Las ‘hazañas delictivas de Yoqui Torres están registradas por la prensa de Iquitos. En esa ciudad, nuestra columnista de ‘Cartas desde mi celda’, fue la más conocida en el bajo mundo. Su alias ‘Shakira’ generaba miedo. Las drogas la empujó a cometer diversos hurtos y cuando ‘perdió’ y fue trasladada a una cárcel recién pudo recapacitar y redirigir el rumbo de su vida. Hoy es una mujer dedicada a la panadería, con tres hijos, más madura y centrada. Aquí reflexiona sobre esos años turbulentos y sobre su presente entre libros.
Cuando cumplí 17 años, ya tenía 2 hijitos. Siempre repetía la misma historia, de traer hijos al mundo y entregarlos a mi mamá, a fin de que ella se hiciera cargo de la crianza, educación, etc. Mientras yo continuaba drogándome, robando, viviendo en las calles. Yo era, como la sociedad llama comúnmente, ‘una pirañita’.
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No sentía ningún tipo de remordimiento al momento de delinquir. Es más, me sentía poderosa, ganadora, al despojar a mis víctimas de sus pertenecías y así utilizar el dinero en el fumadero. Pasaba semanas en ese hueco frio, oscuro, nauseabundo que erróneamente lo había convertido y pensaba que era mi hogar. Me apoderé de las calles, cada día que pasaba robaba más y más, la calle se había convertido en mi escuela, solo me preocupaba en aprender cosas malas y mis maestros eran los más avezados delincuentes de la ciudad.
Me volví a embarazar de mi tercer hijo y aun estando embarazada seguía drogándome y delinquiendo. Recuerdo esa mañana en que sentía hambre y ansias de fumar, pero no tenía ni un sol. Sin pensarlo dos veces trepé el muro de una residencia con la finalidad de robar, pero lo que no había previsto era que la mansión tenía cables de protección de alta tensión.
Solo recuerdo que escuché un fuerte sonido en mi oído izquierdo y al abrir mis ojos ya estaba en el hospital.
EL CAMBIO POSITIVO DE ‘SHAKIRA’
Me había electrocutado. Entonces vi a mi alrededor a varios policías y me dije a mí misma: “Ya perdí”. La policía me había estado buscando por varios meses y por diferentes delitos y denuncias. Y como era de esperar, me llevaron a la prisión de mujeres.
Estando dentro del penal causaba muchos problemas. Había muchas quejas por parte de mis compañeras hacia mi persona. Las técnicas de seguridad me hacían informes por presentar mal comportamiento. Era desaseada, conflictiva, belicosa, irresponsable y un largo etcétera. Escribo ‘etcétera’ porque ya se imaginarán que la lista es extensa.
Después de 9 meses pude tener a mi bebé en brazos. Recién ahí aprendí a ser realmente madre. Fue un aprendizaje muy difícil, agotador, ya que no tenía la mínima idea de los cuidados y la responsabilidad que implica tener un bebé. Al principio fue muy duro porque considero que no era buena madre, gracias a mis compañeras, técnicas, profesionales, aprendí mucho sobre qué es realmente ser una madre de verdad y no solo de nombre.
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Pensé que estar en prisión era como estar en la calle y que podía hacer lo que se me viniera en gana. Es duro, muy difícil, pero déjenme decirles que acá aprendí cosas buenas que nunca nadie me enseñó.
LA FAMILIA PENITENCIARIA, LA FAMILIA QUE NUNCA TUVE
Hoy en día estoy matriculada en la especialidad de panadería. He aprendido mucho y cuando salga en libertad quiero ser una nueva mujer y que mi nombre se escuche, se conozca, ya no en el mundo de la delincuencia, sino en el mundo empresarial. Quiero ser una mujer emprendedora, empoderada y ser ejemplo de vida y cambio para aquellas personas que han errado en sus vidas.
Agradezco a mi familia penitenciaria, y la llamo así porque los considero como la familia que nunca tuve. Acá me han reeducado en conocimiento y valores, aprendí a valorarme como mujer, persona. En la calle había perdido el amor y respeto hacia mí misma y hacia los demás.
Aprendí a tejer, bordar, tengo el hábito de la lectura, amo escribir, leer y quizás nunca hubiera descubierto todos esos talentos que tenía y que no lo hubiera descubierto sino estuviera aquí. A veces tenemos que cometer errores para conocernos. Yo ya me conocí. Sé quién soy, cuánto valgo y lo que puedo lograr si voy por el camino correcto.
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