Dice el dicho: por mejoría, mi casa dejaría. En este caso, se trata del bien común o el ideal comunista. Durante la época Joseph Stalin, la Unión Soviética debía mostrar al mundo que su modelo económico era el mejor, y por lo tanto, se llevaron a cabo grandes obras de infraestructura. Una de ellas fue la central hidroeléctrica de Rýbinsk, a unos 300 kilómetros al norte de Moscú.
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Para llevar a cabo la tarea, que empezó en la década de 1930 y culminó en los 40, la ciudad de Mologa, junto con más de 700 pueblos y aldeas de la zona fueron inundados. Se calcula que alrededor de 130 mil personas debieron ser desplazadas.
Y ello ocurrió para llevar a cabo los megaproyectos de infraestructura que el Gobierno exigía. Según el medio Russia Today, entre mediados de la década de1930 y 1950, nueve ciudades soviéticas, cada una con alrededor de 5.000 habitantes, fueron inundadas para la construcción de centrales hidroeléctricas o represas. Entre estas estuvo la localidad de Kalyazin, cerca del río Volga, sobre la cual se creó el reservorio de Uglich.
Ucrania
Pero los proyectos no acabaron con la muerte de Stalin, en 1953. En 1959, por ejemplo, se inició el de la estación eléctrica de Kremenchug, ubicada en la actual Ucrania. Bajo el embalse que se creó para dar pie a este proyecto yacen los restos de la ciudad de Novogeorgijvsk.
“Las autoridades no explicaron mucho por qué la gente tenía que ser relocalizada. Hubo solo un mensaje: es necesario para el desarrollo de la economía”, contó a la BBC Svietlana Sliusarenkio, quien era una niña cuando sus padres tuvieron que abandonar su hogar para la construcción de la hidroeléctrica.
“Si alguien se negaba, enviaban buldóceres en la fecha fijada para la salida a demoler las viviendas. No tenían alternativa, nadie podía cuestionar nada. Era una orden y había que cumplirla”, agregó.
Sliusarenkio señaló que los habitantes fueron avisados con anticipación sobre el traslado. Se les dio la oportunidad de sacar los restos de sus muertos de los cementerios, sacar sus bienes más preciados e incluso materiales de construcción de las viviendas que iban a ser inundadas. También se pagó a los habitantes para estimularlos a abandonarlo todo. Hoy, décadas después, la mayoría de los antiguos pobladores han muerto y los que viven recuerdan con nostalgia lo que quedó bajo el agua.