más importantes de las iglesias, líderes de opinión, a expertos en logística, en comunicación. En fin, en mil cosas. Nunca lo hizo. Cometió un error tras otro. Básicamente porque no tenía a nadie que le diga más o menos qué se podía hacer…

No sé hasta qué punto fue bueno o malo la vacancia de Vizcarra. Con su salida se destapó una olla de grillos, pero también generó inestabilidad política en plena pandemia…

¿Te refieres a los contratos en Moquegua?

Sí, pero también al caso ‘Vacunagate’. Se habla de un posible ‘soborno’, lo que habría retrasado la compra de vacunas…

Lo del caso me parece un caso clarísimo de soledad e incapacidad para gobernar. Creer que puedes hacer eso y que nadie se va a dar cuenta, que nadie lo va a descubrir. Ya no hablemos de razones éticas. Éticamente no lo debes hacer. Pero un político no puede actuar creyendo que no lo van a descubrir, que puede engañar a todos todo el tiempo. Eso solo se explica porque no hubo nadie quien le dijo: ‘oye, no hagas tonterías’.

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¿Eso es ingenuidad o torpeza?

Yo diría que torpeza. Torpeza y ganas de creer que lo que estás pensando es lo verdadero, es lo correcto o lo más efectivo. La tentación de volverte inmune no tiene un contrapeso de alguien que le diga: ‘eso es contraproducente, te va a reventar en la cara’.

En una encuesta, publicada el último domingo, Somos Perú es la segunda bancada favorita y parece que es por el arrastre de Vizcarra…

Seguro, pero es un poco como Keiko, es lo que queda después de ‘lo que el viento se llevó’. Son, como decía un bolero antiguo, ‘sombras nada más’.

Maestro, a puertas de las elecciones, ¿es cierto que nosotros, los electores, somos culpables de las autoridades que tenemos?

Sí, es cierto. Pero también tenemos, digámosle, una excusa. Las oportunidades que nos ofrecen no son muy buenas, son bastantes malas. Si te dan un menú atroz, al final vas a terminar eligiendo algo malo. Pero claro que es responsabilidad nuestra. En eso la democracia es muy justa. Es decir, refleja la opinión de la gente. No lo llamemos opinión, sino la impresión, el deseo, el miedo o lo que fuere, pero sí refleja algo de lo que somos. Los políticos que tenemos nos reflejan, es la verdad, lamentable, pero es la verdad. Son una versión de nosotros mismos.

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Si somos nuestros políticos, entonces somos un país corrupto, cínico…

Sí. En parte sí. Claro, llamarlo ‘todo un país’, parece muy tremendo, pero hay una verdad en eso. Somos un país desmoralizado, sobre todo cuando más se sube en la escala social, económica, política. Es decir, cuando más responsabilidad hay en los individuos, más se nota eso. El escándalo del ‘Vacunagate’ básicamente es eso, la deserción de las élites, la incapacidad de las élites de sentir empatía, compromiso con el país. Es grave, pero es cierto.

¿El caso ‘Vacunagate’ también refleja en nuestra sociedad, y disculpe la criollada, la ‘cultura de la pendejada’?

Está en nuestra cultura, en nuestra experiencia. Ese tipo de reflexiones también me las hago, pero tampoco quiero caer en el maximalismo, ¿no? Porque también existe otro tipo de gente, pero no es la que tiene la batuta, no es la que tiene la capacidad de decisión, pero hay otro tipo de peruano, mucho más sufrido, silencioso, resistente, pasivo y que es arrinconado a una posición de víctima, injustamente, atrozmente, pero así es.

Para Luis Jochamowitz la corrupción aún no ha tocado fondo | Foto: GEC.

¿Hemos tocado fondo?

