Diez meses después, el cadáver de la joven turista belga Natacha Stephanie de Crombrugghe de Schipsdaele (28) , quien se había perdido en el Colca, fue identificado. Un poblador encontró en setiembre pasado su esqueleto atrapado entre piedras en el río Colca, Caylloma. Sus angustiados padres la buscaban intensamente con policías de su país, guías y hasta espiritistas. Su caso se parece al del estudiante Ciro Castillo Rojo, quien desapareció junto a su enamorada Rosario Ponce (24) en 2011 y fue hallado muerto casi 200 días después. Aquí su historia.
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Ciro y Rosario, estudiantes de Ingeniería Forestal de la Universidad Agraria La Molina, habían viajado a fines de febrero para hacer sus prácticas al sur del país, pues estaban en el décimo ciclo. Primero estuvieron en el Cusco y luego llegaron a Puno, como muestran las fotografías que se hicieron. El 31 de marzo del 2011 ambos entraron al cañón del Colca sin guía y por sus propios medios. Los primeros días estuvieron bien. Tenían agua, comida y abrigo. Estaban acostumbrados a estos viajes por su propia profesión.
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Incluso el 3 de abril Ciro llamó por celular a su mamá. “Mamá llego (a Lima) el próximo domingo (10 de abril) en la mañana para las elecciones (en las que ganaría Ollanta Humala”. Luego le pidió que le envíe dinero a su cuenta bancaria. Nunca más lo escucharía. Aquella vez fue el último contacto que tuvo el universitario con su familia.
Luego algo pasó. Por alguna razón se desorientaron y el 4 de abril ya sabían que estaban perdidos.
Según la versión de Rosario, que aún tenía batería en su celular, en un momento, desesperados, Ciro decidió separarse para buscar ayuda al pueblo que se veía desde arriba. Ella estaba agotada y no podía seguir caminando.
Los días pasaron y el estudiante no volvía. Con hambre y sed, Ponce se vio obligada a recoger agua de puquiales y comer hierbas e insectos. Lo peor fueron las noches a 10′ grados bajo cero. Aún así envió un mensaje a un amigo contándole sus miedos. “Ayúdanos, estamos perdidos, pide que nos rescaten”.
Para ese momento, en Lima y Arequipa ya se había dado la alerta. El 13 de abril, cuarenta agentes de la Policía Aérea y de Alta Montaña llegaron al Cañón del Colca para buscar a los jóvenes, pero solo hallaron sana y salva a Rosario Ponce cerca del cerro Fortaleza, al pie de la cordillera de Chivay. Estaba deshidratada y tenía las manos entumecidas por el intenso frío.
En sus primeras declaraciones, aún afectada, dijo que Ciro había ido a buscar ayuda por un camino.
La prensa de Arequipa y Lima ya había hecho una telenovela del caso. Se elucubraron muchas hipótesis. Que mataron y enterraron a Ciro, que este deambulaba loco por algunos de los pueblos cercanos (hasta en Puno ubicaron a un supuesto Ciro, pero era un orate).
Decenas de agentes de Alta Montaña y guías particulares escudriñaron todos los sectores del Colca y nada. Entonces, se comenzó a sospechar de Rosario. Aguijoneada por algunos medios de prensa, la opinión pública la vio como culpable y le pedían que diga dónde estaba Ciro.
Hasta los padres del muchacho le hicieron una denuncia formal contra ella por la desaparición del estudiante.
Mientras, el doctor Ciro Castillo, padre del universitario, llegó a Arequipa y puso su base en el mismo Colca. En el Callao, donde vivían, la madre del muchacho, Rosario García Caballero, quien años después fallecería, clamaba porque lo ubiquen.
Desesperado por el tiempo pasado y cero noticias, el 21 de abril el doctor Ciro ofreció una recompensa de 10 mil soles a quien diera con el muchacho.
El 19 de mayo se incorporaron a la búsqueda 14 sinchis de Mazamari (Junín), pero a fin de mes no encontraron nada.
Para esa época ya se había contratado al guía de montaña Eloy Cacya Cárdenas y hasta a expertos mexicanos los Topos de Tlaltelolco habían arribado para la difícil misión, pero se fueron derrotados a los pocos días. Recién el 16 de octubre, Cacya y un un equipo mixto de alta montaña ubicaron un trapo rojo en la zona denominada Capca. Se tomaron fotos y filmó, material que se entregó a la fiscal encargada del caso, María del Rosario Lozada.
Debido a lo escarpado de la zona y que el objeto se hallaba a mil metros de profundidad, en una quebrada del nevado Bomboya, recién el 20 de octubre se decidió bajar con equipos profesionales.
Era Ciro. 202 días después, se había podido ubicarlo. El cuerpo del estudiante, vestido con una polera roja, estaba en posición fetal en estado de saponificación, es decir, ‘jabonoso’.
Los peritos ubicaron además una cadena de oro y un reloj que Rosario Ponce le regaló días antes de que se extraviaran en la montaña.
Así acababa la larga búsqueda que mantuvo en vilo a todo el país. Y acabó también la pesadilla para Rosario, considerada ‘la mala’.
Sin embargo, un informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses del Ministerio Público determinó que Ciro se desbarrancó, resbaló y cayó sin la intervención de terceras personas.
La necropsia además arrojó que el joven murió de un politraumatismo grave afectando al cráneo y la columna, que causó su muerte instantánea.
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