Hay que tener el coraje y la valentía que tiene Irene Hidalgo, interna del penal Santa Mónica, para escribir un texto tan honesto y conmovedor como el que publicamos hoy en trome.pe. Cada línea es un tajo al corazón y quienes tienen un hijo entenderán por qué. No existe sentimiento más humano que el arrepentimiento. Y no existe arrepentimiento más honesto que el de una madre rota, que está a punto de perder a su hijo.
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En esta tercera entrega de ‘Cartas desde mi celda’, la columna a cargo de internos e internas de los penales más peligrosos del país, escribe Irene Hidalgo, reclusa con 10 años de sentencia, de los cuales ya cumplió 5. Este es un texto dedicado a su hijo Romak, quien también sufre su encierro. Comencemos.
MALA MADRE SOY
Irene Hidalgo / Santa Mónica
Hoy le hice sentir el hombre más desgraciado del mundo a mi hijo. Digo ‘hombre’ porque tiene 12 pero parece de 20. Yo y mis complejos… ¿Cuándo acabarán?
No pude controlar mis impulsos y le dije palabras que le van a quedar toda su vida. Siempre lo he hecho sentir un rechazado y todo por mi puta culpa. Soy una mala madre porque no me bastó darle lo material a Romak y permitirme entregarle muchos de sus caprichos, sino también acomplejarlo; “que si tiene mal aliento”, “Que por qué te vistes como un mamarracho”, “por qué no te bañas”.
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Me siento tan culpable de ser mala madre que merezco la pena de muerte. Quisiera dar mi vida en honor de un perdón para mí. Hoy me di cuenta que siempre he sido mala madre.
Lo he hecho llorar en la mesa de visita muchas veces sin necesidad de darle una bofetada, con tan solo mis palabras. Le he hecho sentir que no estoy a gusto con él, que su tan sola vida y salud no son suficientes para mí… Dios, ¡Cómo me odio!
He transmitido mis complejos a Romak, ahora no sé si él me perdonará, no quiero caer en la mediocridad de pensar que pedir perdón es humillarme. Suelo ser realista y ver más allá de mis expectativas. He exagerado en mi idea de disciplinarlo fuerte y tantos años en la cárcel me confunden porque no sé si él ha cambiado en verdad o solo está aparentando.
En todo caso, si llega a tener alguna demencia, yo soy la única responsable. Yo lo hice sentir inseguro, desdichado, infeliz. Lo he acomplejado con su cuerpo, con su extrema obesidad, su falta de energía. ¡Dios, me odio! Casi nunca he creído en sus lágrimas, hasta ahora pienso que solo está manipulando la situación haciendo de ver que la única basura inmunda soy yo.
Bebé. Ya no es un bebé. Ha crecido. Y lo dejé. Lo abandoné varias veces. Lo expuse con personas que nunca le han tenido paciencia. Él era un niño que requería de mucha paciencia. Yo no supe cómo manejar la depresión, la soledad, la pobreza y mis putos complejos. Lo abandoné para dejarlo con la tosca de mi abuelita. Luego regresé y cuando me vio, me abrazó tan fuerte…Y lloró.
Me tocaba la cara a cada momento para saber si realmente era yo. Yo me he quedado con ese recuerdo, esa mirada, sus ojos. Él, como un ángel, presentía mis problemas y me acariciaba el rostro. Me hacía reír.
De todas las veces que lo dejé por viajar, esta última fue la peor. Este largo viaje me va a durar años de mi puta vida. Y posiblemente te volveré a ver cuando tengas 18 años. Ahora sí vas a ser todo un joven.
Pensé que tú siempre me aguantarías, pensé que ibas a luchar por mí, pensé que de verdad me amabas. Pero ahora pienso que no, porque no te he valorado hijo mío, no como una verdadera madre debe ser. Y me merezco todo tu reproche y lo voy a afrontar.
Yo pensé que darte todo era la comodidad, no pensé en esto y me arrepiento haberte respondido mal, nunca olvidaré esta desafortunada llamada:
[Miércoles 17 de marzo de 2021. 12:55 aproximadamente]
- Aló, mamá.
- Aló, Romak, ¿qué pasó con tu computadora?
- Se ha movido un botón y no se ve la pantalla.
- O sea, ¿ya lo malograste?, ¿por qué todo lo que te compro lo malogras?, ¿qué piensas?, ¿en qué estás pensando?, ¿acaso yo no hago el esfuerzo para que tú lo tengas?, ¿a quién le cuesta?
- A ti…
- ¿Y entonces? ¿Sabes qué? Ya no agarres esa computadora. Tu tío irá a arreglarlo y tú ya no la toques porque no sabes… ¿Me escuchas?
- … Sí
- ¿Qué te pasa, Romak?, ¿o qué quieres? ¡No sabes valorar las cosas! No haces caso a tu papá, no me haces caso a mí, ¿qué esperas de ti?, ¿qué va a ser de ti? ¿O mejor te interno? Mejor te llevo a un internado. Voy a hablar con la asistenta social para que te interne y ahí vas a conocer a varios niños que no tienen mamá, ni papá y verás cómo sufren, ¿eso quieres? ¿Que te interne? Te voy a internar para que aprendas
- …
- ¿Aló?, ¿me estás escuchando?
- Me voy a matar… (llanto)
- ¿Te vas a matar?... ¡El que se quiere matar no lo dice! Deja de hablarme así.
- …
Esto fue y será siempre lo peor que hice en mi vida, ¿Cómo he llegado a este extremo?
Perdón, Romak.
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