Creo que no hemos visto lo peor. La crisis política no ha terminado. Las elecciones van a ser un rizo, solo un momento, un instante. Incluso, yo no creo, que el siguiente gobierno que elijamos termine su periodo. No hemos hecho las correcciones, los cambios legales, constitucionales, políticos. No los hemos hecho. Entonces, más de fondo, no hemos tomado conciencia de esa situación. Seguimos siendo poco reactivos, si pasa algo son los políticos los culpables, son los partidos los culpables, es el congreso, es Vizcarra. Es cualquiera, menos nosotros. No hemos interiorizado nuestras debilidades, nuestras limitaciones. No sé cuál pueda ser el final, pero puede ser mucho más grave que un cambio de gobierno.

Maestro, ¿y por qué las personas decentes no se asoman a la política?

Qué te puedo decir. Es bien difícil responder esa pregunta. Debe haber muchos factores. Pero hay que considerar que, lentamente, en algunos partidos comienza a haber una especie de renovación, comienza a ingresar gente nueva, aparentemente limpia, diferente. Pero todo eso tardará mucho. No sé si tengamos tanto tiempo.

¿Ve con ilusión a la ‘Generación del Bicentenario’?

Bueno, ‘Generación del Bicentenario’ es mucho decir, pero sí veo con ilusión que existe un porcentaje, una franja joven, urbana, más o menos educada, que ya toma con interés y con preocupación lo público y que, por ejemplo, es capaz de poner un pare en las calles. Eso ya es una novedad. No es garantía de nada, pero es algo nuevo.

La protesta de noviembre tuvo una intensidad inusitada. Cierto que ya venía de atrás con las marchas por las ‘repartijas’ o la , ya eran campanazos, pero en noviembre eso adquirió un estatuto mucho superior. Ha desaparecido por el momento, pero está ahí, latente. Llegado al momento puede volver a surgir. Eso es una novedad y habría que verlo con optimismo.

¿Cómo ve al candidato Rafael López Aliaga?

Yo no lo veo como un peligro, porque no creo que tenga ninguna posibilidad, aunque en este país no se puede decir ‘de esta agua no beberé’…

Pero muchos especialistas lo ven en segunda vuelta…

Lo dudo, ah. Creo que ya le sacó el jugo a su sector natural, que es Lima, clase A y B. Es un momento para que surjan esta especie de engendros. Es un momento de engendros. Está corriendo la bola en el momento justo. Pero, la verdad, no me imagino un ganando en el sur, en la selva, incluso en el norte. No tiene sentido, no tiene lógica. Solo sería el mal humor, el escándalo. Sería una nueva locura del voto. Ya hemos votado a lo loco, en otras oportunidades. Pero esto sería acrecentar la locura del voto. Votar por alguien que no solo no te representa, sino que puede ser peligroso para tus intereses... No lo veo.

¿George Forsyth?

Bueno, es un personaje de temporada. Una moda. Algo fabricado. Algo pensado para llenar ese momento, pero parece haber llegado a su límite y sus límites son muchos. Podría alcanzarle para llegar a la segunda vuelta, pero no tanto por méritos propios, sino por demérito de los otros.

¿Y qué le parece una candidata como Verónika Mendoza?

Bueno, en el fondo me parece que es la más estable. Si ves su línea de votación casi no varía. Ha ido ascendiendo, pero muy lentamente. Ahí hay varios problemas porque es una izquierda que debería tener su oportunidad de oro, pero que no está en capacidad de cosecharla. ¿Por qué? Por limitaciones de ellos. Es decir, no tienen una mirada verdaderamente imaginativa de país. Son muchos años repitiendo fórmulas que parecían imprácticas, irreales y que ahora se convierten en posibles o más tentadoras. No me refiero solo a ella, sino al grupo que la rodea, a los asesores, al partido. No sé si tenga partido. No han hecho una verdadera renovación de la mirada del país.

El escritor asegura que el partido de Verónika Mendoza "no han hecho una verdadera renovación de la mirada del país". | Foto: GEC.

Sus opositores dicen que, de alcanzar la presidencia, convertiría a Perú en Venezuela, ¿lo ve así?

Eso me parece una simpleza. No se puede hacer ese tipo de comparaciones tan rápidamente. En todo caso, seríamos peor que , porque el Perú tiene pisos más bajos que Venezuela en muchas cosas. Por ejemplo, en niveles educativos, no tenemos petróleo. Verónika no haría un gobierno revolucionario. No creo que Verónika estatice las empresas privadas. Pero tiene una política que no le va a gustar a los que han controlado el país durante todos estos años. Entonces, no le van a permitir nada. Y ella no tiene la suficiente fuerza, ni la claridad, para buscar una alternativa propia, diferente.

¿Y le sorprende que Hernando de Soto no haya terminado de despuntar?

No me sorprende. me parece un Kuczynski dos. Es decir, un personaje que lo tiene todo y que solo le falta la presidencia. Es como un gusto personal, un capricho de un ego demasiado satisfecho, demasiado sobre alimentado. Creo que la gente se da cuenta.

¿Y en esa línea también está Acuña? Es un hombre que lo tiene todo, pero busca la presidencia.

Probablemente sea un Kuczynski popular. O un Hernando de Soto del pueblo, entre comillas. Tiene más dinero que todos los demás, pero hay cosas que no se compran con dinero y que él quiere. Quiere tener influencia, admiración, quiere tener el apoyo de los que, socialmente, considera están por encima de él, no económicamente.

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¿Y qué tal Yonhy Lescano?

Yo lo veo hoy, primero de marzo, como el más seguro ganador. Seguro entre comillas, porque nadie puede saberlo. Hoy lo veo como el más probable y eso nos abre un camino muy incierto porque el congreso va a estar completamente fraccionado. es un outsider dentro de Acción Popular. En general, Acción Popular es eso que Towsend decía: ‘una federación de independientes’. Eso quizá se ha agudizado con los años. Son muchas fracciones. No tienen un verdadero líder. No respetan a nadie entre ellos. Y Lescano es un auténtico populista, en el sentido de que puede elegir de allá, de acá y más acá. Puede hacer un ‘sancochado’ con nosotros adentro (risas).

JOCHAMOWITZ, LOS JÓVENES Y LA PANDEMIA

Maestro, usted también es profesor, tiene contacto con los jóvenes, tal vez para ellos esta sea su primera votación, ¿Qué les aconsejaría?

(Risas) Me quieres poner en la picota. Dentro de un año van a decir: ‘miren lo que decía Jochamowitz’ (risas). ¿Qué se le puede decir? ¿Recomendar qué? Yo mismo no sé cómo voy a votar. Qué le podemos decir a un joven que va a votar por primera vez… nada.

¿Qué libro está leyendo en estos días?

Estoy leyendo un libraco, de este ancho (hace gesto con los dedos), se llama ‘Borges’, escrito por Adolfo Bioy Casares. Es un diario en el que su amigo Bioy escribe día por día lo que ha conversado con Jorge Luis Borges. Borges iba a su casa a comer casi todas las noches. Entonces todas las noches había de qué hablar. Rajan de los escritores argentinos. Borges es un malhablado espantoso. Es fácil de leer. Ya lo he leído dos veces, porque lo puedes interrumpir en cualquier momento y continuar en cualquier otro momento. Me ha acompañado durante esta pandemia. Y Borges está lleno de comentarios muy útiles para un escritor, tiene una mirada sobre los textos muy curiosa.

Finalmente, ¿está escribiendo?

Sí, he escrito. He escrito mucho sobre la pandemia. Pero quiero librarme de esto, terminar, y comenzar a escribir cosas nuevas. Tengo una nostalgia por el futuro. Quisiera dejar este tiempo atrás, que venga una época nueva y que pueda escribir otra vez sin angustia, sobre temas que me son gratos. Para mí escribir es placentero. No es ni obligación, ni sufrimiento. Para mí es un placer y, en estos tiempos, no se puede escribir con placer. Extraño eso y tengo nostalgia de escribir otra vez lo que me de la gana.




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